He caminado solo,
rodeado de gente.
He llegado a sentir
que saborear
es más que quedarse
con el dulce sabor
de las cosas.


Que lo salado oculta
los sabores de la vida,
y lo amargo se comparte
fijando la mirada
en esa luz de esperanza
que siempre brilla
en el horizonte.


He escupido palabras
desde la ira encendida,
y otras me las he tragado
por amor a la armonía.
Y sin embargo,
la única constante
que me ha acompañado
en el camino del mundo,
ha sido nunca encontrarme
conmigo mismo.


Tender lazos, romper lazos
amar amores, olvidar rostros.
Sonreír cada mañana
y llorar por la noche.
Sin nunca poder
mirarme a los ojos,
ni reír de mi sonrisa,
ni ver caer mis lágrimas.