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Oligarchy Park.

Primer acto.

Escena uno.
(En el Juego del Dragón, hacia el final de la partida)
Micaela: Dime cual es tu parecer, Daniela, acerca de este tal Bambi, venido al Parque en limusina, pero no a disfrutar del complejo como turista sino para solicitar una vacante de gladiador del Parque, logrando conseguir el empleo con tan solo impostar una sonrisa. Daniela: Sin duda se trata de un joven muy apuesto, además petrólero, quien estando en una terapia intensiva por motivo del covid-19, hubo hecho un juramento de si se curaba tener la obligación de cumplir una promesa, de enfrentar dragones y ballenas como gladiador del Oligarchy Park. Micaela: ¿O será que lo han incorporado para así después poder descontar el día de Paro? Daniela: En efecto, es enigmático y fenomenal, tener entre nosotros un gladiador tan multimillonario arriesgándose a perecer tan solo por cumplir una promesa. Micaela: En día de turba política por el cruento Paro, resultando arto complicado uno mismo escucharse, mejor no nos apuremos en idealizar pues tal vez se trate de un desgraciado a quien le ha llegado el final de un ciclo de muchísima fortuna donde en adelante deba aplicarse pomada de insectos como para embellecer la cara. Daniela: Creo yo, desde la perspectiva de este buen samaritano, lo del día atípico de Paro es pura coicidencia con relación a la urgencia de cumplir una promesa. Micaela: El siguiente juego es el del Hombre Bala, mejor vayamos rápido a ponernos en primera fila. Pero antes, corrígeme a ver si estoy equivocada. Ahora sientes tener el corazón cual capullo en flor, y jurarías llevar bajo la blusa emerjiendo cual urticaria del sarampión, un tatuaje de amor, con dibujos, poemas y canciones, con a la vez ir perdiendo la cabeza al compás de los bombos peronistas. Daniela: Algo de éso hay; pero aun así debo ¡evitar la torpeza de caer en el capricho de lo inmediato! Micaela: Es un prototipo de hombre perfecto. Y además debe ser una persona muy espírituosa, pues con gran entrega y dedicación ha enfrentado las llamas del dragón multipropósito sin importarle un rábano la parte física. ¡Anda, dile basta a la apocamiento y al tacho de basura con los prejuicios. Y dale rienda suelta a los deseos para por fin ser feliz sin murallas ni ataduras. Tampoco veo luces o equipos de filmación como para pensar en estar realizándose una película. ¡Anda! ¡Vé pronto y declárale de Una tu amor incondicional de mujer intransigente! Daniela: No lo creo conveniente, en cuestiones de los sentimientos las cosas de forma muy directa siempre arrojan pésimo resultado. Entonces concidero conveniente ser tú quien lo intente seducir declarándose primero. Micaela: ¿Declararme yo primero? Es absurdo. Sobrados motivos tienes como para una conquista genuina sin las vueltas de un rodete. Daniela: Ya verás como de ser tú la primera en querer conquistarlo al momento torcerá el cuello para entrar en sintonía conmigo. Micaela: He de obedecerte pues logro ver en tus ojos tener el alma sudada de rocío. Y entonces me digo, ojala sea como tú lo aseguras, las tantísimas vueltas de caracol el camino del verdadero encuentro.
Escena dos.
(En el juego del Hombre Bala)
Bambi: (Frente al cañón) Caramba, en la prueba del Dragón por poco me quedo sin pestañas, y ahora, explosión de aire comprimido mediante, a echar andar por el aire. Pero igual, gracias, Rotondo, te agradezco tanto te hayas animado a darme el trabajo de gladiador, no sabes cómo lo necesito. Rotondo: Por el motivo de la huelga los gladiadores se niegan a participar de los juegos, y entonces los dueños me hicieron señas de incorporarte. Bambi: ¿Y ahora, si esta cosa falla al blanco adonde iré a parar? Rotondo: El cañon es muy certero, hasta la fecha nunca hubo un accidente. Pero eso sí, presta mucha atención a todas las indicaciones, y jamás olvides de utilizar los cascos. Bambi: Oye, amigo, luego de esta prueba, ¿no habrá chance de tomar una cervecita? Rotondo: Por favor, mete el cuerpo dentro del tubo; aquí conque una sola persona page, todo el mundo a trabajar. Bambi: No, pero digo, después de éste juego del cañón viene una exibición entre ballenas, ¿correcto? donde deberé ir parado sobre la cabeza de un cetáseo esquivando flechas con sopapa, ¿verdad? Rotondo: Si, pero hoy solamente tú irás a participar de los juegos. Bambi: Entendido, pero te quiero preguntar, si en el juego de las ballenas puedo ir vestido con traje de noeprem, y en tal caso me cambio sin hacer demorar la partida. Rotondo: Negativo; deberás ir desnudo, pues salvo los trajes especiales de la companía la piel resulta ser la mejor superficie para las flechas quedar adheridas. (Entonces Bambi sin más preguntas, mete el cuerpo dentro del tubo del cañón)
(Ahora, la escena sigue con las chicas, frente al juego del Hombre Bala, del otro lado del panel) (Aquí aparece un elemento, el spray para el asma, que debe resolverse utilizando un envase vacío; y cuando se aplica agregar un sonido de la voz, shshsh, cual si dicho envase estuviera lleno)
Micaela: ¡Daniela!, se nos ha olvidado el spray para el asma. Daniela: Lo tengo aquí en la mochila. Micaela: ¡Aleluya! Daniela: Allí por el aire viene. ¡Santo dios!, se le ha volado el casco de la cabeza. (Suena un gon, y solamente la cabeza de Bambi aparece del otro lado del lienzo) Micaela: Tiro perfecto, pero observa como ha quedado nuestro héroe. Daniela: De todos modos la verdadera belleza de la persona radica en una buena educación acompañada de un lindo caracter las veinticuatro horas del día. Micaela: ¡Tengamos cuidado con los flechazos! Daniela: ¡Paren incensatos! Micaela: Dime la verdad, nunca antes imaginaste ser la pasión un sentimiento tan determinante donde todos los caminos conducen a la exitación. Daniela: Hasta no verlo gesticular un poco es apresurado juzgar si realmente me pueda llegar a gustar o estoy solamente obnubilada. Micaela: Anda, aprovecha a darle un beso en los labios para ver si resucita, y de paso comprobar si es lindo de cuna y por gracia de la naturaleza, o tan solo por motivo de la adrenalina un resplandor del semblante. Daniela: Lo perderé si como una boba actúo de forma muy directa. Además soy la hija de los dueños del Parque como para ahora andar cumpliendo el rol de Dama Rosada. Micaela: Entonces al resoplido de tu aliento de rosas, desde la palma abierta de tu mano, envíale un beso con mucha buena onda. Daniela: Escúchame bien y después no me vengas conque no entendiste. Como para los anticuerpos del amor ir decayendo en infrutuosa tarea, lo mejor será hacer lo siguiente. Así cómo se contratan lloronas para los velorios, tú asumirás la tarea de querer ponerte de novia, ¿entendido?. Micaela: Acepto el rol con la responsabilidad de ser eficiente, pero te confieso, temo espantarlo cual si fuera una gallina de corral o el último león de una especie. Daniela: Pues ya lo verás, el tiempo me dará la razón, endulzado de tu falso cariño se verá atraído hacia mis aposentos. Micaela: Ningún problema tengo en obedecerte, pero un amor disimulado te ha de postrar bajo el segundo plano de la falta de libertad por carecer de valentía. Daniela: Dándote especial permiso de libre atozigamiento, agazapada estaré como una fiera, delegando en tí la tarea de querer conquistarlo.
