Crónica



La lluvia


El campesino observa su campo reseco por la sequía que por largo tiempo se adueñó de gran parte del país. Elevando los brazos al cielo agradece a su Dios que
las nubes oscuras de humedad, por fin se detuvieran sobre su tierra y como lluvia bendita se esparciera por los terrenos sedientos. Esta lluvia de principios de invierno augura primavera florida y sustento para la familia.
Esta benefactora lluvia y los buenos pronósticos de los meteorólogos hacen pensar en embalses repletos para el verano que viene, el próximo también y por ende con cosechas buenas y abundantes con las que se podrán pagar las deudas acumuladas, volver a contratar a los trabajadores despedidos, pensar en reparar la camioneta y ojalá poder comprar una nueva segadora.


El citadino apurado con impermeable, sombrero , zapatos para la ocasión y paraguas corre apurado hacia su lugar de trabajo maldiciendo esta lluvia que dificulta el tránsito, vuelve locos a los semáforos , entorpece el cruce de calles y pareciera que incita a los conductores de vehículos motorizados mojar sin piedad a los pobres transeúntes, pasando a toda velocidad.


En la gran ciudad, allá por los faldeos de la cordillera dos mujeres, elegantemente vestidas con prendas de abrigo, en un amplio cuarto, chimenea con leños ardiendo y una taza de chocolate caliente, observan la lluvia a través del amplio ventanal con doble vidrio que aísla el adentro del frio de afuera. Conversan de modas y chismes, también imaginan que más arriba en la cordillera se estará acumulando la nieve para que el próximo fin de semana puedan ir a esquiar.


En el edificio en construcción el jefe de obras se lamenta por los días que perderán por causa de esta lluvia, para ellos perjudicial y lo que afectará al avance programado. No sólo por el retraso de la entrega del edificio de departamentos, sino que también porque el tiempo perdido disminuirá los tratos económicos para él y sus trabajadores. Por otro lado producirá pérdidas para la empresa constructora. Aunque a decir verdad en el precio de venta la empresa vendedora esto, con seguridad, lo tiene calculado. Siempre hay alguien que nunca pierde.


En el canal de TV: noticias de la pandemia que azota al mundo, de la política mundial y local actual, del futbol que en estadios vacíos trata de hacer goles, del comercio, el precio de la gasolina y también un amplio reportaje referente al frente de mal tiempo que azota gran parte del país mostrando los inconvenientes, los destrozos y las peripecias que a muchos les toca vivir y soportar, también algo de las bondades que trae la lluvia y la nieve en la alta cordillera.
Al final del noticiero la chica del tiempo provista de un pequeño paraguas de utilería, trepada en unos tacos de diez centímetros y luciendo sus ´piernas apenas cubiertas por una cortísima minifalda de invierno, confeccionada con cuero de antílope en lugar de tela delgada como las que usa en verano, muy risueña y oronda anuncia que por varios días más este frente lluvioso estará presente y servirá para lavar las calles, depurar el aire eliminando el smog, espantar ciertos virus y con la nieve de cordillera dar solaz para las vacaciones de invierno.
Un escritor que como todos los días a esa hora ve y oye las noticias frente a la pantalla, además de observar aquellas piernas está tratando de inspirarse en ellas para escribir una crónica sobre la lluvia y el frío o un poema relativo al invierno. Al oír su pronóstico piensa que además de las bondades que anuncia, también algo debiera decir de las penurias que la lluvia acarrea.


Y así, mientras unos bendicen y otros maldicen o también mientras unos gozan y otros se mojan, allá en la periferia de la ciudad la lluvia produce estragos, desolación y enfermedades. Nunca en estos lugares la lluvia es bienvenida, todo lo contrario su falta de alguna forma favorece, puesto que al no llover no hay inundaciones, barro en las calles de tierra ni techos que filtran agua y frío. Claro que en estas poblaciones y campamentos de la gran ciudad, con lluvia o sin lluvia, siempre hay carencia de abrigo, de elementos protectores, de alimentos, de medicamentos, de trabajo remunerado y sobre todo se hace patente el olvido de autoridades que prometieron y nunca cumplieron. Claro que en días así, sin que los llamen, pululan nuevos candidatos ávidos de votos ofreciendo bondades y regalías que si son elegidos lo más probable es que pronto olvidaran cumplirlas.


Así es la lluvia, no es lo mismo ni igual para todos. Para unos es agradable, para otros inclemente y para poetisas y poetas por lo general es romántica.