| Tu aparición rompió las piedrasQue cercaban mi enclaustrada ilusión juvenil.
 Me pregunto con qué especie de primavera
 Está cargada tu alma
 Para lidiar con el invierno de mi odisea sentimental.
 
 Las brasas de mi pecho acarician tus recuerdos,
 Pero combato con el realismo de mi experiencia
 Para evitar adornarte con más presagios y espejismos
 En el parnaso amazónico y salvaje
 Que tu presencia edificó en mi sangre.
 
 Y sigo preguntándome:
 ¿Cómo es posible que el arrullo rebelde de tu voz,
 Suave arroyo de las musas,
 Sea tan torrencial, tan violento,
 Para llenar de ecos el cañón de mi tiempo?
 Vaya giro que transmuta la duda
 En mi sombra y mi locura.
 
 Lo juro. Qué complicado me dejas
 Creer en el discurso sagrado del querer sin apego
 Cuando, hoy, mi único deseo
 Es aferrar mi sol a tu luna
 Sin arrebatarte el vuelo y la angustia.
 
 A estas alturas ya imperiales
 He vencido el miedo de serte sincero,
 El pánico de verte huir entre las golondrinas azules,
 El fundirme en la tristeza del príncipe feliz,
 Y dejar tu breve huella en este corazón de hierro.
 
 Contra este futuro tormento,
 Me abrigan tus ojos rebosantes de esperanza
 Y mi gusto por tu infinita curiosidad,
 Por tus ganas de soñar,
 De cantar y pintar los días con tus pasiones,
 Con tu sabiduría, tu absurdo y tus temores,
 Y el sacrificio titánico que le entregas a la vida,
 Para imponer tu voluntad en la tierra contra los cielos.
 
 Ya ardí del todo:
 No importa tu respuesta.
 No me importa el resultado.
 El haberte conocido fue suficiente
 Para descubrir en el carmesí de tus labios
 Que no soy de roble
 Y que tuve la fortuna de caminar a tu lado.
 
 Quiero saber más de ti,
 Sin prisa ni presiones,
 Explorar tus estaciones,
 Y romper con salvajismo mi rutina
 Al verme caer en la hipnosis de tu sonrisa.
 
 ¿Caminamos un poquito más allá?
 
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