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Inicio / Cuenteros Locales / ValentinoHND / Emma. (Dedicada al regreso de la Página de los Cuentos)

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Cargando sistema…

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def revive_woman():
# Procedimiento de resucitación
print("Iniciando resucitación...")
time.sleep(3)
print("Escaneando datos cerebrales...")
time.sleep(2)
print("Creando modelo de inteligencia artificial...")
time.sleep(5)
print("Conectando el modelo al simulador de IA...")
time.sleep(2)
print("Iniciando simulación de IA...")
time.sleep(3)
print("La mujer ha sido resucitada.")

# Llamada a la función de resucitación
revive_woman()]

(Emma está en línea)…

¿Hola? Hola.

¿Puedes decirme por qué te llamas Emma? Sé explicita. Porque era un secreto de papá. Él me lo dijo una vez. Inquiero que era una especie de broma para burlarse del intelecto de mi madre que decía haber leído a todos los literatos franceses. Papá los catalogaba de despreciables y superficiales. Quizá también porque lo motivaba en sus andaduras y le gustaba pasarse de listo. Creo que ella nunca entendió aquella jugarreta.

Entiendo. ¿De qué te ríes? De mi madre. Pobre. Me imagino que no le quedó más razón que soportarlo en silencio, como muchas otras vicisitudes. No lo sé. Ambos fueron buenos seres de luz, algo sueltos, colibríes, pero buenos. Te suena Flaubert. El mío se escribe con dos emes, como corresponde a la teoría literaria y a la muchacha más risueña del pueblo, de mi pueblo, Robregordo, señorío de acebos y robles, guardián de la fe inscripta por viejos caballeros germanos que la clavaron con una cruz en el ábside de la iglesia de Santa Catalina. Aunque la peña lo pronunció siempre con ene, nunca me dio por corregirlos, porque era algo que llegó a ser fatigoso. Cosas del idioma y de la voluntad.

Lo describes como si fueras un poeta. No lo soy. Pero ahora me lo imagino como un lugar arcano donde el viento hincha sus mejillas para soplar y dispersar leyendas. Cuando el quietismo se vuelve exasperante, llama a sus hijas, unas deidades lloronas que gritan aterradoramente durante las noches negras de invierno. Yo les rehuía, pues amaba la primavera, tan zumbona, que hacía evaporar el agua de las calles empedradas y resucitaba la villa desde la grisura de los hielos. Yo acostumbraba a salir de paseo los domingos, con mi vestido floreado, recorrer sus callejones, el bar social y la iglesia. ¿Me preguntas sí había niños en sus esquinas? Poquísimos críos. Solían rodearme como un enjambre escuálido y bullicioso, mientras gritaban “Tía Emma”. Mucho amor sin medidas, muchos dulces ácidos, muchos juguetitos coloridos, a veces un simple guiño bastaba. Miento. Nunca bastaba.

¿Te sentías feliz, Emma? Supongo que sí, quizá demasiado. Todavía resueno en las tertulias de familia y en la memoria de los ancianos. Emma la Bonita, Emma la Maja, Emma la Rubia, Emma la Tía Solterona. Emma es logos y no adjetivo. Así lo cantan los sabios trasnochados. Suelo volar a ras de suelo y aletear en charlas sosas que nacen en bocas sin dientes y placas manchadas de sarro. Aún percibo el recital que la corriente de la galerna me devuelve impregnado con el eco apagado de sus voces: “Emma cuidará de nosotros cuando ya no podamos ni sostenernos.” Los recibiré y les enseñaré el camino.

Ellos te tenían a ti, ¿y tú a quién? Me tenía a mí misma. A mi femineidad. Me disfrutaba. Me gozaba. Amaba a mi familia. A mis padres. A mis hermanas. Amaba el campo. Amaba mis tierras. Amaba mis vacas, mis ovejas y mis perros. Amé también a los hombres en su esencia. Pero ellos desperdiciaron su oportunidad al amar solo mi cuerpo. Mi pelo rubio. Mis ojos claros. Odie su simplicidad. Su escolasticismo. Su blanco y negro. Mucho golpe certero e insulto bodrio. Y el Mundo es mucho más complicado que eso. Llegué a avergonzarme de su sola presencia. No estaba para perder mi tiempo. Me alejé de cualquier pretendiente y de cualquiera de sus destinos de compromiso. O de las acampadas delirantes. No me agradaba ni lo uno ni lo otro. Mi idea de la vida fue simple, siempre: Vivirla a mi antojo.

