Y si en las Palmas de mis manos, en sus líneas que dibujan los senderos que caminamos, pudiera recordar aquel tiempo en el que fuiste de color, cuando la sombras que desprendían tus edificios ocultaban la cara más despiadada que esconde la belleza artificial y todos sin saberlo eramos felices, descuidados...

Felices ocultando secretos voraces, descuidados sin sabernos frágiles como una nota de papel en la hoguera de nuestros olvidos.

Y si en las líneas de tus manos recordara como la senda del elefante se alejaba con su atronador paso, sin piedad, en la distancia, dejando tras de si la sordera del que jamás escuchó el latido de su propio corazón, desgarrándose por dentro cada día, cada día, cada día.

Tic tac, tic tac...