UN HOMBRE BUENO

“Hijo, si dicen de ti que eres un buen muchacho, en realidad lo que están diciendo es que eres un pobre pendejo”
Mi abuelo.

Mi tío Pepe acaba de morir, así que yo que lo conocí bien haré una semblanza de su vida.
De niño Pepe, era enclenque con anteojos le decían “cuatro ojos”, tranquilo, aplicado, iba bien en la escuela, no así en el deporte.
Romántico a más no poder, en la universidad se enamora de la chica más guapa. ¡Claro! Ella lo tira a lucas. Además de los estudios en su carrera en la Universidad de Filosofía y letras de la UNAM en la ciudad de México hacia versos, pero, nunca pudo publicarlos, mi abuelo, hermano mayor, de Pepe dijo “los versos además de malos son muy cursis”.
El tiempo como siempre pasó. Pepe trabajó de burócrata con poco sueldo, cerca de la mediana edad se casó con Petra, muchacha quedada dos años mayor que él, Pepe era su “último camión”.

Por la edad no tuvieron hijos, mi tío de su trabajo a su casa, mi tía siempre enferma: migrañas. dolores, etcétera, estos males desaparecían cuando iba la café con sus amigas. Cliente permanente del Seguro Social. Se quejaba de que el médico familiar no le hace caso. De su cuñado, mi abuelo, médico de abolengo no lo consultaba desde que le chismearon que había dicho: “vieja hipocondriaca”. Su marido vivía mortificado.

Cuando jubilaron al tío, por los achaques de su mujer se convirtió en mandilón, tenía más trabajo en su casa que en su antigua oficina. Debo aclarar que él era tranquilo y muy amable.
Ya con muchos inviernos, la dama de negro lo visitò. Su esposa adalid de la iglesia católica le hizo una misa de cuerpo presente y nada de cremación fue inhumado. En el velorio la viuda como actriz de fama, lloró inconsolable y tuvo varios “soponcios”.
Ustedes saben que en esos lugares todos hablan bien del difunto, ninguno es malo. Mi abuelo dijo las últimas palabras: “ustedes tienen razón, mi hermano Pepe desde joven fue un buen muchacho”. Y me guiño un ojo.