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El arquitecto Martin siempre miró para arriba. No se sabía el por qué, solo se sentía un poco superior a los demás aquí abajo.
_ ¿Cuántas ventanas querés?
_Un ventanal grande que mire a la piscina, le dijo Marta, la dueña de la casa a construirse.
Los Hernández habían levantado la morada en medio del parque, quedando un poco de terreno hacia los cuatro puntos cardinales y para que no se inundara, la alzaron un poco de la finca, formando una laguna artificial en donde abrevaban los patos y las garzas blancas. Tenían una sola hija llamada Lucia.

Su primera casa diseñada había quedado bastante sugestiva, como para que llovieran los pedidos de más bocetos.

Hijo único de madre viuda, también eximio pintor de acuarelas, había dicho que no quería nunca haber nacido ni tener hijos “para qué tenerlos en este mundo caótico, por no decir plagado de insensibles, avariciosos, y codiciosos”

Así deambuló por la vida algunos años, hasta que conoció a Lucia, de la que no pudo despegar sus ojos azules. En su juventud había sido tentado por Julián, un escarceo amoroso, pasajero rabioso de hombre a hombre, como él se lo decía a sí mismo. Pero esa homosexualidad había sido solo pasajera, su pasión por las mujeres regiría su vida de ahora en más.
Lucia, con jeans apretados, musculosa verde, cuya figura se acentuaba con sus pezones que se traslucían a través de ella, iba al banco todos los días.
Martin la veía desde su estudio de arquitectos. Lozano, fresco y vital un día le cortó el camino:
_Te gustaría ver mis cuadros, porque también pinto.
_Bueno, mañana voy, dijo ella.
Martin la miró de arriba hacia abajo, endulzándola, recorriendo sus recovecos, no la dejó de mirar por dos años.
Como no se hacía ningún estudio, porque lo suyo era comer sano, no beber demasiado, no comer azúcar, tampoco vegetariano, solo con sus amigos, bebía con los que había frecuentado sus paseos por los bosques y los lagos del sur, igual se infarto joven. No supo nunca que su objetivo no había sido cumplido.

Al abandonar este mundo, Lucia, empezó a lucir su vientre hinchado.
Ahí se supo que su deseo de no paternar ya que Lucia dio a luz a una niña suave y rozagante de ojos azules como su madre.

Texto agregado el 23-08-2021, y leído por 90 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
01-09-2021 Me gustó mucho tu texto... En cierta medida podría ser más responsabilidad... En este caso la naturaleza se encargó que sucediera lo contrario***** Besito Victoria 6236013
24-08-2021 Sugerente relato de un ser bastante especial y para nada comprometido con un futuro ordinario. En fin, la naturaleza siempre cobra lo suyo y para ello utiliza todas las argucias que tiene a la mano. Un gran abrazo. guidos
24-08-2021 Justo ayer veía en el canal I Sat un documental del arquitecto "El Tesla argentino" y su particular y grandilocuente modo de vista. Buen texto. Saludos desde Iquique Chile. vejete_rockero-48
23-08-2021 Interesante texto, sobre todo de tema muy actual Saludos. JerryMendez
23-08-2021 Menos responsables o más responsables?, respondo al comentario de Maparo en realidad. Interesante tu texto, querida. Un beso. MujerDiosa
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