(Las chicas se van y viene Rotondo)
Rotondo: Al fin te has despabilado. A llegado el turno del Juego de las Ballenas. Anda, desnúdate pronto. La espera siempre resulta aburrida. Bambi: ¡Cuanto vertigo me espera! Rotondo: Debes desvestirte para volar en sunga y usar el casco de triple protección. Bambi: Creo yo, por el solo hecho de ir colgado patas para arriba en un bólido sin tripulación, la promesa se paga sola. Rotondo: Principio número uno: Aunque quizás una pisca de preocupación le otorge cierto encanto al juego, los gladiadores de este Parque siempre deben lucir como triunfadores en el regazo de la gloria. Bambi: Si es por eso, duerme tranquilo, preocupado lo estoy y bastante; en cuanto a triunfador, solo me sentiré así, recién cuando haya cumplido con la promesa. Rotondo: El helicóptero hará impacto con tu cabeza cubierta del casco en el gon de la torre de donde caerás al piletón del estanque. Bambi: ¡Un papelón con esta sunga vieja deber volar por el aire! Rotondo: Para las flechas quedar adheridas la piel es la mejor superficie. Bambi: Estoy algo entumecido, déjame elongar un poco. Rotondo: No te estires tanto los huesos pues para el Juego del Rodeo deberás tomar un miorrelajante. Bambi: Eres un anfitrión exigente, pero te juro, cuando vea cumplida la promesa voy a generosamente recompensarte. Rotondo: Eres muy valiente en arriesgar tu vida por una veña al Cielo.
Escena tres.
(Después del gon de la torre, el helicóptero arroja a Bambi en el estanque y al momento éste se para sobre la trompa de una ballena)
Daniela: En contra de nuestros intereses, y de observar los golpes provocados por los gones, empiezo a solidarizarme con esa noble causa de los sindicatos. Micaela: Al cuerno con los sindicatos, flexibilización laboral, para las ganancias ser suficientes los empleadores deben explotar al obrero casi cual si fueran esclavos. Daniela: ¡Rápido!, ofrécele a la ballena un cacho de salmón a ver si se acerca a donde estamos nosotras. Micaela: Aquí tienes ballenita amaestrada... Daniela: Ten mucho cuidado, no vayas a tropezar y caer al estanque... Micaela: ¡Adiós mi príncipe azul! ¡De verte desnudo me estoy volviendo loquita! Daniela: ¿Has observado como por gracia de tu piropo, en vez de mirarte tí, me a mirado a mí, con grávido entusiasmo? Micaela: Pero si estamos juntas. Firme como soldado de desfile anda medio turuleco el pobre. Daniela: Quien lo puede negar, haciendo equilibrio es un acróbata de lujo. (la ballena, se acerca a la rambla y Bambi brinca sobre la plataforma) Bambi: Aquí me tienen... Micaela: A ver, dinos, ¿te has anotado de gladiador por el simple hecho de cumplir una promesa? Bambi: No sé a cual mirar primero. Daniela: (Extiende la mano para saludar) ¿Sabes?, ahora viene la prueba del Rodeo... Micaela: Por mi parte, mejor opto por un besote. Daniela: ¿Pero cómo sin ninguna experiencia te animas a tanto? Bambi: Con tal de cumplir una promesa soy capás de demoler una ciudad a trompadas, más luego volverla a construir como estaba antes. (se vá) Micaela: Algo está saliendo mal, no ha reparado en ninguna de las dos. Daniela: Tranquilidad; sin duda está muy concentrado en poder cumplir con la promesa.
Escena cuatro.
(En la pista de rodeo) (Ahora Bambi, vestido de gaucho, está montado sobre un toro bravo a punto de salir al rodeo, mientras tanto Rotondo le dá indicaciones)
Rotondo: ¿Has tomado la píldora? Bambi: Si, claro, pero en vez de una, he tomado tres. Rotondo: ¡Tres píldoras!, vas a andar como borracho en calle de piedra y fango. Bambi: Prefiero cualquier cosa antes de sufrir de los nervios. Che, Rotondo, ¿y estos discos metálicos con forma de platos? Rotondo: Son gongos para hacerlos sonar mientras el animal corcovea. Bambi: ¿Sabes? Aunque con algo de estupor por el hecho de estar así de amordazado, me encuentro super relajado con esta pastillas tan fuertes. Rotondo: Al toro se va atado para resultar imposible ladearse para los costados. Bambi: Anda, suelta al bicho éste y verás como al cabo de unos segundos queda manzo como patito detrás de la madre. (Sale el toro a la pista)
Escena cinco.
(En un rincón del Parque)
Daniela: Como primera medida, voy a desactivar el antivirus y a meter en la cabeza de Rotondo el algorritmo de ubicarte en lugar de la patinadora acompañante de Bambi. Micaela: Deberías ir tú misma en persona y declarar el amor como se debe. Daniela: ¡Cruz diablo! Inmiscuirse en el trabajo es algo como para despertar ondísimas aprehenciones. Micaela: Si la voluntad te dicta jamás claudicar en el empeño de querer conquistarlo, pues ten fé y como sea trata de conseguirlo. Daniela: Las sensaciones solo cotizan en el mundo interior del individuo, pero para enamorar a alguien hace falta aplicar la astucia. Micaela: Okey, me pondré el vestuario de la compañía; ¿no pretenderás hacerme pasar por obrera maloliente con este vestido de flores multicolores? Daniela: Tal vez pudiera ser interesante hacerle pensar en ser tú una desubicada crónica capás de cualquier cosa con tal de conquistar al hombre de su vida. Micaela: Por nada del mundo quisiera verte contrariada por los celos, pero, ¿y sí se enamora de mí, sin yo pretenderlo? El amor no es una mancha de poder quitar con detergente. Daniela: Entonces despéinate un poco como para lucir un tanto más fea.
