“El sí mismo está muy bien escondido de
uno mismo; de los pozos con tesoros, el
mismo es el último en extraerse”
F. Nietzsche


Siento que habló conmigo cuando hablo contigo,
que las frases que te dirijo son también para mí
o tal vez sean tan solo para mí y tú me escuchas,
mi palabra se erige como un biunívoco discurso;
en tu silencio, en tu gesto está el eco de mi voz,
el pensamiento que se reinventa en cada fonema
y vaga libre por el recóndito rincón de mis deseos,
alimentas mis sentidos con divergentes sentimientos
en la indolente mesura de un humor calculado,
en la turbulencia de una iracunda tormenta pasajera
pero es en esa pugna que la consciencia se libera
y la emoción del mutuo reconocimiento nos une,
entre el pensar y el querer nos reencontramos,
en una dichosa reconciliación al fundir nuestras voces,
y ahora lúcido reconozco que mi voz es la tuya,
que hay entre nosotros dos un vínculo inquebrantable
que nos mantiene en vilo entre una palabra y la otra.