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Decidimos aceptar la invitación de Raúl para ir a coger a su casa, la tarde que nos vieron en el rellano de la escalera.
Estábamos como dos faquires sobre los duros y fríos escalones, cuando de repente vimos que del piso superior se asomaba la cara de "monstruito". Era un pibito al que le decíamos así, porque era extremadamente feo y travieso.
Nos dimos cuenta, entonces, de que como él, cualquier otra persona podría vernos.

- Che Raúl, dale, vamos a ir a tu casa a coger... pero como hacemos?
- Dale boludo vengan que les presto mi cama y yo me quedo leyendo algo en la cocina.
- Y cuándo estás solo?
- El domingo. Estoy solo todo el puto día, así que se pueden echar unos cuantos polvos.
- Dale nos vemos el domingo entonces.

Era un domingo de otoño, pero bastante caluroso y soleado.
- Dale dale Mónica vamos para la casa de Raúl.
- No sé si ir, me da cosa
- Yo sé que cosa te da. Una calentura bárbara. Dale vamos de una vez.
- Bueno, pero un ratito nomás

Llegamos a la casa de nuestro amigo con una calentura impresionante. A los dieciocho años, las hormonas te hacen hervir.
- Pasen chicos. Tranqui que tienen hasta la noche. Se van a divertir bastante.
- Y vos que vas a hacer?
- No te preocupes por eso, yo me arreglo. Pero antes tomemos algo los tres juntos.

Mónica estaba colorada. Pero no solamente de la vergüenza.
Hasta que se soltó y empezó a hablar hasta por los codos.
Yo la miraba y me excitaba cada vez más.
Estaba hermosa. Mientras gesticulaba sus pechos se bamboleaban y yo estaba totalmente erecto.
Parecía que la verga me iba a estallar.
Para colmo se había puesto esa minifalda tipo colegiala, que me gustaba tanto, sus piernas eran preciosas.
Al rato, Raúl se fué para el baño, y empezamos a besarnos y a franelear.
Cuando había ya metido mis manos por debajo de la pollera, y le acariciaba ese hermoso y gordo culo, apareció Raúl.
- Epa, epa! Ya empezaron?
- Sí dijo Mónica - nos vamos a la cama. Y tomándome de la mano comenzó a llevarme hasta la habitación.
- Perfecto - dijo Raúl - pero no hagan demasiado ruido. No por mí, que quiero escucharlos gozar, es por los vecinos.

La habitación de Raúl tenía dos camas de una plaza. Una mesa de luz y una silla.
Cerré la persiana, dejando que entrara algo de luz. Una penumbra maravillosa.
Nos acostamos todavía vestidos y comenzamos a besarnos y acariciarnos lentamente.
Cuando llegue con mis dedos hasta su concha por sobre la bombacha, estaba totalmente mojada, entonces comencé a desnudarla, mientras le pasaba mi dedo por la raya del culo. Esto la hizo gemir profundamente.
Una vez desnudos los dos, se dio vuelta boca abajo, y me pidió que le besara la nuca. Así lo hice y seguí pasándole la lengua por la espalda hasta el culo.
En ese momento levantó el culo un poco y me dijo
- Bésame ahí! Me calienta mucho cuando me chupas el culo!
Yo sabía que si hacía un buen trabajo lamiéndole el anillo, se iba a acabar.
Y así fué. Después de un rato de oral-anal, se acabó con un gemido que me puso la piel de gallina.
Fué su primer orgasmo de la tarde...


Continuará...

Texto agregado el 18-04-2023, y leído por 102 visitantes. (7 votos)


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