Esta noche
me quiero dormir
con la esperanza
de no abrir los ojos.
Con el dulce anhelo
del merecido descanso
que un alma milenaria
llegue a su sueño ansiado.


Un alma que ha deambulado
por los rincones más oscuros
de la existencia humana.
Eternizada en los pasos
de un camino circular
con el sol siempre
sobre su espalda.


Hoy quiero que el frío
que cala los huesos
desaparezca.
Quiero que acabe
este dolor por la resaca
de pensarlo todo,
y de sentirlo todo.


Quiero no sentir
más las náuseas,
de esperar un nuevo día,
para escuchar
a los estúpidos pájaros
que cantan felices
historias de empalagosas
fragancias florales.


Hoy estoy casado
de cargar con el peso
de haber lanzado
vida a la vida.
Vida que corre
presurosa tras la muerte.


Vida que se ancla
al vacío de la existencia.
Vida que come
de los frutos plásticos.
Putos adornos para entretener
a los imbéciles sonrientes.


Estoy cansado
de los interminables
instantes de mierda
que son encumbrados
como sublimes.
De instantes que terminan,
y desaparecen si dejar rastro.


Hoy te sostengo
alma mía
sobre un tronco
de ramas secas.
Azolado por un río
de piedras sumergidas.
Hoy te encadeno
a una raíz
que se desprende
de a poco junto
a mi carne reseca


Hoy te espero
degenerada muerte
desnudo y purificado,
sin deudas ni vergüenzas.
Hoy te espero sin reloj
en mi muñeca,
con los sueños
arrojados sobre la cama
y con los pétalos amargos
de los amores castrados.


Hoy te espero
sin querer oír
demasiado tu silencio
que marca la diferencia
con la muerte en vida.
Hoy te escupo
a la cara vida,
porque no eres
mejor que la muerte.