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La recuerdo como una mujer que quedó con dos hijos después de un divorcio precipitado. Y que no podría incluirla entre las mujeres de mi barrio. Por el tema de lo estrecho de nuestro concepto del espacio. Además, pensaba que le pegaba más, el mote de la mujer del centro. Pero que luego fue mi profesora en el instituto donde estudié becado por el Ayuntamiento Municipal. Y lo de maestra tuvo sus bemoles.

Al menos, para un alumno que en sus años de primaria, había disfrutado de profesoras que impartían todas las materias del curso. En cambio, la citada mujer daba cuenta del tiempo marcado por el viejo reloj de la pared frontal del cuarto de mecanografía. Lo que para élla era anunciar el inicio de un período en, el que lo quisiera, iniciaba la escritura de un párrafo del manual que había en cada mesa. Y que el alumno al terminarlo le pedía en voz alta el tiempo tomado. A lo que élla le respondía: ¡dos, cuarenta y cinco!

Siendo el chiste del asunto, el comprobar el número de palabras escritas por minutos. Lo que luego se confrontaba con el tiempo sugerido para el párrafo en el libro guía. Y mi crítica interior crecía con los días frente al oficio de la mujer del reloj. Hasta que una tarde anunciaron la primera clase de redacción. Clase muy desacreditada por el falso orgullo de que era innecesaria para quienes éramos estudiantes de secundaria. Y esa idea había cundido en el entorno. Originando la opción entre los alumnos de poder pedir su exoneración.

Cosa, que por íntimas razones mías, rechacé de plano el día de mi ingreso al instituto. Y lo anunciado aquella tarde superó mis expectativas: porque viví una cátedra en el arte de convertir ideas precisas en párrafos exactos. Además, conocí la técnica de incluir la decencia en el objetivo de una misiva. Pero también aprendimos a unir el saludo introductorio con una despedida coherente y educada.

Y me sentí humillado por la satisfacción que en los días sucesivos me unió a los obedientes alumnos que después de sus nerviosos tecleos, les pedían el tiempo a la maestra: ¡Cuatro cero cinco, Pedro!

Texto agregado el 04-11-2023, y leído por 83 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
25-11-2023 Muy buen texto...pienso que hiciste muy bien en reconsiderar las ideas. //aprendimos a unir el saludo introductorio con una despedida coherente y educada.//***** Un abrazo Victoria 6236013
05-11-2023 Es importante reconsiderar. Abrazo Peco. sendero
05-11-2023 Interesante yosoyasi
 
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