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Dismorfofobia: obsesión por la apariencia física

La dismorfofobia o trastorno dismórfico corporal puede llegar a limitar mucho la vida de la persona que lo padece. La obsesión por la apariencia física puede llevar a comportamientos que ocupen mucho tiempo en la vida de la persona. A continuación haremos un repaso a lo que es la dismorfofobia y qué tratamientos hay disponibles.

¿Qué es la dismorfofobia?
La dismorfofobia hace referencia a una preocupación excesiva por defectos o imperfecciones físicas. Estos defectos no son observables, son imaginados o son tan leves que otras personas no parecen darle importancia.

Esta condición, llamada también trastorno dismórfico corporal, está asociada a un malestar importante debido a las preocupaciones. Estos pensamientos reiterativos de la dismorfofobia llevan en muchas ocasiones a comportamientos repetitivos. Un ejemplo es el mirarse en el espejo para comprobar la imperfección o compararse continuamente con los demás.

Síntomas de la dismorfofobia
El síntoma principal del trastorno dismórfico corporal está en la preocupación excesiva. Este pensamiento obsesivo pone énfasis en el defecto percibido por parte de la persona y llena gran parte de su tiempo.

Lo más común es la obsesión o preocupación por la piel (acné, color, cicatrices), el pelo (quedarse calvo, vello facial o corporal excesivo) o la nariz (tamaño o forma). A pesar de que estas son las más comunes, cualquier parte es susceptible de ser objeto de preocupación.

En general, las personas con este trastorno se obsesionan a lo largo de su vida de entre 5 y 7 partes diferentes del cuerpo. Otras personas se preocupan por su apariencia general. Aquí estaría incluida la dismorfia muscular, que consiste en creer que uno tiene un cuerpo excesivamente pequeño o una musculatura inadecuada.

Aproximadamente el 40% de las personas con dismorfofobia piensan en las partes de su cuerpo que no les gustan de 3 a 8 horas por día. Otro 25% piensa en ellas más de 8 horas por día.

Los pensamientos intrusivos
Estas preocupaciones son casi siempre muy difíciles de resistir. Al no poder controlarlas, se viven como intrusivas (no se quieren tener) y están asociadas a mucho malestar y ansiedad.

Esta preocupación provoca un malestar o limitación social, ocupacional o de funcionamiento importantes. Puede llevar a estar horas mirándose en un espejo, por ejemplo, provocando problemas derivados de este comportamiento al no poder dejar de hacerlo. También puede llevar a evitar situaciones que conlleven un riesgo de ser observado por los demás.

Finalmente, hay un aspecto a tener en cuenta. Los pensamientos y los comportamientos de la dismorfofobia tienen una relación parecida a la que hay en el trastorno obsesivo compulsivo entre las obsesiones y las compulsiones. Esto quiere decir que cuando la persona tiene un pensamiento, actúa para reducir el malestar o la ansiedad que provocan.

Estos comportamientos, aunque al principio pueden ayudar a aliviar, después empeoran la ansiedad. Los pensamientos volverán a aparecer más adelante y se volverá a repetir el mismo comportamiento. Esto hace que se entre en un círculo vicioso difícil de romper.

Las preocupaciones y los comportamientos compulsivos
Como decíamos anteriormente, las compulsiones aparecen en respuesta a pensamientos obsesivos sobre la apariencia física. Estas conductas se realizan para intentar reducir la ansiedad y otras emociones desagradables o dolorosas.

Estos comportamientos compulsivos son repetitivos, consumen mucho tiempo (la mitad pasa 3 o más horas al día realizando estos comportamientos) y son difíciles de controlar. Algunos de estos comportamientos se les llama conductas de seguridad, ya que su función es reducir emociones desagradables y hacer que la persona se sienta más cómoda.

En otras palabras, hace que la persona se sienta más tranquila, más segura en una situación en la que puede estar expuesta a otras personas. Algunos ejemplos son el llevar una gorra, maquillaje o gafas de sol. Hay que tener en cuenta de que estas conductas se hacen para tapar o que los demás no perciban el defecto y, aunque proporciona la sensación de mayor comodidad y seguridad, a largo plazo aumenta el miedo y la ansiedad.

Una de las conductas compulsivas que se suelen repetir es la de compararse con otras personas. También es común mirarse en el espejo u otras superficies reflectantes. Otros ejemplos pueden ser el aseo excesivo, broncear la piel, el ejercicio desmedido o la compra compulsiva de productos de belleza.

La evitación es una de las conductas, como en otros trastornos, habituales en la dismorfofobia. Las personas con esta condición evitan situaciones sociales por el miedo a ser juzgados por los demás. Esta evitación provoca finalmente que el problema se mantenga a largo plazo.

Tratamiento de la dismorfofobia
Existen diferentes tratamientos que parecen tener eficacia, desde el farmacológico hasta el psicológico. En el tratamiento psicológico las técnicas cognitivo-conductuales son las que han demostrado más eficacia.

En este tipo de tratamiento psicológico el objetivo es trabajar pensamientos (cambiando las creencias asociadas a la apariencia física) y comportamientos que son perjudiciales, como la comprobación en el espejo.

Esto se hace mediante técnicas como la reestructuración cognitiva (buscar pensamientos alternativos que sean más realistas) o la exposición con prevención de respuesta (que permite reducir la evitación, las conductas compulsivas y las de seguridad). Estos tratamientos deben ser llevados a cabo por un/a psicólogo/a clínico o sanitario.

Cómo superar la obsesión por el aspecto físico
A continuación exponemos algunas nociones básicas a tener en cuenta. La única forma de superar la dismorfofobia es recibir tratamiento psicológico y/o farmacológico que haya probado su eficacia. No obstante, si la preocupación no produce tanto malestar o no es muy limitante, aquí tienes algunas ideas elementales:

1. La evitación y la compulsión mantienen las obsesiones o preocupaciones por el aspecto físico. Si intentas comprobar, evitar o hacer cualquier cosa para sentirte más tranquilo (mirarte en el espejo, pellizcarte, lavarte excesivamente la piel), probablemente te sientas peor más adelante. No es la mejor forma de gestionar esa emoción de ansiedad.

2. Para poder reducir el malestar que produce la preocupación, es mejor reducir el comportamiento de evitación (si piensas en no ir a un sitio porque crees que te van a juzgar, intentar ir y ver que no pasa nada, que nadie repara en ello) o compulsivo (por ejemplo, reduce las veces que te miras en el espejo a lo largo del día).

3. Intenta cuestionarte la percepción que tienes del aspecto físico. ¿Es tan importante? ¿Cómo te ven los demás? ¿Lo perciben igual que tú? Intenta encontrar otros pensamientos asociados al aspecto físico que sean más realistas.

Si estás obsesionado con tu apariencia física y sientes mucha ansiedad, malestar o te está limitando tu vida, acude a un psicólogo o psicóloga para que pueda evaluar tu caso y ofrecerte un tratamiento adecuado.




















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Texto agregado el 20-04-2022, y leído por 104 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
20-04-2022 Yo le agregaría el 4to: Siéntete bien con tu edad en cualquier etapa de tu vida, disfrútala. Aceptar nuestra edad biológica, también es importante. Esto no quiere decir que por tener una mayor edad tengas que descuidarte físicamente. Al contrario, es cuando más se debe hacer ejercicio para "mantener la máquina aceitada". Pero de eso, a creerse un eterno joven, se crean una serie de complejos que terminan en un sin fin de enfermedades psicológicas, entre ellas la Dismorfobia. Saludos. ValentinoHND
 
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