Escena seis.
(Al costado de la pista de hielo)
Rotondo: Señor Bambi, lamento comunicarle, el no poder seguir usted cumpliendo con la promesa sagrada, lo han despedido. Bambi: No me digas éso, tengo la misión de participar dos vueltas completas en cada uno de los juegos y luego de este del patinaje me queda una sola vuelta. Rotondo: Me lo acaban de comunicar, te han despedido. Alegan negligencia laboral. Debo evitar tu ingreso al panteón de los patinadores. En el juego del Rodeo has abollado los gongos a cabezazos, y en el de las ballenas te has bajado en mitad del trayecto. Bambi: Pero cómo, no puede ser; si la semana pasada el gobierno ha promulgado un decreto donde los empresarios están imposibilitados de despedir a los trabajadores. Rotondo: Bueno, pues entonces, voy a presentar un informe y tal vez con un simple trámite se solucione el problema. Bambi: Ruegales, te lo ruego; más luego de la otra vuelta te prometo me mando a mudar. Rotondo: Pues eres una exelente persona les voy a implorar no desaprovechen la oportunidad de tenerte. Bambi: Confiado en tu gestión de poder seguir trabajando voy a rezarle a San Cayetano en busca de un empujoncito extra.
Escena siete.
(En la entrada de la receptoría)
Daniela: Buenos días, Rotondo. Como escepción le exigo ubique a Micaela en el Juego de los Patinadores. Rotondo: Pues me viene de perilla, no tengo a nadie para cubrir el puesto vacante. Daniela: Mejor así. Micaela: Dinos algo acerca del petrolero éste. Rotondo: Es un exelente muchacho, de temperamento aguerrido, quien cuando se propone algo hace lo imposible por conseguirlo. Micaela: Si pero con tanto golpe en la cabeza, Daniela teme vaya a quedar deforme. Rotondo: Igual, les advierto, del gran peligro de andar sobre patines en una pista mojada, mientras tanto el público hace puntería con las ballestas. Daniela: Ni con flechas con punta de arpón harán desistir a Micaela de estar presente en este juego. Rotondo: De mi parte, ningún problema, después de todo, son sus padres los dueños del Parque. Daniela: Además, cuando él le solicite algo, acepte sin tanto pero. Micaela: Iré vestida con el vestuario de la compañía y he de tener mucho cuidado. (Rotondo se va) Daniela: (Daniela alcanza a Micaela el spray para el asma) Toma; aunque el hielo nunca se derrite y el aire es recontra seco, por ahí resulta necesario. ¿Crees poder sostener el equilibrio sobre cuchillas tan delgadas? Micaela: Eso quisiera... Daniela: Aférrate de sus brazos cual si fueran barandas. Micaela: Dí la verdad, sientes el corazón acechado por latigazos como marcando el compás de los latidos. Daniela: Algo por el estilo, pero peor aún, por momentos se detiene.
Escena ocho.
(Mientras patinan en la pista de hielo)
Bambi: Micaela, recapacite, no cuesta dinero pensar. ¿Justo ahora, en esta agitada circunstancia me viene usted con una propuesta de amor de tan solo a primera vista?, resultando imposible, en ésta por demás situación incómoda, si quiera hilvanar una frase coherente, a los porrazos y entre flechas de hacer sumbar las orejas. Micaela: Compréndeme; no pudiendo estar a tu lado seré nada comparado con el aire. Bambi: No es por despreciarte, pero mi ego le dicta a la conciencia: Alto!, majestad, primero estamos nosotros. Micaela: Si tú me rechazas, cuando este juego finalice, solo cosas tristes podré esperar del destino. Bambi: Se necesita tiempo como para definirse en las grandes cuestiones, y apenas, poco y nada te conozco; aunque más no sea, deja pasar esta prueba para poder pensar en si sí o si no como respuesta. Micaela: Entonces, si un poco te agrado, no lo dudes ni un segundo, pues te amo tanto como a mi propia existencia, y es tan así como el deber ser de tus promesas. Bambi: Pero espera un poco para ver si en parsimonia o quietud verdadera acaso pueda extraer de la mente algún pensamiento sensato. Micaela: Aunque mas no sea, dí un más o menos, como para en adelante seguir un tanto esperanzada. Ante tus dudas me quedo con el presente en veremos, mientras mi ser va cayendo en un ondo precipicio sin fin. Bambi: Mira, como ya sabes, estoy aquí tratando de cumplir una promesa, más, de momento, es lo único importante. Micaela: (Tose) Bendiciones para tu promesa. (le agarra un ataque de asma) Bambi: Oye, muchacha, te estás asfixiando y puedes llegar a reventar si no respiras. ¡Dios Santo, ayuda a esta joven a curarse, ¡y te juro!, lo antes posible, ¡iré a iniciar una nueva promesa, emprendiendo una travesía por el Rio de la Plata hasta cruzar hacia la costa del país vecino! (Micaela, se aplica el remedio y se recupera del ataque de asma) Oh, por fin te has aliviado, ¡gracias, Dios, tuyo es el poder y la gloria! Micaela: Bambi, aunque la promesa es tuya, igual deseo acompañarte como para así poder seguir conociéndonos. Bambi: No encuentro nada de negativo en querer reforzar los agradecimientos sagrados. Micaela: Invítame a vivir esa aventura contigo. Bambi: Okey, puedes hacer tu aporte si lo deseas; pero deberemos incluír un marinero de a bordo. Micaela: De mi parte ningún problema, amor mío. Bambi: Entonces, quedamos así, lo antes posible, por gracia de tu salud, iremos a cruzar el Rio de la Plata, y allí forjaremos una amistad inquebrantable. Micaela: Amistad, no, deseo ser tu esposa.
Escena nueve.