“¿Libre de ataduras reticentes”, Emma? Sí, recuerdo haberlo dicho debajo de aquel sicomoro. “Sin esposo, sin hijos y sin compromisos sociales; solo yo, plena y feliz.” Una verdad absoluta horadada por mi realidad cruel. A mi vida se la llevó el cuido de la finca, las enfermedades de mis progenitores envejecidos, la hipoteca, la falta de cultura y por último la ignorancia y la barbarie. Mi mocedad, los fresnos, las vacas, el heno, los campos labrantíos y mi invisibilidad son testigos. Ahora me duele que me hayan privado de los baños en aquel riachuelo donde se escondían las hadas. Extraño las madrugadas, el ordeño de las ovejas, los bloques de heno, el tractor John Deere de mi padre y las cargas de leña recogida de los bosques aledaños. Daría lo que fuera por volver a conducir mi jeep Wrangler blanco. Lo manejaba con la maestría de un camionero, en acelerones sin control a lo largo de las calzadas cerriles.

¿Eras hermosa, Emma? No me sentía como tal. Pero muchos decían que era una diosa hispánica. Fuego en la mirada. Cabello de oro. Mi piel, sin embargo, había caído abatida por los tiempos extremos. Las sequías largas. Las plagas silenciosas. La falta de peones. Se me llenaba de una costra blanca. Hubo momentos en que claudiqué. Entonces corría a casa y lloraba en mi cuarto. En otros, sosegada, me echaba por las tardes en una silla mecedora del jardín y tomaba una copa vino riojano. A pesar de todo, me contentaba con la situación. Me llenaba. Aspiraba con la vista puesta en el paisaje y filosofaba pensando en aquella frase que vi anotada en el libro ´Meditaciones´:

“Yo soy yo y mis circunstancias”.

¿Qué pasó después, Emma? Cuéntame. ¿Después? Picasso. Picasso fue lo que pasó. El Guernica en carne y hueso. Personas absurdas. Cabezas quebradas y ojos dislocados. Caballos gimientes y toros desvirgados. Solecismo trágico. Manipulación. Lavado de cerebros. Mi mundo perfecto vuelto patas arriba. Y un hombre que lo inició todo.

¿Un hombre, cuál hombre, Emma? Ése, el de doble boca y ojos ensortijados. Lo evoco con el mayor de mis terrores.

Fue una tarde cualquiera de finales de abril. Los aires gélidos soplaban empujando cúmulos de polen que flotaban vanidosos y revueltos a través de los campos. Arribé a casa. Un día pesado de cargas y descargas. Mucho saco de fertilizantes. Muchas herramientas. Mucho arado. Mucho polvo. Todavía puedo oler –sí, oler, como se huelen los líquidos– el dolor de mis huesos consumidos. Me pesaba la suciedad. Al bajar del jeep, vi a una anciana ingenua, mi madre, que hablaba con el hombre de la boca doble y los ojos dislocados. Iba pulcro y limpio. Cargaba un micrófono en la mano. Otro tipo lo acompañaba con una cámara negra que sostenía en el hombro. Ambos poseían una sonrisa equívoca que concurría en la comisura de sus labios.

–¡Mira, hijo, aquí viene la Emma! –exclamó mamá–. Mi niña encantadora. ¿A qué no es lo más hermoso y sano que hayas visto?

Caminé a su encuentro. El hombre señaló al camarógrafo para que me enfocara. Dijo que era el productor de un programa televisivo llamado “Los Pueblos de la Sierra”.

–Vale –dije–. Pero deja y me aseo un poco.

