- Me comía unos "tejeringos" ahora- le dijo ella.
- Así, mojados en chocolate; quieres decir.
Pero estaban en la cama y fuera- de la cama, quiero decir, aunque bien pensado también de la casa, en la calle- hacía frío.
- Cómo me apetecerían ahora unos "tejeringos" con chocolate- insistió la señora.
Esta vez él calló. Mas la dama volvió con la cantinela un par de veces más. Y ahí es cuando se soliviantó un poco( él).
- Me vuelvo yo rodetes o qué... Anda duérmete y déjate ya de rodetes. Que estoy hasta las narices de los "tejeringos". No jeringues más con los "tejeringos".
- Me parece que quedaron dos del domingo. En el microondas aunque recalentados venían pintiparados- continuó ella sin embargo.
Ya se levantó el hombre y fue a ver si era verdad que habían quedado "porras" del domingo. Y era cierto: en la alacena estaban. Sacó el praliné a la taza y lo calentó con leche. Y se lo llevó a la cama( los dos rodetes y el chocolate).
- Conforme- le dijo.
Pasó un rato.
- Sabes Ramón que con el chocolate y los "tejeringos" luego entra sed- le dijo ella. Yo bebería agua-prosiguió.
Ahí ya perdió la paciencia, pero esta vez en lugar de ir a por agua, se vistió y se salió a la calle. Era todavía de noche y la primera helada del invierno.