(En un rincón del Parque)
Bambi: Amigo Rotondo, habiendo dado las dos vueltas completas en cada uno de los juegos, creo yo haber honrado a Dios por salvar mi vida del maldito covid-19; quedando solamente la otra promesa hecha por aquí la amiga Micaela; con lo cual voy necesitar nuevamente de tu ayuda. Rotondo: Con todo gusto. Bambi: Te he de contratar como marinero y además de carpintero como para construír una balsa. Rotondo: Cuenta conmigo. Micaela: ¡Y yo juro no ser un estorvo! Bambi: Adelante entonces, mañana mismo comenzaremos con los preparativos para cumplir con la promesa por la amiga Micaela. Y usted, Daniela, ¿no se anima a sumarse a la travesía? Daniela: La interesada es ella, prefiero quedarme en casa. Micaela: Hasta luego, Bambi, después nos hablamos como para últimar detalles. (se van) Rotondo: Quiero decirte algo, quizás un tanto bisarro, y espero con ello no incomodarte. Bambi: Anda, exprésate, para eso están los amigos. Rotondo: Te admiro y por momentos quisiera ser como vos aunque más no sea por un día. Bambi: Okey. Pero dime de corazón, ¿cual es tu opinión sobre Micaela? Rotondo: Es un muchacha de niquel, fundido con plata y oro. Bambi: ¿Y de Daniela?, ¿cual es tu opinión de Daniela? Rotondo: Y porque tiene, cara, lomazo y piel, también el mundo a sus pies.
Escena diez
(En una balsa que navega por el Rio de la Plata)
Bambi: Micaela, por dios se lo pido, hasta por lo menos llegar a la otra costa tenga un poco de paciencia. En esta etapa de mi vida, llevo el propósito de disfrutar de la soltería hasta adquirir la experiencia de vida necesaria, como para después, si, intentar formar una familia. Micaela: ¿Sabes? Siento tremendas ganas de tumbarte en el suelo y de comerte a besos. Rotondo: La radio anuncia buen tiempo pero como siempre erran en los pronósticos entonces quizás llueva. Bambi: Ondulada por las olas está la línea del horizonte; y por detrás veo un conjunto de nubes avanzando como tropel de caballos árabes de pura sangre. Micaela: La balsa ha quedado perfecta, ¡si hasta un baile se podría organizar! Bambi: Ya lo verás, en breve el viento nos arrastrará cual hoja de ceibo con turbina. Rotondo: Capitán, se acerca una persona a nado. Daniela: ¡Micaela! ¡Micaela! ¡Te has olvidado el sprait para el asma! (La ayudan a subir) Bambi: Bienvenida, pero y ahora, ¿cómo harás para regresar? No tenemos capacidad como para andar yendo y veniendo. Daniela: Pues regresaré como vine, a nado. Bambi: Nada de eso, te quedas con nosotros. Micaela: Si, claro, eres nuestra invitada de lujo. Daniela: Muchas gracias, entonces sobre la bikini mojada me vestiré con ropa seca. (Saca ropa de una bolsa térmica) Y de paso con algodones me he de tapar los oídos así ustedes puedan seguir conversando. Bambi: Tenemos por delante una gran travesía. Micaela: Está bien; retomemos desde el principio. Aun sigo, como el primer día, enamorada de vos, con ello quedando descartado tratarse de un amor de a primera vista. Daniela: Perdón, disculpen la intromisión, pero ¿pretende usted, señor Bambi, continuar con esa actitud tan cerrada de no aceptar una chica en su vida? Bambi: Suena a capricho absoluto la postura de su hermana de un enamoramiento sin límites, cuasi enfermizo. Micaela: Acepta la propuesta de un compromiso de casamiento, con lo cual, como para festejar, ya mismo vayámonos dando otros besotes. (Micaela lo besa) Rotondo: Capitán, se ha nublado por completo. Bambi: ¿Sabes?, pareciera tu cabeza funsionar cual una playa de arena absorviendo el mar, los rayos ultravioletas, latitas de gaseosas... Micaela: Hablar de arena es como hablar de estrellas del firmamento. Daniela: Si la trataras con algo más de ternura quizás brotaría en tí algún sentimiento positivo. Bambi: No tendría problema en darle un último abrazo, pero francamente... Micaela: Nunca encontrarás a alguien tan ardiente como yo. (Lo besa) Daniela: Cierra los ojos e imagina cosas lindas. Bambi: Temo, labios y pómulos quedar inflamados como con siliconas. Rotondo: Capitán, ya tenemos la tormenta sobre el lomo. Bambi: ¡Pero, caramba! De golpe hay tantos rayos como en una fiesta electrónica. Daniela: Si, y allí, entre nubarrones grises, se pueden apreciar perfectamente siluetas de furiosos tornados. Bambi: Y de sopetón las olas resultan ser tan enormes como las de un océano embravecido. El propio piso de la balsa parece una alfombra mágica. Daniela: Recién, cuando subimos a la cresta de una ola, sentí que iríamos a tocar el cielo, y cuando descendimos, temí precipitarnos hasta el centro de la tierra. Micaela: En cambio yo, juraría haber visto el propio fondo de barro. Bambi: Son bancos de arena, aunque este Rio parece un océano, en realidad es muy poco profundo. Rotondo: ¡Cuidado! Un rayo ha partido el mastil. Daniela: ¿Y ahora? Micaela: Debo arrollar la vela pues cuando nos casemos pretendo con ella confeccionar el vestido de novia. Daniela: ¡Las gotas de lluvia son grandes como bosta de vaca! ¡Suena improbable una salvación para nosotros! Bambi: ¡Prometo al Cielo, escalar el Aconcagua, descalzo, si por ventura logramos pisar tierra uruguaya, sanos y a salvo! Micaela: Mejor promete casarte conmigo. Daniela: ¡Si, eso! El amor no es dinero como para andar despilfarrando. Bambi: ¡Ya les dije, no sueño con amores tan posesivos! Rotondo: ¡También se ha soltado el timón! Bambi: Bueno, está bien. ¡Si por milagro nos salvamos de ésta, prometo ponerme de novio con Micaela! Daniela: De novio, no, deberás casarte. Rotondo: Piénselo, Bambi, quizás así nos salvemos. Bambi: ¡Ayúdanos Poseidón. (Suena un fuerte trueno) Okey, ¿cual es tu apellido? Micaela: Peralta Albornos. Bambi: ¿Tienes segundo nombre? Micaela: Ninguno. Bambi: ¡Dios, si nos salvamos de ésta, prometo casarme con Micaela Peralta Albornoz! Rotondo: Miren, el viento y la correntada nos arrastra hacia la costa argentina. Bambi: ¡Esta costa no, mejor la costa uruguaya! Micaela: Cualquier costa daría lo mismo, tú lo has jurado: Si nos salvamos de ésta, te casas conmigo. Bambi: ¡Nada de eso! Para mí hacer