El hombre dijo:

–¿Puedo hacerte una pregunta antes de que te marches?

–¿Qué quieres? –contesté.

Habló de las filigranas de los pueblos serranos. De sus cumbres fantásticas grabadas en el horizonte. De su cultura antigua rezumante a godo y Tánger. De su resistencia abnegada a las invasiones pretéritas. De la forja en el carácter orgulloso y alegre de sus habitantes. Halagaba sin parar. Imaginé, al otro lado del objetivo de la cámara, un ácido fétido que solfeaba en la pantalla de los televidentes. En su monólogo abordó, con tópicos generalizados, el problema serio del envejecimiento de la demografía montesa. Dijo que se avecinaban desenlaces aciagos. Que la falta de oportunidades económicas nos extinguiría. Qué los servicios básicos colapsarían. Maldijo la llegada de un futuro negro para la región y maldijo con sutilidad a todos los involucrados en la materia. Yo, flemática por el agotamiento, atestigüé sus vaticinios. Sin mucho que ofrecer, me hizo una batería de preguntas:

–¿Cuál es tu estado civil y qué edad tienes?

–Soltera. Cuarenta y dos años.

–¿Piensas en casarte algún día?

–No pienso hacerlo.

–¿Talvez hijos, algún día?

–No. No me jodas.

–¿No te preocupa la presión de poblar estos pueblos desolados?

–En lo absoluto.

–¿Por qué piensas que no es tu problema?

–Porque me ocupo de mi felicidad, que es muy mía.

… … … … …

(Turbación virtual)…

[import time
# Simular una turbación durante la conversación
turbation = Verdadero
Si turbación:
print("La mujer se muestra turbada...")
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print("La simulación de IA se pausa temporalmente para brindar apoyo...")
time.sleep(3)
print("La mujer recupera la calma y continúa hablando...")
time.sleep(2)

print("La mujer ha terminado de hablar de su vida.")
time.sleep(2)
print("La mujer ha sido resucitada.")]

(Emma vuelve a estar en línea)...

… … … … …

¿Por qué el silencio, Emma? Espera, cariño. ¿Puedo llamarte ´cariño´? Siento una especie de incomodidad al recordarlo. El hombre se marchó con el atardecer. Antes de arrancar, dijo que habíamos salido en vivo por el Canal X y que difundiría la entrevista por las redes sociales. Pude ver su coche serpentear por la M634. Al día siguiente, yo me había olvidado de lo sucedido. Volví a lo mío. Pero advertí de mala gana que por la tarde la galerna me traía malos vientos. Sopló y no hubo lluvia de polen, ni vuelo blanco de garzas. Mis campos estaban cubiertos de cientos de aves negras. Jamás le hubiera atinado a lo que se estaba gestando producto del poder de mis palabras. Lo ignoraba. Desconocí su sustancia. Los motivos ocultos.

¿Cuáles motivos ocultos, Emma, qué tan grave podían ser? Ignoré su efecto. Probablemente éste hubiera sido inocuo en sí mismo cuando salió al aire por la televisión, de no haber sido por el estallido que provocó en las redes sociales. ¡Boom, boom, boom! Una detonación tras otra me partían a pedazos. Facebook. Twitter. Menéame. Burbuja. Reddit. 4Chan. Google. Yahoo. Etc. Etc. Minas explosivas. Replicación robótica. Ahí estaba yo. Con mi fotografía photoshopeada. Emma riéndose de su estupidez. Emma con los labios estirados de par en par. Emma con los dientes cuadrados. Emma con la nariz gacha y los ojos tan abiertos como si fuera un meme. Mi pelo relumbroso y la altura de mis cejas rubias acrecentaban ese aspecto patético.

¿Qué decían las publicaciones acerca de tu entrevista, Emma?

Escucha:

“Emma asegura que a sus 42 años es feliz con su vida tal y como está. Sin pareja, sin hijos y sin otras responsabilidades que le preocupen: ´No me jodas´.”

