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Somos fuertes parte 22

Julieta y Gonzalo discutieron en la sala. Julieta dijo que era un estorbo para sus hijos. La misma mujer sabía que ella había provocado esa acción. Llena de coraje, Julieta preparó todas sus cosas para que la trasladaran al asilo.
Por la mente de Gonzalo pasaban muchas cosas. Trataba de recordar alguna situación que justificara su arrepentimiento. Alguna expresión de cariño o algo que pudiera hacerlo rectificar, pero lo único que era capaz de recordar era las veces que Julieta lo chantajeaba.
La trabajadora social los recibió. Pasaron a Julieta a una evaluación, ahí se dieron cuenta de la deficiencia visual y auditiva que provocaban que Julieta no entendiera muchas cosas. Y que esa era la receta perfecta para tener a sus hijos hartos de ella.
La ingresaron en su cuarto, una enfermera le ayudó a sacar la ropa de las maletas e instalarse en la habitación.
La trabajadora social le dijo que entendía su situación y que para ello tienen ayuda psicológica que le pueden brindar a él. Gonzalo salió de la institución con la cabeza agachada. Se sentía culpable del acto tan atroz que había cometido, pero no le veía otra opción.
Dos días después, Gonzalo visitó a su madre. Los dos se sentaron en la sala.
- ¿Cómo estás, mamá? – le preguntaba Gonzalo.
La mujer optó por no pronunciar palabra alguna en forma de protesta por el abandono que está sufriendo. Las veces que Gonzalo visitaba a su madre no hablaban de nada. Gonzalo tomó la decisión de dejar de visitar a su madre y solamente hacer llamadas una vez a la semana para saber el estado de salud de su madre y hacer el pago de la mensualidad que a él le correspondía.
Nuria se sentía culpable por lo que estaba pasando. Le pidió consejos a la que era en ese momento su única amiga.
-Me siento horrible. ¡Mi mamá está abandonada en un asilo!
-No está abandonada. Ella misma provocó que ustedes tomaran esa decisión – le anima Elena.
-Por esa razón no quiero ser como ella. Trato de ser una madre distinta, una madre en la que mis hijos puedan confía en mí. Yo sé que sí se puede ser amiga de tus hijos. Definitivamente sí. Mi mamá y mi papá siempre nos envenenó con sus problemas. Siempre nos decía a nosotros los problemas que tenían ellos dos. A mí me decía que odiaba a mi papá.
Elena se limitaba a observar a esa mujer, la mujer que había cuidado a su hijo.
- ¿Te pasa algo? Te noto seria.
-Tengo mucho trabajo.
-Sabes, en la playa tuve una situación con Alex. Vio a los amigos de mi hijo Israel teniendo sexo en la playa. ¿Qué consejo me das para bordar el tema del sexo con Alex?
-Pues, como algo normal. Con un lenguaje que él pueda entender. Tú los sabes mejor que nadie.
-Lo sé, pero no es lo mismo. ¿Segura que estás bien?
-No me hagas caso - Elena concluye.

Gonzalo se presentó con el psicólogo que le recomendó la trabajadora social. Ella ya le había informado lo que pasaba con el caso de Julieta.
-Me hablaron de tu caso. Necesito que me hables de los antecedentes para poder tener herramientas.
-Es muy largo de contar.
-Entiendo que a veces es difícil recordar el pasado, suele ser doloroso. Habrá cosas que no recordarás ahora. Cuéntame lo que venga a tu mente al respecto. Después lo que vayas recordando lo escribes en una hoja y en la siguiente cita lo vemos ¿te parece?
-Está bien.
Gonzalo comenzó con lo que le apretaba la garganta, su sexualidad.

Y hablando de sexualidad, Nuria se sentó y habló con su hijo adolescente.
-Ven, hijo. Quiero que hablemos.
- ¿De qué?
-Sabes perfectamente de qué. Lo que viste con Oscar y Francis.
-Estaban haciendo cochinadas, mamá.
-Esas no son cochinadas, hijo. Se llama tener relaciones sexuales o tener sexo.
- ¿Eso está mal?
-No, hijo. El sexo nunca es malo. Quiero que entiendas que el sexo es algo que nosotros debemos decidir cuándo y con quién. No debe ser algo obligado. Otra cosa, tienes derecho de ejercer tu sexualidad cuando tú lo desees y con la persona que tú quieras, pero siempre con responsabilidad. Ellos tienen la misma edad de tu hermano, tienen veinticinco años. Y tu tienes catorce años, eres un adolescente. Ellos son mayores de edad, tú no.
- ¿Es malo que lo haga?
-Te repito que no. El sexo no es malo, es algo natural. Algo que debes disfrutar tú solo o en compañía, eres dueño de tu cuerpo. Quiero que cuando tengas una duda, hables conmigo. Soy tu mamá, soy una amiga. No quiero que me ocultes nada. Tenme confianza. Jamás te voy a juzgar.
El joven miraba a su madre. Estaba algo confundido. En una página de internet ya había leído que los sacerdotes tenían votos de castidad, lo que significaba que su sexualidad estaba suprimida, él quería ser sacerdote, pero el haber visto a esos dos teniendo sexo, despertó la curiosidad en el adolescente.

Dos meses después, Gonzalo había hecho catarsis con el psicólogo. Entendió cuál había sido el problema. Situación que le costó caro porque Julieta estaba en un asilo y la relación con su hermana se había muerto. El psicólogo le propuso a Gonzalo comenzar a vivir.

El que comenzaría a vivir cosas muy difíciles sería Israel.

Continuará…

Texto agregado el 25-03-2023, y leído por 58 visitantes. (0 votos)


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