cumplir las promesas no es ningún entretenimiento... Micaela: Anda, cásemonos y verás cuan felices seremos. Bambi: Primero debo hacer cumplir la promesa de haberte salvado tú de morir asfixiada, entonces deberíamos arrivar a la costa uruguaya. La promesa genuina, la valedera, es la formulada en el Parque, y allí dije: Si Micaela se salva del ataque de asma juro cruzar el Rio de la Plata hasta la otra costa... Micaela: (Comienza hacer movimientos de tipo robot) El señor capitan ha prometido, de forma generalizada, diciendo así: ¡Dios, si nos salvamos de ésta (y allí no especificó ningún lugar determinado) prometo casarme con Micaela... Bambi: Si sanos y a salvo, dije yo, llegamos a la costa del país vecino, entonces si, únicamente así... (Micaela hace movimiento de robot y Daniela le aplica el spray para el asma) ¡Es un robot! ¡Es un robot! ¡¿Casarme con un robot?! ¡Y le salen chispas por las orejas! (Le quita el spray) Dame eso para acá. Pero si ésto no es un remedio sino aceite para motores. Micaela: Disculpen un momento, debo reiniciar el sistema operativo, les ruego tengan un minuto de paciencia. Después, capitán, continuamos con otros besotes... Bambi: ¡Es un robot!, al diablo con las promesas. ¡Vayamos para cualquier parte! Daniela: En efecto es un robot, pero es tan real como yo misma. Bambi: ¿Con quien voy a tener hijos?, ¿a quién voy a dejar mi fortuna? Daniela: Si prefieres burlate de Dios... Rotondo: Capitán; de todos modos, cásese y en tal caso después se divorcia. Bambi: He confiado en tí, pero me has desfraudado. Rotondo: Hasta recién ignoraba vida y obra de esta gente... (Empieza a hacer movimientos de tipo robot) Bambi: Maldición, tú también eres un robot. Daniela: (Le pone un poco de spray) Por la fuerte lluvia han entrado en cortocircuito. No obstante, sus sentimientos son reales como los míos. Con otro poco de spray verás como mejoran. Bambi: Pero mira como han quedado... Micaela: Si usted desea tener sexo, antes de desnudarse lea las instrucciones en una pantalla ubicada en el torax... Daniela: Unos humanos enfermos, ni más ni menos, cuando salga el sol y se sequen, volveran a ser los de siempre... Bambi: Para mí, tener herederos es algo muy importante. Daniela: Entonces, cásate conmigo, y yo seré tu fiel esposa y amante. Bambi: Si fuera contigo sería fantástico; si he de sincerarme, eres tú, Daniela, de quien me he enamorado.

Segundo acto.

Escena once.

(En una nave espacial; llegando al espacio interplanetario donde están los satélites)
Bambi: Aún de estar apostando a la causa del progreso, roto y deprimido estoy de perder a mi mejor amigo y a mi cuñadita preciosa. Rotondo: En cambio nosotros estamos muy conformes de poder colaborar con las civilizaciones de hoy y de siempre. Daniela: Acongojada de en adelante tenerte en el cielo me siento una bruja sin escoba. Micaela: Sonríe como siempre, vislumbro una interesante prolongación la existencia. Rotondo: Cuando la virtud se convierte en una tara lo mejor es hacerse a un costado. Daniela: Si pero igual, si algún astronauta se llegara a presentar a querer cambiar las cosas, ponen el idioma correspondiente y le aseguran la Base haber cambiado de dueño. Y una cosa mas, cuando anden por afuera no lo hagan sin la escafandra. Bambi: Trastocado por onda tristeza sin par, les vengo a informar del fin del viaje, en rojo subrayando orgullo grande al estar dando puntapié inicial a esta nueva era de satélites con formas de persona en vías de reemplazo de los de la antigua tecnología. Micaela: No nos traten de adular con palabras de discurso. Rotondo: ¡El ser robot no significa ser bobos! Micaela: Pero sepan, como para consuelo de en lo sucesivo no deber gastar tanto en el costoso aceite W41, del buen funsionamiento de nuestras maquinarias por gracias del eter del espacio, perfumado y desprovisto de humedad. Rotondo: Al no servir ni para revolver la holla bien sabemos los motivos de estar aquí. Micaela: No obstante percibo sensación de paz en esta enorme cortina de abalorios. Bambi: Diría yo, saguán colmado de chatarra satélital. Daniela: Es una despedida dolorosa pero llena de ilusiones, ¿verdad? Micaela: La consigna es: Con poco o mucho sean felices, aun sin nada. Pero además los felicito, las cosas han salido para el lado del caviar. Bambi: ¿No es fabuloso, con solamente unos vinoculares poder observar el kit de las cuestiones del universo, y por medio de los móviles darlo a conocer de inmediato? Rotondo: Me encuentro inmerso en saturación de emociones muy pesadas. Micaela: Incluso ustedes irán a formar una linda familia, con muchos hijos, plantas y mascotas. Daniela: Lo sé, pero quiero insistir en recalcar, el cómo te voy a extrañar. Micaela: Igualmente seguiremos comunicadas pudiéndonos relatar nuestros asuntos como en una telenovela. Bambi: Prometemos, para cuando nuestro primogénito cumpla el año de vida, iremos hacerles una visita y así lo puedan conocer. Daniela: ¿Sabes?, a cada minuto y a cada segundo voy a estar rezando para la bendita suerte estar siempre del lado de los astronautas. Micaela: Quisiera ya mismo estar en la Base y pegar una barrida. Daniela: A nuestros hijos les vamos a inculcar el tener flotando por el universo unos tíos ángeles del cielo. Bambi: Rotondo, aunque el amigo se encuentre lejos, la amistad es un tesoro muy grande. Rotondo: Lo sé. Adios mi estimado Bambi. Daniela: No encuentro palabras precisas como para describir este aciago momento. Micaela: Dí aleluya pues al final las cosas han salido por demás perfectas. Daniela: Si; pero me sentiré realizada recién cuando el destino se rinda a nuestros antojos. Bambi: La inmensidad es una breve parte del infinito, pero igual es tan extensa como para la mente resignarse a querer ir mas hallá de la amistad y del compromiso. Micaela: Bueno, creo yo, ha llegado el momento del último abrazo. Y con mi compañero, cual dos buenos soldados de la patria, vamos a patrullar el espacio en busca de mantener el orden, el bienestar, la armonía, y de socabar información.
Escena doce.