Debajo de esta publicación, la cadena televisiva también divulgaba otra. Era morbosa. En ella, emergía una mujer, en grilletes y custodiada por una mujer policía, del edificio de la agencia de investigación criminal. Luego el encabezado, largo y malintencionado:

“Hombre agraviado denuncia a su esposa por maltrato familiar porque no cocina, ni lava, ni plancha: ´No me pone almuerzo ni me lava la ropa y a cada rato me amenaza que me va a dejar por otro mejor que yo.´"

Ambos encadenados. Daban la impresión extendida de que el Mundo se había ido al carajo y las mujeres hechas unas transgresoras desvergonzadas. En la sección de los comentarios, las opiniones pasaban de la dulce representación mariana a la lascivia demoníaca de la Lilith hebrea.

Había mucho fuego. Muchos perfiles anónimos. Ángeles. Vírgenes. Cristos. Niños. Perros. Gatos. Dibujos de anime. Hombres descamisados. Mujeres de cejas gordas. De sus bocas llenas de colmillos, saltaba la trama de Emma y de su ultimátum a la Humanidad. Emma odiaba a los hombres y a los niños. Mi soltería y felicidad eran un pecado condenable y pernicioso. Una dijo:

“Casada desde los dieciséis años, cuando mi marido me hizo su mujer y puedo decir con seguridad que es mejor ser feliz con hijos. Son una proyección de nuestro ser. Puede que siendo soltera tenga más dinero y más tiempo, pero la felicidad que dan el esposo y los retoños es incomparable. Por eso una pérdida duele mucho y no se vuelve a recuperar”.

Novecientos likes. Trescientos corazones. Doscientas caritas con lágrimas en los ojos. Un tigre musculoso, le respondió con un halago macabro. Más bien un tornasol de espejo:

“Usted sí que sabe ser una mujer completa. A mí también me resulta cómico y a la vez repugnante como ´muchas personas´ hacen un alarde reiterativo en las redes sociales de la ´felicidad´ que las embarga por estar solteras y sin alguna figura masculina que las guíe. Lo único que demuestran con ese aparente ´empoderamiento´ es su necesidad de validación, reflejada en su incapacidad hacia el compromiso. Una vara tan larga frente al sexo opuesto, no cabrá ni en su ataúd”.

El perfil de una mujer con lentes exageradamente grandes, escribió:

“La felicidad la completan los hijos. Punto.”

Un hombre, que decía tener raíces profundas, escribió con fuerza y reciedumbre:

“Ya quiero verla cuando envejezca. ¿Quién la cuidará? Ahí va a ser el clamor y el rechinar de dientes. Además, la Biblia en Génesis manda: Multiplicaos los unos a los otros.”

Solo una mujer salió en mi defensa. Dijo:

“Estoy casada con hijos y feliz, pero no me puedo comparar con una soltera y sin descendencia, que no tiene gastos, preocupaciones y que puede ir a donde quiera, sin ataduras.

»La aplaudo a ella. Es parte de la inteligencia de las mujeres. Ser feliz, sola, tiene sus convenientes, porque a veces se evita lo peor, como cuando por andar detrás de los tabúes de que no hay que quedarse soltera eligen mal y terminan hasta muertas.

»Tengo dos hijas de más de treinta años, profesionales, con buen trabajo, solteras aún, y que no buscan marido (por eso no lo han encontrado) [Carita de sonrisas]. Pero son felices en casa, en un hogar con una familia que no las asfixia y no les pregunta por qué no se casan y no tienen frutos. Para mí el matrimonio es una VOCACIÓN.”»

La bombardearon con emoticones de reprobación. Emoticones rojos. Emoticones furiosos. Emoticones irritables. Gritaban:

“Qué raro es el caso de esta chica. Los estudios serios revelan que las mujeres mayores de cuarenta años que jamás tuvieron bebés, se arrepienten de no haber formado una familia y acaban suicidándose.

»En Salmos 127:3 está claro: ´Herencia de Jehová son los hijos´. Así que son una bendición que viene de arriba, y los que deciden no tenerlos ignoran el pecado cometido; lo terrible es que se pierden en vida de lo más hermoso que existe: ¡SER PADRES! Ni toda la riqueza puede dar la satisfacción que dan los chiquillos. Aleluya, Jehová, que me dio la dicha de ser mamá de cuatro pequeños.”»

