Un tobogán, un largísimo tobogán, a cada milésima de segundo se incrementa la velocidad, es espantosa la velocidad, es un tobogán más largo, que horrible sensación, voy de cabeza, luego mis hombros chocan y mis huesos se quiebran, dolor intenso. Y sigue aumentando la velocidad, con los ojos apretados, aullando, viajo sobre las grupas del vértigo, pienso, razono pese a que soy un proyectil, horas y horas sintiéndome una bala, un obús, alcanzo una inusitada y dolorosa velocidad, cada golpe me va desintegrando, allá una mano, acá una pierna, más allá un brazo, soy una bola sanguinolenta que parece haber sido disparada por un potente cañón, soy cada vez menos y lo peor de todo, ni siquiera se me concede el consuelo de la inconsciencia, días, noches, meses se suceden con abrumadora regularidad, lo sé porqué en mi mente se ha instalado una especie de contador que aparece en el centro de mi vapuleada mente. El zumbido es feroz, el dolor ya es parte de mi cuerpo, me parece imposible ir a mayor velocidad, se produce una especie de explosión dentro de lo poco que queda en mi cabeza y luego una multitud de chispas de diversos colores se dispersan fulgurantes como estrellas balbuceantes. Soy un meteoro que vuela por el espacio, el tobogán ha desaparecido. Otra explosión que cual motor que se enciende abruptamente, me propulsa aún más veloz, creo que me voy a desintegrar ¡me voy a desinteg…