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Las situaciones diversas que afrontamos en la vida y que más de alguna vez pudieron ser el producto de decisiones dirimidas por el vuelo de una moneda, me hacen aventurar que los si condicional y los si yo hubiese, temblequean en los labios de la mayoría con un dejo de remordida nostalgia. No imagino que para todos exista un camino ya trazado y que por la interacción de los imponderables, ese destino, fatum, hado o sino o como quiera que lo denominemos, pudiera vadearse por la misma inconsistencia del ser humano, tan proclive a cambiar el rumbo de las cosas.
Ejemplos me sobran y sólo tomando los de mi ámbito familiar, lo que me permite teorizar la posibilidad inquietante que de varios caminos supuestamente trazados, los elegidos permitieron que, por ejemplo, mi abuela se casara con mi abuelo, que mi padre eligiera a mi madre y que de esa concatenación aleatoria haya surgido quien en este momento escribe. Quizás hubo un trazo diferente por los devaneos a modo de peñascos que tapiaron la ruta provocando que la situación se diese como se dio.
Cierta vez, mi abuela - siendo ella misma el producto de un inmigrante francés que se fijó en una jovenzuela sureña y de ese matrimonio nació ella y su hermana - se sinceraba con alguien que no recuerdo que su destino hubiese tan diferente si en vez de poner el ojo en el que ahora era su esposo, hubiera enfocado la mira en su hermano, un señor gentil, culto y alegre. Lo cierto es que ese si yo hubiese quedó palpitando en el aire y yo, siempre alerta a cualquier situación singular, lo atrapé al vuelo y me dio vueltas en la mente como si fuese un moscardón. Lo cierto es que ella eligió al militar, un hombre severo, de carácter dominante que la arrastró por rumbos inciertos antes que la vida pusiera las cosas en su lugar. Al final, las pellejerías fueron forjando el carácter de mi abuela mientras mi abuelo aplacaba sus ímpetus en proporción inversa. ¿Y si hubiese sido distinto? ¿Si hubiese elegido al galán? ¿Habría tocado algún pito yo en esa repartija distinta de genes y cromosomas? Entiendo que todo lo que planteo es ocioso y que la vida es lo que es, lo que se plasmó y no la posibilidad incierta que surgiesen vericuetos por los que pudo asomarse alguna realidad alternativa.
Mi misma madre, de suyo, mosqueada por la situación económica, dejó escapar alguna vez ciertas palabras que recompuestas por nuestros oídos infantes venían a significar que si otro personaje que la cortejaba hubiese sido más constante en sus proposiciones las cosas hubiesen sido distintas. En mi mente de cabro chico me sonaba repugnante que un tipo absolutamente desconocido se dignara a ser mi padre, ignorando por supuesto que la ensalada de genes que se habría producido quizás no me tendría considerado en sus planes. O en el mejor de los casos, acaso la mitad aportada por mi progenitora pegoteada con la del susodicho. Me deprimí al sentirme manipulado por los hados de la casualidad, transformado en un ser espurio, providencial, casi desechable. Asuntos que tuvieron el poder de deprimirme durante mucho tiempo. A esa edad, uno no tiene la facultad de sopesar las cosas y ni siquiera intuir que posiblemente la copia fallida está precisamente sobre nuestros hombros.
Para no extenderme más con este asunto que no tiene ni pies ni cabeza, sólo un ejemplo que considero afortunado. Cierta tarde en que mi hijo caminaba por un barrio al que sus pies llevaron por motivos puntuales, se detuvo en un paradero en el cual se detenía el bus que lo conduciría a casa. Reparó en una muchacha muy buenamoza que también aguardaba el mismo vehículo. Mi hijo, que en aquellos días cursaba estudios universitarios, se aproximó a la chica para preguntarle algo relativo al recorrido del microbús. Ese contacto originó que se iniciara una conversación que duró todo el trayecto. Terminaron intercambiándose números telefónicos y poco después iniciaban un pololeo que duró lo que duró. Entretanto, conocí a la niña, la que al saber que yo me encontraba separado me contó que tenía una tía con la que yo podría congeniar porque teníamos intereses parecidos y que valía la pena que me la presentara. Así conocí a la que hoy es mi pareja, un ser magnífico que aguardaba acaso en alguna región inespecífica relacionada con ese paradero, en el punto y a la hora señalada.
Lo lamentable es que la relación de mi hijo y la niña no cuajó y más de alguna vez he imaginado que el asunto no era que ellos prosperaran en su relación sino que por medio de esos atajos y de manera indirecta fuesen otros los favorecidos.













Texto agregado el 26-06-2022, y leído por 145 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
27-06-2022 Con nuestras decisiones marcamos nuestros destinos y el de otros, igual yo me preguntó, si mi abuelo no hubiera subido en aquel barco en aquella Italia castigada por la guerra, no hubiera llegado a Argentina, no hubiera conocido a mí abuela que era criolla, entonces yo no hubiera existido, porque los genes hubieran Sido otros, entonces yo pienso con todo esto realmente son nuestras decisiones o hay un destino escrito para nosotros como si fuéramos títeres de una novela. Jaeltete
26-06-2022 Yo creo que la decisión la tomamos nosotros pero el azar influye. Hace mil años trabajaba en un cibercafé y siempre iban por separado un señor italiano que estaba visitando a la familia y una señora que le mandaba mails a su hijo que vivía lejos. Un día les tocaron máquinas vecinas y se pusieron a conversar. Terminaron casándose. Así es la vida. Abrazo. MCavalieri
26-06-2022 Excelente tema, Gui, para reflexionar y creo que dificilmente encontremos solo una respuesta. Si yo hubiese, si tal vez, si hubiese sido diferente… ¿y la libertad de elegir y decidir?. Aseverar sobre lo no vivido es como jugar a las adivinanzas; destino o causalidad, creo como dice Delia se podrá cambiar la forma o circunstancia, pero la esencia perdura. Un abrazo inmenso Shou
26-06-2022 —Buen tema para elucubrar. ¿Causalidad, casualidad y/o destino? ¡Vaya uno a saber por qué camino buscar la verdad! La verdad de la existencia y de los códigos que se enredan en la molécula de ADN. Claro que podríamos decir que el resultado... por lo menos yo me miro al espejo y veo que tengo cabeza y extremidades. —Pensemos que la relación de tu hijo con aquella chica, fue el código para unir tu "destino" al de su tía. —Saludos vicenterreramarquez
26-06-2022 Todos nos hemos cuestionado asuntos similares. En mi caso, hubiese sido por completo diferente la vida, dadas las circunstancias que se me presentaron varias veces. Sin embargo sé que podrá cambiar la forma, pero la esencia de aquello que vine a aprender, perdura sea como sea. MujerDiosa
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