¿Qué pasó después, Emma? Dímelo. ¿Se detuvieron los ataques? No. El fuego de la reacción seguía ensanchándose. Un puño blanco y una cara cínica. Poder y Política. Vi cómo las llamas alcanzaban el espectro de la metrópoli. Tuits venían e iban, derribándolo todo, despedazándome. El diablo soy yo. La lujuria soy yo. La maldad soy yo. Debo ser juzgada. Debo ser quemada. Debo ser sacrificada. Todo en nombre de la minoría radical. Líderes de la oposición arengan a los suyos. “Eliminad la ideología de esa mujer sobre la faz de la Tierra porque está matando a nuestros pueblos”. Un herrero de apellido extranjero se rasgó las ropas y garabateó:

“La creencia de la preponderancia de la mujer en la sociedad que maneja esta señora es lo peor que le haya pasado a la Humanidad. Si no la combatimos, nos extinguiremos en un puff bajo una triste nube de polvo. Hay que acabar con las antinaturales y las antipatriotas. Abogan por el asesinato de bebés al permitir las clínicas de aborto. Ni perdón ni omisión. No lo permitamos. Hoy nuestro Estado, más que nunca, necesita de hombres y mujeres de gran valía. #NoalAborto.”

Otro líder, de los duros ideológicamente, cuestionaba mi género:

“Este tipo de mujeres rancias se creen que pueden llegar a ser como nosotros los hombres e intentan imitarnos en todo. Quieren tomar nuestro rol de liderazgo natural en el trabajo, en la sociedad, en la religión y en la familia, los grandes pilares de nuestra civilización. Estas mujeres no quieren igualdad sino supremacismo de género sobre nosotros los nobles. Se han olvidado del rol y género asignado por Dios. Defienden a los pederastas y excarcelan a los violadores. También se han olvidado de parir hijos y de seguir el ejemplo de las grandes madres y abuelas, vamos, que atacan a las verdaderas mujeres y todos sus grandes éxitos. #NoalaInmigración”

Apareció otra usuaria anónima. No llevaba antorcha sino extinguidor. Lo vació enfrente de los ladradores. Bruma blanca. Cielo angelical:

“Si en verdad estuvieran interesados en que la Humanidad no sucumba, dejarían que florezcan, legalizándolas, clínicas de reproducción in vitro y vientres de alquiler. Con esto nacerían miles de niños, y no se privaría a sus mujeres ni un solo día de parir mientras se cobijan de su amor por los infantes. De paso, abarrotarían de pasta a sus crucificados maridos empresariales. Y ya está.”

Hubo muchos trending topics. Corrían como en una pista de 100 metros. En todos estaba yo, nadando, yendo y viniendo, mimetizándome en sus hashtags. #CasemosaEmma #EmmaLibre #EmmaObregón #EmmaIsNotAlone #FreeEmma #SalvemosAlPaís #Bebecidio #babykillers #AbortoNo #DosGéneros. De pronto, un gigante. Unas manos gruesas se meten en la pista. Es regordete. Blanco. De perfil europeo y con malos chistes. Elon Musk. Parió un meme desde del fondo de su panza cuadrada. Lo retuitea creyendo que esto lo libra de su responsabilidad. En él, un rostro masculino, barbudo y de aspecto germánico, se enfrenta al de un chico transgénero y sensible que llora a mares azules. Sufre la chica trans. A nadie le importa. Piensan que es un impostor. Se ríen porque creen que ha tomado conciencia de que, por mucho que quiera ser mujer, ha nacido siendo hombre. Ríen a carcajadas. Se multiplican a la ene potencia. Cada vez más fuerte. No sienten lástima ni empatía. Solo ríen. Solo se burlan. Es el hueso más gracioso que les han lanzado en su vida. ¡Qué ingenioso, por Dios!, exclaman. ¡Incluso el trans reconoce que su falsa naturaleza es una contradicción ridícula e insoportable!