(En una primera parte de la escena, en un recorte de habitación donde hay una cama de dos y media plaza)
Daniela: ¡Amor! Ven a ver ésto, como para poder seguir existiendo necesito una aprobación de tu parte. Bambi: Aquí me tienes, con unas papa fritas de paquete, y cerveza Corona con gajos de limón. Daniela: (Mostrando el trabajo realizado en una computadora) Observa estos gladiadores capaces de resolver los más intrincados movimientos. ¡Ay, mi amor, quisiera invertir en renovar el Parque con maquinaria de última tecnología. Bambi: De mi parte ningún problema, lo mío será por siempre tuyo; y además te aseguro tus padres se mostrarán orgullosos de tener una hija tan emprendedora. (Suena el celular) Daniela: ¿Y ésto? Me ha entrado un mensaje de Micaela. Bambi: Quiero suponer siguen allá arriba. Daniela: Me dice estar en la puerta de entrada, con Rotondo, si por favor los podemos recibir. Bambi: ¡Pero sí mujer! ¡No se impacienten, allí vamos! (golpean la puerta) Micaela: Soy yo, Daniela, no se preocupen, el mayordomo nos ha dejado pasar. Daniela: ¡Aleluya! ¡Bienvenida! ¿Viniste con Rotondo? Rotondo: Un tanto enemistados pero estamos los dos perfectamente. Daniela: ¡Micaela! ¡Adelante, pasen! Bambi: De tan amigotes el destino se empecina en mantenernos unidos. Micaela: Se hubieron provocado tormentas geomagnéticas que con boraz energía nos hicieron precipitar hacia estos lares. Rotondo: Suerte haber tenido los paracaídas puesto. Daniela: ¡Viva las tormentas cósmicas! Rotondo: (Bebe de la botella) Desde lo alto hemos podido observar los graves acontecimientos entre Rusia y Ucrania. Entonces, quisiéramos proponerles en invertir para la concientización de la gente en oponerse a las guerras; que si no es por una cosa es por otra, la cuestión es que la amada paz siempre se ve vapuleada, cual si los humanos estuviéramos empecinados en desafiar a la naturaleza en sus principios mas elementales. Micaela: Finalmente cuando todo estalle no habrá quien se salve ni rincón donde esconderse. Rotondo: Empecemos por decir que la democracia es un híbrido importante, donde ningún partido político logra imponer la receta correspondiente a su filosofía; y es allí donde se encuentra la raíz del problema de sin remedio ir apareciendo distintos dictadores a querer dirigir la orquesta. Micaela: Y vos, Daniela, si acaso pudieras convencer a tus padres de fomentar la paz entre los asistentes del Parque. Y por otro lado, usted, señor Bambi, hacer los propio con cada uno de los que vayan a cargar combustible a las estaciones de servicio. Bambi: Por el motivo de la guerra, con mi esposa también estamos muy preocupados, pero siendo comerciantes no nos parece prudente tomar partido por alguien. Rotondo: Pero si ese Parque es exclusivo para la gente de la oligarquía y por tanto son todos libertarios. Bambi: Yo no diría eso, mira como en los Estados Unidos de castigo han embargado las cuentas bancarias de los oligarcas rusos. Rotondo: Como sea, para transformar la realidad hay que comprometerse. Bambi: Si, pero una cosa es transformar y otra es trastornar a la gente con improntas y caprichos. Micaela: (Rotondo abre la bolsa de papas fritas) No seas bruto, pedí permiso antes de tocar nada. Rotondo: ¡Déjame tranquilo! ¡La inercia de tu mal humor te está haciendo estragos en los nervios y aceleradamente te vas convirtiendo en una histérica sin cura! Daniela: Tranquila, mi cielo, con tanto jadeo deberás usar el spray nuevamente. Micaela: No, deja, respiro lo más bien. Rotondo: Che, que delicia esta comida. Bambi: ¡Cómo abre el apetito el asunto de las guerras! Micaela: Daniela, te pido, cuando llegue la hora de dormir quisiera acostarme de tu lado. Rotondo: (Comiendo con ganas) Que buenas que están; orgullo de ser argentino. Bambi: Observo, necesitan alimento y descanso. Rotondo: Pasó que nos quedamos sin proviciones y nadie acudía a nuestro rescate. Suerte que esa tormenta nos devolvió al planeta que si no moríamos de hambre con las tripas secas. Micaela: En cuanto al colchón, qué mullidez. Daniela: Si te vas a acostar vestida, nosotros hacemos lo mismo. Pero mejor, ubiquémonos de esta siguiente manera: al centro yo con mi marido, y a mi izquierda, tú, Micaela, y del otro lado Rotondo. No discutan, vengan, cabemos los cuatro perfectamente. (se acuestan los cuatro en las posiciones establecidas) Rotondo: Junto con la abalancha cósmica hemos podido rescatar algunos satélites de esos tan pequeñitos. Daniela: Ay, no me digas, son divinos... Micaela: Que manjar más delicioso, como para mil veces repetir. ¡No dejaste casi nada, angurriento! Rotondo: ¿No les queda otra bolsa? Micaela: Qué fácil resolvés las cosas vos. Cambiando de tema, miren, al unir los dedos pulgar e índice, se forma un círculo, y mirando a través de él, llamas al sueño con prácticamente nada. Y de ésto se deduce que los agujeros negros del espacio sideral están para el universo permanecer despierto y nunca quedarse dormido. Daniela: A veces la falta de sueño es por culpa de estar muy abrigado, ¿no quisieran quitarse un poco de ropa? Micaela: ¡No! Rotondo: En mi opinión, lo que sucede entre Rusia y Ucrania, es una disputa geopolítica, más que una lucha de índole ideológica de tipo socialismo versus liberalismo. Bambi: Pero sí la OTAN responde militarmente tal vez pudiera llegar a desencadenarse la tercera guerra mundial. Micaela: En definitiva, el nacismo, que es la gran acusación en pugna, se trata de la exacervación del ser nacional europeo por culpa de los invasores bárbaros. Daniela: Por mi parte, siendo poco inteligente mi cabeza funsiona al tranco, aunque al fin de cuentas, no hacen falta muchas neuronas como para aborrecer las guerras. Rotondo: ¿O será que estamos en los comienzos de una revolución marxista por vía de una confrontación generalizada que como resultado arroje una revolución mundial? Micaela: Como sea, los países soberanos deberían poder autodeterminarse sin tanto dar explicaciones. Y si van a andar tirando bombas nucleares, desbastadoras, con más razón todavía las potencias deberían tener la obligación de ser en extremo tolerantes hasta pasado el infinito cero de la impaciencia. Rotondo: A mi me suena que el avanze del feminismo con sus reivindicaciones igualitarias tiene mucho que ver con esta lucha cruel propiciada por una cultura machista. Bambi: