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Suplicio parte 10

A la mañana siguiente, tomó unas tijeras de jardinero, escoba y todo lo necesario para hacer limpieza. Fue a la capilla. Podó todas las plantas y puso unas nuevas. La capilla se veía muy bella hasta que llegó el ogro.
-Hola – le dijo Sheila.
- ¿Qué hace aquí? – pregunta observando que ella había limpiado.
-Barrí, saqué la basura, podé las plantitas, traje nuevas. Traté de quitar todo el polvo de las bancas.
-Es una zona restringida. Limpiar la capilla no es una de sus tareas, ya hay personas que lo pueden hacer. Regrese a sus labores.
-Solamente hice la limpieza de aquí. Es un lug…
-Cállese. Su único trabajo es estar con Blanca.
-Y lo hago. Soy tan buena en mi trabajo que se pelean por mí para que atienda sus casos, no se desquite conmigo por su amargura. Estoy dando horas extras con su abuela. Ahora está con los caballos con Santos.
-Fue un error que viniera – cínicamente le dijo Eliseo a Sheila.
-No voy a tolerar que me hable de esa manera – se defiende ella.
-Pues tendrá que hacerlo porque soy el dueño de todo ese lugar – Eliseo gritó y tiró las plantas que estaban en el atrio tirando toda la tierra sobre el piso que ya estaba limpio – Lo siento – Dijo después de contar hasta 10.
-Usted es la persona más desagradable que he conocido, las personas que lo rodean no merecen ese trato ¿Sabe qué? No se ha permito sentir dolor, y le molesta ver a los demás lograron continuar con su vida. Su abuela es una persona maravillosa, pero desde que llegué no me ha permitido decirle el tratamiento que pienso hacer con su abuela. Así que renuncio.
-No puede hacer eso.
-Claro que puedo.
Sheila salió del lugar y tomando sus cosas pidiéndole a Santos que la regrese a la escuela en la que trabaja. Era temprano y podía regresar a sus actividades.
El hombre estaba enfermo de odio por la vida.

Por la tarde regresó a casa de Nacho y se encontró con Gerardo.
- ¿No ibas a estar allá hasta el sábado?
-Renuncié – respondió Sheila.
- ¿Motivo?
-Es un maldito amargado el dueño del rancho. Su abuela es un amor, pero él es de lo peor.
-Buenas tardes – dijo Gerardo entrando a la casa.
- ¡Qué tal! – Sheila estaba sorprendida.
-Lo traje a casa, no lo iba a dejar solo.
-Me da gusto verte aquí.
-Voy a prepararme algo de comer – Gerardo se dirigió a la cocina.
-Debes contarme todo lo que pasó – Nacho se dirigió a Sheila.
Aquella noche, Sheila durmió en su casa junto a su hijo mientras que Nacho se quedó solo en la casa con Gerardo.
Días después, Nacho tomó la decisión de trabajar desde su casa, sacó todos los aparatos para hacer ejercicio, instaló la bicicleta, la elíptica y la caminadora, sacó las pesas. El ejercicio lo mantendría ocupado igual que el trabajo.
Eran las 7 de la anoche, Nacho estaba haciendo ejercicio en la sala. Sudaba, estaba cansado. Cuando no sacas lo que te está matando, terminas por estallar. Nacho sintió un tirón en la pierna y gritó. Gerardo bajó de inmediato.
- ¿Qué te pasa? ¿Estás bien?
-Ya no puedo, ya no puedo – dijo llorando – Me falta el aire. Él era mi vida. Él era lo único que yo tenía. Me hace mucha falta.
- ¿De quién hablas? ¿Qué puedo hacer por ti? – Gerardo pregunta confundido.
-Abrázame, lo necesito.
Se abrazaron por un largo rato hasta que Nacho lloró y sacó todo lo que traía.
Continuará…

Texto agregado el 10-07-2021, y leído por 55 visitantes. (0 votos)


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