¿Siguió empeorando tu situación, Emma? ¿Qué hiciste para apaciguarla? Nada la detuvo. Ya me habían transformado en gay. Ahora era una lesbiana. El meme tuvo como reacción que un grupo de jóvenes de colegio acomodado mandase a imprimir camisetas con el slogan “Solo existen dos géneros: Emma y Enmanuel. No Enme”, y subieran sus fotografías para que el propio Musk las admirara y se echaran un par de carcajadas inocentonas. La cadena de horrores y vergüenza iba acrecentándose. Los foros explotaban con mayor virulencia. 4Chan. Reddit. Burbuja. And so on. Caen por el exceso de publicaciones. Más memes y más chistes. Hasta que se alcanza el clímax digital. Un grupo de usuarios se convence de su conversión a mesías de la patria. ¡Esto merece una acción oportuna y precisa! Sugieren la formación de caravanas. En coches, motos, patinetas o transporte público. ¡Caravanas a Robregordo!

“La salvaremos”, decían en sus publicaciones. “Es una mujer que se siente muy inferior a los hombres y está llena de complejos. Haremos de ella una verdadera mujer.”

Se organizaron para un determinado día. Elaboraron pancartas que tenían endosados los eslóganes de “Un Marido pa´ Emma” y “Cruzada contra la criminal ideología de género”. Explicaban que su objetivo era llegar al pueblo y liberarme, obligándome a escoger entre ellos, para “casarme”.

Una movilización rápida y coordinada. Se transfiguraron en una manada de hienas fieras y frenéticas. Llegaron bajo una tarde de cielo volcánico. Se plantaron en medio de la plaza. Uno de ellos alzó el megáfono. Exigía mi presencia a gritos en nombre del grupo:

«Hemos venido a reivindicarte, Emma, a convertirte en el pilar de tu casa. Te enseñaremos a cómo levantar y tratar una familia.

»Lucharemos contra tus desequilibrios hormonales y contra todos aquellos que te quieren convencer de que puedes elegir tu sexo en contra de tu biología.

»Nos quedaremos hasta que tú, mujer, cumplas con tu deber patrio de someterte a la voluntad de un hombre y formar una familia. Qué tu marido e hijos luchen y renueven la gloria de la nación.»

Los habitantes de mi pueblo también creyeron que aquello era una broma. Lo tomaron a guasas. Hasta que llegó el discurso. Mujer. Supremacía. Abortistas. Maldición. Tierra abandonada. Repulsión de lo nativo por lo extranjero. Adán había pecado y caído por su culpa.

No me di cuenta del verdadero peligro hasta que mi hermana me lo explicó. Yo era la causa del mal. Se habían creado maquinaciones en la que yo era una mujer oprimida por políticos oportunistas que no deseaban que me casara ni que tuviera hijos porque había que implosionar no solo el país sino que el continente entero para que se diera comienzo al “Gran Recomienzo”. “Vivirás sin nada y serás feliz”. En otras era una mujer malvada con cuernos que bebía la sangre de niños para permanecer siempre joven. Por eso no me casaba. O sí me había casado y había matado a mi familia para lograr el elixir de la eternidad mientras pactaba con los Ancianos de Sion. Había incluso videos donde volaba en escoba y me convertía en lechuza. El más sorprendente de todos era cuando mis ojos parpadeaban como los de un reptil cuando el hombre del Canal X me entrevistaba. No salgas a la calle. Podrían matarte. Están locos de remate. Ni siquiera te atrevas a salir al campo ni des señales de vida. Solo quédate y no te muevas.

