TU COMUNIDAD DE CUENTOS EN INTERNET
Noticias Foro Mesa Azul

Inicio / Cuenteros Locales / anngiels / INTUICIÓN

[C:608503]



Con una rápida mirada recorrió el salón de entrada del departamento. Oteo impaciente buscando alguna señal que le develara si era verdad que vivía solo.
El lugar era amplio, exquisitamente decorado, ordenado como si una mujer cuidara cada espacio. Cada portarretrato, cada potiche colocado en el lugar justo.
Ni un mínimo rastro de polvo, todo se veía impecable y hasta perfumado por un ramo de jazmines en el centro de mesa.
Algo, no sabía qué, le indicaban que Gerardo no era soltero, su instinto le encendía cierta alarma que no podía dejar de lado, serían esas extrañas experiencias llenas de mentiras y ocultamientos ya vividas o solo era su sentido de autoprotección.
De todas formas “quien se quema con leche, ve la vaca y llora”; diría su abuela, y la vieja era bien sabia.
Gerardo había ido a la cocina para encender la cafetera, y ella simplemente se quedó allí, retrasada, sacándose el abrigo y escudriñando el salón que servía de comedor y sala de estar, más allá tras una puerta vidriada de roble estaba la cocina.
Aún no sabía porque había aceptado la invitación del jefe de sección de la fábrica donde trabajaba. No le desagradaba, era apuesto, educado, pero algo no le cerraba, quizás esa forma de evadir preguntas sobre su familia, no lo sabía a ciencia cierta, lo realmente idiota era estar allí dudando.
Él era un hombre extremadamente cortés, puntual y muy cuidadoso de su privacidad, hablaba poco y con muy pocos empleados.
Habían ido a tomar café varias veces a la salida del trabajo y él solo hablaba de lo bien que se sentía en su compañía y del trabajo.
Estaba ensimismada en sus pensamientos mirando por la ventana hacia afuera, cuando escuchó la voz del hombre
-Adela, ¿en qué mundo estas perdida, te preocupa algo?- y sonrió al ver como se sobresaltaba y giraba hacia él
Traía una bandeja con dos tazas, la cafetera y azucarera y un pequeño florero con un jazmín que apoyó sobre la mesa ratona y la invitó a sentarse en el sillón. Adela asintió con la cabeza y se sentó sonriendo forzadamente mientras se preguntaba una y otra vez qué estaba haciendo allí.
El hombre se acercó al equipo de música y le preguntó que le interesaría escuchar
-Algo suave, instrumental si tuvieras algo-
Él buscó, sin saber qué buscaba y puso un viejo CD de BB King, que ni sabía porque estaba allí ni saber si era instrumental o no, al final su pregunta era idiota, de música no entendía nada, su único interés eran los partidos de futbol, las revistas deportivas y ver alguna película de acción por la tele.
Se sentó al lado de Adela y la miró fijamente, ella sintió que ese hombre buscaría aquello que todos buscan y sin ser una mojigata también le agradaba, un poco de placer nunca viene mal, no era una niña con sueños de princesa y príncipe azul, pero algo le decía que no era el tipo ni el lugar adecuados.
De todas formas, ya estaba ahí, y pensó, que sea lo que deba ser, dejándose seducir por aquel hombre que para ella era un acertijo.
En menos de lo esperado estaba en su cama. La soledad de meses, la rutina, el deseo de pertenecer a alguien la habían empujado a los brazos del único hombre que hacía casi un año le tiraba los tejos y ella había sabido esquivar hasta esa tarde que decidió darle una oportunidad.
Él supo de sus deseos, de esa necesidad de ser amada, admirada, contenida y cumplió como todo un caballero con sus necesidades y ella se dejó llevar como una barca a la deriva por el oleaje.
Después de entregarse y saciar sus deseos ambos decidieron tomar un baño juntos.
Pero nada es perfecto, ni hasta cuando has tomado todas las precauciones posibles.
Al salir de la ducha Gerardo abrió el placar del baño en busca de las toallas y una caja de juguetes de goma, de esos que usan los niños en la bañera se desparramó por el suelo. El descuido de su mujer, de no acomodarla bien en el estante o su torpeza al tirar de la toalla hizo que cada juguete se esparciera por el piso del baño.
Adela con desconcierto al ver la caja y los objetos desperdigados por el suelo recordó que su intuición nunca se equivocaba y maldijo no hacer caso a su alerta roja.







Texto agregado el 21-05-2021, y leído por 52 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
22-05-2021 Lo cual según los datos no importaba nada, pues ambos obtuvieron lo que querían; y definitivamente todo el problema. recaía en el hombre, por el arriesgue y la talacha de desaparecer las evidencias culposas. Bien narrado anngiesl. D2EN2
21-05-2021 Todos fuimos, somos y seremos Adela alguna vez. A insistir. Solopluma
 
Para escribir comentarios debes ingresar a la Comunidad: Login


[ Privacidad | Términos y Condiciones | Reglamento | Contacto | Equipo | Preguntas Frecuentes | Haz tu aporte! ]