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De mí libro de relatos
Algunos Cuentos (Equidistantes y Paralelos)
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EL CUERPO

El cuerpo ya estaba helado mientras yacía tendido en la camilla de la morgue, las luces de la habitación iluminaban su aspecto intrigante y desconocido. Hace horas fue dejado ahí, para ser examinado, para irrumpir en sus entrañas y saber su historia patológica.
Por los pasillos del hospital el perito caminaba pausadamente, sus pasos lo acercaban a la habitación donde estaba el cuerpo inerte y frío. En su mente guardaba amplio conocimiento y experiencia, para desentrañar lo oculto en cada fallecimiento, era un verdadero profesional al presentar ante el director de turno sus razonamientos. Su preparación se basaba en tener muy en claro los conceptos de la patología forense y en aplicar cuidadosamente y de forma magistral los métodos esenciales al tratar con anatomías patológicas. Al llegar al lugar respiró la humedad del ambiente, su piel se erizó, pero para él, todo era familiar ya que siempre se incomodaba ante ese tipo de sensaciones, así que solo centralizó sus pensamientos en abordar al cuerpo y determinar las causas de la muerte.
El respeto era el mejor inicio que se podía tener antes de entrar a la habitación, pasar el umbral de la puerta, ya era penetrar a lo oscuro de la muerte, el cuerpo estaba en posesión de todo el espacio que existía adentro y cada movimiento no calculado desencadenaba una secuencia de hechos inesperados.
El primer paso fue metafísico y el perito pudo sentir el asfixiante ambiente en que había penetrado, así que cerró sus ojos un momento, para estabilizar su nerviosismo, para estabilizar su corazón que latía apresurado y para controlar su temperatura que descendió, como si estuviera perdiendo el conocimiento, como si estuviera más bien muerto.
Respirar profundamente significaba tragar olores que no eran muy agradables, pero de igual manera era buen inicio —. La calidad del muerto se conoce por su olor —se dijo a sí mismo, para calcular en que parte de la descomposición avanzaba la muerte.
Caminó pausadamente sin dejar de observar a la difunta, algo de ella lo atraía fuertemente, nunca un cuerpo inerte lo había desafiado tanto, era una energía distinta que recorría cada trozo de piel femenina, era tan fría al tacto y tan cálida la fuerza atrayente de su fisonomía que deseo amarla, besarla y sentir el hielo de sus labios, asomarse a sus ojos para penetrar en el velo opaco que escondía el matiz verdoso de sus iris. Pero un pulso eléctrico detuvo su locura, su fantasía quedó frenada en una estática gaseosa que espiró la nariz de la fallecida, como si el aire que había inspirado antes de morir hubiera estado contenido durante horas para soltarlo en una exhalación suspirada. Toda su existencia se estremeció, toda su vida quedó sujeta a ese momento ininteligible que elevó su tensión y puso a su corazón a marchar en una carrera lejos de la razón. Por primera vez sus manos temblaron ante aquel rostro y cuerpo perfecto, ante aquella dentadura blanca y limpia y ante aquel perfume exquisito que se escondía en el pliegue de sus senos. Cerró sus ojos para imaginar las frutas que comió, los baños que se dio en fragancias existenciales con miel y azúcares vegetales, cuando emitió una sonrisa suave y fascinante que mostraron sus dientes blancos y perfectos, cuando caminó en el jardín con su cabello muy sedoso y rubio pero recogido y humedecido por la lluvia repentina que la atrapó, todo eso sin duda fueron momentos de ambrosía crepuscular, de ufanía excesiva entre la delicada florescencia como la exaltación inocente de la manceba dando brincos en la cándida pubertad y el íntimo deseo de vida fallido en las fauces de la fatalidad.
Ahora su piel caucásica resplandecía bajo luces zonificadas y sus uñas perfectas tenían un delicado brillo que era profanado por una gota de sangre ya oscura bajo el revestimiento córneo de su dedo índice “Un golpe quizás” , pensó.
Ahora no existía futuro sino pasado, un pasado con una niñez tierna y frágil, una adolescencia risueña y melodiosa, una media etapa adulta de fresca hermosura y un estado final de quietud pasmosa en una fluorescencia que encendió un sueño de dudas y locura.
Ahora que veía sus movimientos y que calculaba por sus conocimientos que no eran torpes ni involuntarios, tenía una fuerte reticencia que no estaba muerta, que solo dormía y que no haría autopsia, pero cómo explicaría al director que tenía miedo y que estaba perdidamente enamorado de un cadáver, de un cuerpo inerte que solo aparentaba dormir y al cual le quería entregar sus sentimientos, porque su gran belleza le tenía trastornado el cerebro y le hizo caminar a través de un jardín de sonrisas perfectas, de ojos verdes y cabellera sedosa y de piel blanca y helada como la brisa de la madrugada. Amaba a un cuerpo que no estaba registrado como difunto y que nadie lo había llevado hasta allí o solo era su imaginación y veía hermosas visiones de una supuesta fallecida, pero ¿Cómo pellizcarse si ya no sentía dolor en su piel o era la confusión de las neuronas moribundas?, o ¿él era el difunto y ella la viva?
Era tan grande su delirio que prefirió mirarla desde un rincón de la habitación, desde lo más alto que podía llegar, desde su levitación más espontánea que podía dar, porque ya no la podía tocar, porque ya había perdido la capacidad de razonar, porque su espíritu había salido de su cuerpo y buscaba de ella la dirección de residencia en los caminos de la muerte.

Texto agregado el 20-07-2022, y leído por 188 visitantes. (6 votos)


Lectores Opinan
22-07-2022 No quiero imaginar que sucede con los muertos en esos espacios en que quedan en manos de desconocidos. Si bien la muerte los libera de cualquier sentimiento, la necrofilia puede encontrar campo propicio para saciarse y como tú narras, la fascinación del personaje por el cadáver femenino lo proyecta en un escenario lúdico repulsivo para los demás, pero para él le supone destellos y ambrosías tan lejanas en lo que ya es un despojo. Buen relato, amigo, abrazos. Guidos
21-07-2022 —Después de ese primer paso metafísico sabiendo que lo espera un cadáver para la necropsia no imagina que el escalpelo no solo invadirá vísceras, sino que además hurgará en el espíritu de la occisa que vaga en ese espacio, mostrando un racconto de su paso por la vida y también logrará con su filo hacer que la belleza inerte se le manifieste como una fantasía (Fantasma) en movimiento. —Excelente cuento desarrollado en la morgue.—Saludos vicenterreramarquez
21-07-2022 Muy buen episodio de necrofilia. Salvo por este pase, que lo sentí forzado ("Ahora no existía futuro sino pasado, un pasado con una niñez tierna y frágil, una adolescencia risueña y melodiosa, una media etapa adulta de fresca hermosura y un estado final de quietud pasmosa en una fluorescencia que encendió un sueño de dudas y locura"), y el final indeterminado, el cuento me parece una maravilla. Saludos. ValentinoHND
20-07-2022 El leer un cuento y sentir repulsión por el personaje, creo que es lo mismo que ver una película y odiar al personaje, es como decir que tanto el actor como el que escribe nos han hecho llegar hasta el personaje y eso es bueno. Saludos. ome
20-07-2022 Al menos para mí, son estos cuentos (que esta excelentemente enebrado y !avanza con total fluidez) los cuales hacen que uno vaya aceptando la muerte. Aún siendo un relato muy fuerte. A modo subjetivo es una prosa. Lo cual, no es fácil y vos lo logras muy bien y me gusta mucho habitacion323
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