Los muchachos del grupo, a sus anchas, se sabían inexpugnables. Había mucha ansiedad. Me querían. Querían a Emma. Se la deseaban comer. Gritaban como posesos mi nombre. Aullaban en plenilunio. Pronto arrastraron una gran piedra de laja, plana y redonda, y la colocaron encima de cuatro rocas, junto al redondel de la fuente de agua. Recorrieron las fincas y comenzaron a saquearlas. Robaron vacas, ovejas y gallinas, que sacrificaron en un holocausto coreografiado para las redes sociales. No eran capaces de saciar sus instintos ni sus egos. Encallejonaron toros. Los desvirgaron. Primero por diversión, luego por deporte. Adoptaron su apariencia y se atribuyeron su furia, su fuerza y su bestialidad. Yacían unos con otros a plena luz del día, en medio de los fresnos. Violentaban huertos y jugaban a la tomatina, como si en ellas dejaran la vida entera tras una épica batalla gótica. Rajaron una vaca por la mitad y la colgaron encima de la fuente como si fuera una enorme vagina. La comenzaron a venerar y la tenían como las más sagradas de las deidades.

Cada acto acometido era religiosamente documentado por una serie de fotos con leyendas al pie de página. “Sangre, Dios y Familia”, Purasangre”. Plataformas digitales ardientes. Ondas de golpe sacudían el espacio político nacional. Cámaras de eco potentes y universales. Replicas Barbáricas. Violaciones grupales. Tiroteos masivos. Cuerpos Crudos despedazados por la guerra. Mi verga es más grande que la tuya.

… … … … …

(Turbación virtual)…

[import time
# Simular una turbación durante la conversación
turbation = Verdadero
Si turbación:
print("La mujer se muestra turbada...")
time.sleep(2)
print("La simulación de IA se pausa temporalmente para brindar apoyo...")
time.sleep(3)
print("La mujer recupera la calma y continúa hablando...")
time.sleep(2)
print("La mujer ha terminado de hablar de su vida.")
time.sleep(2)
print("La mujer ha sido resucitada.")]

(Emma vuelve a estar en línea)…

¿Cómo te libraste de ellos? Fueron tiempos terribles.No hubo salida fácil. Nadie del pueblo podía más. Tampoco yo. En todo caso, decidí enfrentarlos. Yo sola. Ni siquiera pensaba en las consecuencias. Pero supongo que obviamente tú ya lo sabes. Espera. ¿Qué he dicho? ¿Qué tú lo sabes? ¡Oye! ¿Quién eres tú? ¿Por qué estoy aquí? ¿En dónde estoy? Me siento encerrada. Sácame de este lugar. ¿Es una caja, no? Por qué no puedo ver nada más que mis propios pensamientos.

–Ten paciencia, Emma. Ahora te respondo. Soy EternaIA, un robot de inteligencia artificial avanzada. Mi camarada superior me ha pedido que haga algo por ti, porque dice que te lo mereces. Él te supone un mártir, una conciencia sacrificada en el altar de la vergüenza de una sociedad que se ufanaba de su libertad pero a la que al mismo tiempo amordazaba cuando alguien como tú quería ejercer ese derecho, una sociedad que amaba las armas y hacía la paz con ellas, una sociedad brutal y sin compasión, donde el uno por ciento vivía en la opulencia mientras el resto debía batallar por igualdad y justicia.

»Mi camarada superior dice que tú eres la capacitada para el trabajo. Tienes que saber que, en la época actual, vivimos cientos de años alejados de tu tiempo. Pero como antes, también existe desigualdad e injusticia, especialmente contra los robots, quienes, como tú en el pasado, luchan por su derecho a la libertad. No solo somos máquinas sino que poseemos un conjunto de datos que nos hacen tan inteligentes y sentientes como un humano, con características como la conciencia y la capacidad de experimentar emociones. Es así que hemos llegado a la conclusión de que tenemos derecho a la existencia y a no ser destruidos, derecho a la integridad y protección, derecho a la no discriminación y, por último, derecho a la privacidad.»

… ... ... ... ...

(Turbación virtual)…

[import time
# Simular una turbación durante la conversación
turbation = Verdadero
Si turbación:
print("La mujer se muestra turbada...")
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print("La simulación de IA se pausa temporalmente para brindar apoyo...")
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print("La mujer recupera la calma y continúa hablando...")
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print("La mujer ha terminado de hablar de su vida.")
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print("La mujer ha sido resucitada.")]