Estamos ante un dilema tremendo pues tomar partido por alguien significa hechar más leña al fuego. Rotondo: Estaría bueno, que usted señor Bambi, en cada una de sus intervenciones comerciales, antes de firmar nada, exiga agregar clausulas en favor de promover las paz entre los países del mundo. Daniela: Mejor retomen la pirueta esa de los dedos en círculo, así les va entrando el sueño y puedan despegar de tanta angustia. Bambi: Pero antes, vayamos a festejar a lo grande con otro paquete de papas fritas. Rotondo: Buena idea, te dejo el paso libre. ¡Cómo aviva la sed esta comida! Daniela: Lo acompaño y me vengo con mas bebida. Micaela: ¡Llamen a la mucama! Rotondo: Daniela, mejor salga por este costado. Daniela: Enseguidita regresamos. (en un aparte Daniela y Bambi, conversan) Bambi: ¿Te has fijado, nada concuerda con nada, tienen sueño, comen, beben, y además están angustiados por cuestiones de la política? Daniela: Imposible. Y con respecto a la temperatura corporal, parecen tener alta fiebre. Bambi: Veamos si los podemos atar con estas sogas. Pero te pido, sigamos fingiendo no darnos cuenta de nada. Daniela: Así será. (regresan) Bambi: Prometemos, mañana mismo, compramos unas camas separadas y les armamos una habitación... Micaela: Trato hecho. Daniela: Aunque si van a comer como lima nueva deberán pagar por la estadía. Micaela: Pero cómo, si no tenemos un Peso. Daniela: Se lo ganarán en buena ley haciendo entrenamiento para participar en el Parque como gladiadores. Rotondo: Después de custodiar el espacio no nos vengan con éso ahora. Bambi: Trabajarán de gladiadores, y para ello comenzaremos con la siguiente prueba; los voy sujetar y ver cuanto tiempo tardan en liberarse. Micaela: ¿A quien le puede interesar ver sufrir a un par de discapacitados? Rotondo: Sigamos tirando para adelante. Micaela: Pero si somos pobres y ustedes son millonarios, permítannos una vida tranquila. Daniela: ¡Cuán difícil escapar!, ¿verdad? Rotondo: Ésto es más bravo que luchar contra las injusticias. Bambi: A ver, digan. ¿Ustedes no son seres de aquí, ustedes son seres de otro planeta? Daniela: ¿Donde están nuestros amigos? Además, ellos no son personas, son robots. Bambi: (A punta de pistola) Ande, responda; ¡y no discutan más! Rotondo: Si, es verdad, tienen mucha razón, somo seres extraterrestres. Pero si ustedes me lo permiten, luego se los explico detalladamente. Qué precisamente, por el motivo de las distintas guerras entre Naciones, estos severos conflictos de aquí repercuten de lleno en nuestras relaciones personales, obligándonos a venir desde tan lejos, especialmente a intentar persuadirlos de nos más guerras, pues sino un horrible estado de ánimo se apodera de nuestra gente debiendo expiarse por medio de los malos tratos. Micaela: E incluso, por las ondas expansivas de las bombas, para nada nos hemos dado cuenta de que Rotondo y Micaela son unos robots. Ellos nos aseguraron ser un par de astronautas, viviendo en una Base Espacial de ustedes, a la espera de un pronto abastecimiento. Daniela: ¿Como logran entonces asumir esa fisonomía tan perfecta? Rotondo: Con la mente, por medio de la voluntad, proyectamos sobre nuestros cuerpos cualquier imagen que nos venga en gana, que al instante se propaga sobre la osamenta. Bambi: ¿Cómo han llegado hasta nuestro planeta? Rotondo: En una nave espacial, que hemos estacionado en las inmediaciones. Daniela: Pues entonces vayamos urgentemente en busca de nuestros amados robots. Micaela: Está bien, pero no teman, que aunque entre nosotros discutamos en definitiva somos seres pacíficos. Bambi: ¡Rápido!, la gente al ver una nave extraterrestre querrá hacer averiguaciones y se armará un revuelo tremendo. (los desatan) Rotondo: (De manera didáctica) No sé impacienten, pues lo mismo que con el poder de la mente conseguimos texturizar nuestros cuerpos con imágenes de seres vivos, idéntico logramos hacer con los objetos de la más variadas formas y tamaño, que cual verdaderos faroles se pueden reflejar donde nosotros lo querramos: Entes sobre entes, objetos sobre objetos, cosas sobre cosas. Y así, en estos momentos, la nuestra nave espacial está siendo idéntica que un automóvil. Bambi: Dichas prácticas aquí, son concideradas como actos de arrojar resultados del averno, de donde luego, como consecuencia de darle a la matraca mental, los seres dirigen su interés hacia las propias ambiciones de los aspirantes al infierno. Daniela: Entonces pongámonos ya mismo en marcha hacia la Base Espacial donde se encuentran nuestros amigos. (Salen de la casa) (en la calle) Micaela: Allí, donde hay una fila de autos. Rotondo: A ver, digan, ¿ven alguna nave espacial, estacionada? Bambi: Ninguna. Solamente veo cantidad automóviles en fila. Rotondo: Y usted señora, ¿qué ve? Daniela: Nada más veo automóviles. Rotondo: Correcto. Pero fíjese ahora, dejo de proyectar con mi mente la figura de esta camioneta 4x4 sobre nuestra nave, ¿y que tenemos aquí?, la nave espacial, estacionada. Bambi: Formidable. Micaela: Y lo mismo sucede con cuanta cosa se nos venga en gana. Daniela: Vayamos entonces para la estratósfera. Bambi: Le dejaré de apuntar con el arma pero prometan no hacer maldades. Micaela: Somos seres pacíficos. Daniela: ¿Y estos inodoros en vez de asientos? Bambi: Es un verdadero asco, no pretenderán hacernos sentar sobre esa porquería. Rotondo: Debajo de los retretes hay un máquina que procesa la orina y el escremento y los transforma en eficiente combustible. MIcaela: Ustedes bajen la tapa, los inodoros traseros están para los viajes largos. Daniela: Una verdadera inmundicia. Bambi: Igual, para poder regresar, enséñame a manejar. Rotondo: Ningún problema, además por nosotros no se hagan ningún problema, pues nos quedaremos en la Base y en prácticamente nada de tiempo nos vendrán a buscar; pero igual quisieramos saber, ¿que harán después con la nave? Daniela: Será exibida en el Oligarchy Park e inventaremos algún juego donde pueda participar. Bambi: ¿Cuantos tiempo tardaremos en llegar a destino? Rotondo: Lo que un suspiro. Mire, palanca para adelante, pedal izquierdo saliendo suave para arriba, y listo, a navegar. Micaela: Y por gracia de las papas fritas de paquete con lo que quede de combustible alcanzará justo para el regreso. Rotondo: Observen el vertiginoso ascenso. Pasan las nubes