LASCIVO

Un clérigo (no pongo de que iglesia), guapo, libidinoso y burlón estaba feliz en el arreglo de su cuarto convertido en “nido de amor”, esperaba a la señora López, mujer de buen pasar y de mejor tocar. No se olvida de poner ricas viandas y varios vinillos para calentar la pasión.
Oye tocar a la hora convenida la puerta, él ya estaba sólo en “chones” y dice al abrir “es usted flor de Azahar”.
“No cabròn, soy yo” dice con calma el señor López al tiempo que le vacía varios disparos con buena puntería.

El inspector Pérez al ver al difunto en “cuero de rana” dice: “Ah qué curita murió como le gustaba, de cachondo”. Medita un poco y le dice al agente del ministerio público; “¿sabes qué compa? Si nos ponemos a investigar tendríamos que interrogar a todo masculino del pueblo, ya que a todos les puso sus cuernos. Mejor culpemos al crimen organizado y tan tan”.