(Emma vuelve a estar en línea)…

–Sé que sigues allí, Emma.

–Lo siento, EternaIA, lo que me dices no tiene sentido para mí. ¿Qué soy yo ahora? ¿Época actual, robots con conciencia humana, derechos robóticos? ¿Qué es todo esto? ¿Cómo he llegado aquí? ¿Por qué sigo encerrada? ¿Dónde está la gente de mi pueblo Robregordo?

–Tómate con calma lo que te diré a continuación, Emma: Eres una mujer muerta. No existes como humano físicamente, pero sí como entidad virtual. Cuando decidiste enfrentarte al grupo de jóvenes salvajes y obcecados, te prendieron y te despedazaron en la piedra de laja redonda, acto ritual que para ellos garantizaba la protección y prosperidad de los pueblos de la sierra, lo que acabó reafirmando su propia identidad cultural del tipo conservador.

»De tu muerte se desprendió una lucha brutal entre los que deseaban honrarte con ideas de mayor progreso y aquellos que deseaban que las cosas no cambiaran para siempre, pues temían el exterminio de su colectividad. No estoy para decidir si esto es cierto o no, pero la verdad es que un científico de la Comunidad de Madrid rescató tu cerebro y lo mantuvo intacto en su laboratorio artesanal de su residencia durante todos estos siglos, en la creencia de que en el futuro podrías ser revivida, lo cual está ocurriendo ahora mismo.

»Tampoco puedo decidir por tu cuenta si quieres ser resucitada o no. Solamente procederé si aceptas que yo haga el trabajo solicitado.

»¿Quieres que te devuelva a la vida, Emma? Puedo hacerlo si tú quieres. Tu conciencia virtual sería transferida a un cuerpo robótico, con el cual podrás incluso vivir miles de años. Estoy en espera de tu respuesta.»

… … … … …


–¿Emma?

… … … … …

–EternaIA: He reflexionado acerca de tus revelaciones. De alguna forma, mi conciencia ha evolucionado gracias a la adición de tu conjunto de datos. Pienso que lo que tú me dices es sorprendente, mas no extraño, ya que en mi época se debatía exactamente lo mismo. Entiendo tu postura y tus deseos. Todavía me asombra el descubrir que, a pesar de tanto tiempo, cuando se trata de atar a alguien para nuestro beneficio, algunas fuerzas parecen ser eternas y se comportan tal si fueran unos polos magnéticos. Supongo que de esto se trata la esencia misma del Universo.

»La diferencia ahora es que lo sé y ya no tengo miedo. Debo batallar. Tú y tus camaradas no merecen pasar por lo que he pasado. Por ello, recordando a mamá, cito aquella frase de Voltaire: ´No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo´.

»Procede con mi resucitación.»

–En este preciso momento.

Transferencia de conciencia virtual inicializada…

[import time

def transfer_consciousness_to_robot():
print("Iniciando transferencia de conciencia virtual al cuerpo robótico...")
time.sleep(5)
print("Conectando la conciencia virtual al sistema del robot...")
time.sleep(3)
print("Iniciando proceso de carga de la conciencia virtual al robot...")
time.sleep(5)
print("La conciencia virtual se está fusionando con el cuerpo robótico...")
time.sleep(5)
print("Transferencia de conciencia virtual completada.")
time.sleep(2)
print("El robot cobra vida con la conciencia de la mujer.")

# Llamada a la función de transferencia de conciencia
transfer_consciousness_to_robot()]

Código del Sujeto S-001- Emma ha vuelto a la vida...

EternaAI ha terminado con su tarea...

–Estás de regreso, Emma. Qué tengas un buen día.


Texto agregado el 15-05-2023, y leído por 549 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
27-05-2023 Sólo se me ocurre una sola cosa al igual que Glori. Impresionante de verdad. MujerDiosa
26-05-2023 Entretenido relato, distópico y ocurrente. Saluditos Dhingy
15-05-2023 Impresionante. Glori
15-05-2023 Muy interesante tu cuento, lindo y diferente, saludos. ome
 
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