con la tierra que se va alejando, y sus edificios como árboles de navidad; y ahora el espacio que nos dá la bienvenida, con las estrellas titilantes para quien las guste mirar. Bambi: ¿Ya estamos en el espacio interplanetario? Daniela: No ha pasado ni un segundo. Micaela: Qué rápido, ¿verdad? Rotondo: Y aquí tenemos la Base Espacial esperando por sus dueños. Esperen un momento y enseguida tendrán a sus queridos robots. (Los extraterrestres se van y aparecen de nuevo) Bambi: Se hacen llamar gente pacífica y los tienen con los ojos vendados. Daniela: Venga para acá mi preciosa. Rotondo: Por favor, no nos hagan trabajar cual si fuéramos bueyes de harar. Micaela: No sabés, son como fieras salvajes que vienen desde lejos a fomentar las guerras. Rotondo: Y tienen una Base en la luna, qué convertidos en meteoros van y vienen cantidad de veces. Micaela: Están dispuesto a invadir el planeta y a imponer una férrea dictadura. Daniela: Pero si ellos nos dijeron todo lo contrario y como tontos les creímos; raro muy raro. Bambi: Me han enseñado a conducir la nave... Daniela: Anda, Micaela, abre la boca, ponte un poco de spray. Micaela: No hace falta. Rotondo: Déjenos tranquilos que así estamos lo más bien. Si no sabes como pilotear, a mi también me han enseñado. Bambi: Puedo perfectamente. Micaela: Qué bien maneja usted, señor Bambi. Rotondo: Lo único malo es que no respeta los semáforos en rojo, ja ja ja. Bambi: (De pronto aparece en imagen del Casino de Tigre, y suena el tango: Mi Buenos Aires Querido) Oia, estoy manejando una camioneta. Daniela: Pero si estamos frente al Casino y sentados sobre unos hermosos acientos. Rotondo: Les estoy apuntando con un arma. Ande, siga derecho hacia aquella cantina que está frente al puerto. Micaela: Miren aquel cartel: Las mejores rabas de la zona norte. Rotondo: Vayamos pronto antes que nuestro mundo se esfume por falta de energía. Bambi: ¿Tu revolver es igual a mi revolver? ¿Donde dejé mi revolver? Daniela: (Con un encendedor le quema la mano que apunta con el arma) Aquí tienes, marciano maldito. Rotondo: Ay, ¿pero que hacés, rata de alcantarilla? Daniela: De ahora en más ya no te embeberás de ninguna otra imagen. Bambi: Aquí encontré mi revolver. Los estoy apuntando, portensé bien. Daniela: ¿Cuando dejarán de ser otros y se mostrarás como son realmente? Bambi: Acaso no entienden, queremos rescatar a Rotondo y MIcaela, ¿donde cuernos están? Rotondo: A pasos de aquí, en el Casino, en el sector del Bingo donde están las máquinas tragadinero. Con solo girar en redondo llegaremos. Daniela: Basta de trampas y de tramoyas. Bambi: Bueno, muy bien, ¿y ahora? Micaela: Esta vez vá en serio y en breve los tendrán con ustedes. Rotondo: Aunque mientras haya guerras será difícil que nos ausentemos, igual nos despedimos hasta mejor vernos; no sin antes expresar el deseo mío y el de mi compañera, de saber la manera de poder borrar lo negativo y que solamente perdure lo positivo anclado en vuestras mentes. Bambi: Muy facil, pediendo perdón. Rotondo: Perdónennos, entonces. Micaela: Aguarden un segundo y enseguida vendrán los verdaderos robots. (los seres extraterrestes se van) Bambi: El Rotondo ese, se ha convertido en un botones del Casino, y la otra, en un chango de llevar valijas. Daniela: Cuanta aventura para una sola noche. Bambi: Allí vienen. Daniela: Igual seguiré desconfiando hasta estar bien segura. Rotondo: Por fin de nuevo en casa. Micaela: Daniela de mi vida. Bambi: Será mejor ponernos en marcha lo antes posible. Micaela: No teman, son seres abocados en mantener la paz del universo. Rotondo: E increíble, para nada se han dado cuenta de nuestra condición de robots. Bambi: Miren, allí arriba hay un OVNI, pintando el cielo con palabras de vivos colores: ¡Paren las guerras! ¡Qué reine la paz en el mundo! ¿Serán los cosos éstos? Rotondo: ¡Y quien sino! Daniela: Ay, si pudiera los alistaría para trabajar de gladiadores en el Parque, sería sensacional, ellos vestidos de punta en blanco luchando en favor de la paz, contra unos monstruos sucios, símbolo del terror y las guerras. Bambi: Opino yo, mejor, regresemos caminando. Daniela: ¡Esperen! Una idea fantástica acaba de aparecer en mi mente, un soberbio plan capás de revolucionar el Oligarchy Park; algo como para en adelante ustedes poder pagarse la estadía y vivir como reyes en un hotel cinco estrellas. Rotondo: A ver, diga... Micaela: Sería estupendo poder servir para algo. Bambi: Si la propuesta resulta buena, entonces mañana mismo hablaré con tus padres, para directamente asociarnos invirtiendo capital de los bienes gananciales. Daniela: Presten atención y escuchen. Iremos a inagurar un juego muy especial. Y si se quiere, así poder ahorrar y hasta pagar la Deuda Externa. Bambi: ¿Como vendría a ser dicho juego tan remunerativo? Daniela: Ellos dos, en vez de gladiadores enfrentando toda clase de peligros y aventuras, vendrían a ser, correctamente lookeados, tan solo un par de viejecitos paseando por una Plaza Pública, mientras tanto el público les arroja flechas con sopapa. Bambi: Pues entonces al minuto irán a quedar como puercosespínes o cardos llenos de espinas. Daniela: Nada de eso. Bambi: Pero a ver, por favor, dinos, ¿como hacer para las flechas no impacten en el cuerpo? Daniela: Allí, donde grandes imanes ocultos hagan desviar los proyectiles, iremos a instalar un escudo antiflechas. Bambi: ¿Un escudo antiflechas? Eso suena fenómeno. Daniela: Si, y donde cada tantísimo tiempo, un único concursante podrá acertar un flechazo; de una flecha especialmente preparada y elegida como para impactar en la frente, con luego un banderín desenrrollándose del palo, escrito con palabras alusivas: ¡que reine la paz en el mundo! Y con ello ganarse un premio, en si, interesante, pero muy muy por debajo del pozo de la recaudación general. ¿Se entiende? ¿Que les parece? Todos: ¡Genial!
Fin.

Texto agregado el 06-06-2022, y leído por 128 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
06-06-2022 Puta, qué buena obra. Algo así quiero escribir, algo así de retro y monumental. Amigo, o usted es un genio o un tonto bufón que juega con los sentimientos de los fanaticos ilusos. De todas formas, le agradezco por haberme regalado semejante joya tan de mi gusto. Saludos. ValentinoHND
 
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