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		| La nuestra especievenimos de los monos;
 y el oso del perro.
 
 Y asi todo,
 las pizzas de las tortas,
 el agua del cielo.
 
 Pero es arduo
 concebir tanta muzarela
 en un velorio.
 
 Fueron varios viajes
 con empanadas también
 y tartines.
 
 A la primer tanda
 me enteré del triste
 deceso final.
 
 Una muchacha
 es la que yacen velando;
 pues no voy a mirar!
 
 Por poco tropiezo
 con una corona
 de mil gladiolos.
 
 Impertinente,
 cargado de tanto ole,
 al cajón enfrenté.
 
 Abrí los ojos
 y con estupor vi que
 era un viejo.
 
 Pues me confundí
 de salón mortuorio
 con el de al lado.
 
 Ya me parecía
 de una joven hermosa
 a un longevo.
 
 Suerte tuve
 al ser recibido
 en el hall central.
 
 Tuerzo el rumbo
 y corrijo mis días
 en pos de redención!
 
 Cual un idiota
 yo debengo del salón
 equivocado.
 
 Muy abstraído
 avanzo cual pasando
 barreras bajas.
 
 Dejé los rencores,
 y para disimular
 me persigno.
 
 Y al instante,
 de ver dicho cadáver
 me enamoro.
 
 Su tez morena,
 boca de labios de sol,
 nariz de cóndor.
 
 Me enamoré
 de una muerta, pensé,
 estoy re chapita.
 
 De todos modos
 siento que Dios me dice,
 Ella es para mí.
 
 Ella es para mí,
 igual sigue buscando
 que tal vez al cobrar...
 
 Voy a que me pagen
 y siguiendo una pista
 doy con la hermana.
 
 Es idéntica,
 son dos gotas de agua,
 eran gemelas.
 
 Cobré y partí
 con el sabor amargo
 de un fracaso.
 
 Sinceramente
 ahora que lo pienso
 detenidamente.
 
 No puedo quitar
 de esta ensoñación
 aquel primer amor.
 
 Y hasta lloro tanto
 el haber perdido
 dama sin igual.
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Texto agregado el 16-04-2021, y leído por 65 
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