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Libro inacabado

Parte del capítulo de un libro inabado de un escritor que admiraba a Eduardo Galeano. El 3er Capitulo de su libro decía exactamente lo que leyó del escenario que miro y vio, de esos años, y empezaba así:
El largo camino a casa empieza en uno mismo y termina en uno mismo, no se adjetiva mucho esta andanza, solo se sabe que es directa e indomable, que estos caballitos de madera calesiteros nos llevan sin parar. Solo su largura hace de que broten los adjetivos: es cansadora, es aburrida o es eufórica, la jornada de muchos días. La paz solo está al final.
Atrapado o sobreviviendo en esta vida, el corazón no perdió brillo, no se aggiorno a lo que había. Tanta euforia o tanta derrota, solo se ambiento para seguir sobreviviendo en el crepúsculo. Y lo más sincero que pudo dar fueron sentimientos o emociones, no las lindas palabras de los discursos académicos o políticos o sociales en una madrugada de cumpleaños con el vino o la cerveza que se acabaron, y no queda un mango para ir a comprarla.
Hay maneras de contar lo que nos pasó, no hace falta copiar las otras formas de otros seres, las formas de los animales o las mascotas, las formas de las constelaciones de estrellas para decir: te quiero, abuelo, papá, mamá, mi hija, querido nieto, muchacho, mita´i , pibe, botija, guagua, gurí, etc. O para dar el alarido lleno de lágrimas del cantito en jeans gastados “…toda la vuelta vamos a dar…” sobre el hormigón o el tablón de un escenario construido en los años 40 o 50 en alguna capital sudamericana.
Mirar con el corazón todas las cosas y toda la gente querida hace que seamos de este lugar para siempre, y aun ya no estando, estemos por aquí, para siempre, en el aire y en los olores; en medio de los ruidos y las voces que vienen desde allá. Voces que están dentro de uno, y hablan, y hablan, hasta que los susurros son tapados por otras voces, otras almas, otros corazones. Ni tan siquiera un recuerdo o una caricia, nos fuimos, y los papeles donde se avisa van volviéndose amarillos y marrones en un depósito.
No tengo moralidad para hablar de estas cosas, tal vez lo pueden hacer los albañiles retirados o los que morirán solos en una cama de una choza sin baldosas, en el sur pobre ¿porque será que siempre el sur es pobre? No se habla en público de eso que vemos que pasa. En las grandes ciudades el sur siempre es pobre, salvo en Manhattan, donde el Bronx, el barrio de los blancos pobres de Nueva York es al norte de la City. Si de ahí es de donde son Jennifer López, donde sus redondeces llamaron la atención por primera vez; y Tito Puente, que no se si escribió allí “Oye como va”.
Aunque sé que es un error escribir sobre mi vida en público, también se nos está permitido mentir, para tener la privacidad asegurada, pero las emociones siempre salen afuera donde brillan más.
Y hablando de arte, el futbol es un arte, o el “fulbo” como dicen en Rosario, o el “partido” como dicen en los bañados pobres del Asunción viejo. Este arte es complejo como la simpleza de la vida, donde ganas, empatas o perdes. Es todo poesía, liturgia pagana, maravillosa redonda blanca en el pasto verde con mucha arena, los 22 tontos de Borges. Se mete en nuestros ojos y viaja directo a nuestro corazón, y papá que ya no está para ir con él a ver que “hace hoy el equipo”. Ver solo el juego desde los ángulos que nos da la televisión es dedicarse a morir como un croto en una plantera. Es dejar de oler, de tirar naranjas peladas al “referi” porque se “equivoco” feo. Es dejar de tomar aire, es dejar de gritar porque nuestro Nro. 9 la volvió a pifiar, jajajaja que pobre diablo trajimos, y conste que practico con entrenador una semana para hacerlo, para “mandarla a guardar”, y “no sabe él, esa es al verdad, ni pararla puede”.
Ahora están las redes sociales, hay que clausurarlas hasta oler de nuevo afuera, ahí donde supimos que éramos amados por nuestros abuelos y nuestros padres, así de amados. Que no teníamos ni focos eléctricos en casa. Bastaban las velas que encendía abuela, mi abuela, ella siempre me decía te quiero con sus ojos, y yo sabía que podría ser feliz para siempre, para siempre. Allí, por donde estoy todavía hoy, aunque ahora están otras personas con apellidos distintos.

Texto agregado el 11-07-2021, y leído por 113 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
16-01-2022 Me encanto tu texto.Es una historia de la vida con sus bondades y faltas que encanta al lector. // mi abuela, ella siempre me decía te quiero con sus ojos, y yo sabía que podría ser feliz para siempre, //***** Un fuerte abrazo Victoria 6236013
 
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