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Utensilios de la ‘Tristeza’: una tragicomedia doméstica

Jober Rocha

En cierta ciudad había un vendedor llamado Pesimildo, cuyo lema de vida era "el vaso siempre está medio vacío y probablemente derramará agua en tu mesa". Pesimildo trabajaba en una tienda de artículos para el hogar, pero su visión negativa de la vida se vio reflejada en sus ventas.
Un día, una clienta emocionada llamada Optimilda entró a la tienda decidida a comprar utensilios para su nuevo hogar. Se acercó a Pesimildo, que estaba detrás del mostrador con expresión desanimada, y le dijo:
- ¡Hola! Estoy buscando cosas para mi cocina. ¿Usted puede ayudarme?
Pesimildo respondió: - Bienvenido a la Tienda de la Tristeza. Aquí vendemos productos que apagarán incluso la sonrisa más optimista. Pero, por supuesto, intentaré ayudarte. ¡No te quejes después!
Optimilda sonrió, ignorando el tono negativo de Pesimildo, y empezó a buscar cacerolas y utensilios:
- Necesito unas sartenes antiadherentes – dijo.
- ¡Ah, sartenes antiadherentes! Son geniales... hasta que la capa antiadherente desaparece, lo que probablemente sucederá incluso antes de que hayas terminado de cocinar tu primera tortilla. ¡Pero vamos, aquí tenemos algunas opciones deprimentemente buenas! - dijo Pesimildo.
Optimilda escogió unas sartenes y preguntó por los cubiertos:
- ¿Qué pasa con esos tenedores y cuchillos?
- ¡Ah, los cubiertos! Son como amistades, duras al principio, pero con el tiempo se vuelven no afilados. Pero toma tantas como quieras, después de todo, ¡el placer de cortar la comida es pasajero de todos modos! – respondió Pesimildo.
Optimilda se rió de los oscuros comentarios de Pesimildo y continuó con sus compras. Al llegar a las tazas de café, no pudo evitar preguntar:
- ¿Y estas tazas?
- ¡ Ah, las tazas! ¡Perfecto para contener el amargor de tu bebida caliente y recordar que la vida es tan efímera como la fragilidad de la porcelana fina! – respondió Pesimildo.
Optimilda se rió a carcajadas, sorprendida por la sinceridad pesimista de Pesimildo. Aunque sus palabras estaban llenas de negatividad, ella se dio cuenta de que él estaba haciendo un esfuerzo para que la experiencia de compra fuera divertida.
Al final, Optimilda compró todos los artículos que necesitaba y agradeció a Pesimildo por su ayuda, aunque fue un viaje de compras un tanto peculiar. Al salir de la tienda, todavía, podía oír a Pesimildo murmurar para sí mismo sobre la inevitabilidad de que las cosas salieran mal.
Si bien Pssimildo era un vendedor pesimista, su peculiar actitud aportaba un toque de humor a las compras de Optimilda, haciéndola recordar la Tienda de la Tristeza con una sonrisa en el rostro.
Optimilda regresó a casa con sus compras en la tienda y comenzó a desempacar sus nuevos utensilios en la cocina. Mientras desempacaba las cacerolas, no pudo evitar reírse de los comentarios negativos de Pesimildo.
- "Sartenes antiadherentes. ¡Es decir, hasta que las tortillas que se hagan en ellas se despeguen por completo!"- pensó, riéndose para sí misma.
Con curiosidad por probar las nuevas adquisiciones, Optimilda decidió cocinar una comida sencilla. Cuando empezó a cortar los ingredientes con los cubiertos "no afilados", como los había descrito Pesimildo, no pudo evitar reírse de la comparación con las amistades. Al final, la comida quedó deliciosa y Optimilda empezó a preguntarse si, de alguna manera, los comentarios negativos de Pesimildo habían añadido un sabor especial a los utensilios.
Días después, Optimilda regresó a la tienda para comprar algunos artículos adicionales. Al entrar, notó que Pesimildo intentaba arreglar un estante que estaba a punto de derrumbarse.
- ¡Hola, Pesimildo! ¿Aún enfrentas la inevitabilidad de que las cosas salgan mal?
- ¡Alguna vez! Pero al menos tengo algo que hacer mientras espero que ocurra el próximo desastre.
Optimilda se rió y comenzó a escoger algunos artículos adicionales, esta vez incluidos vasos.

- ¿Y eses vasos? ¿Tienen ellos también un destino trágico?
- ¡Ah, los vasos! Perfecto para contener líquidos que eventualmente se esparcirán y mancharán tu mesa. Después de todo, la mancha permanece, pero el placer de beber es pasajero. Además, ¿qué sentido tiene todo esto si estamos al borde de un conflicto nuclear entre los países más importantes del mundo? – cuestionó.
Optimilda agradeció a Pesimildo y salió de la tienda con una bolsa llena de productos. No pudo evitar divertirse con la peculiar experiencia de compra en la 'Tienda Triste'.
- Aunque Pesimildo era el vendedor más pesimista que he conocido, ¡su actitud única aportó un toque de comedia a mi rutina de compras! – pensó Optimilda.
Nada más salir de la tienda, sus ojos quedaron deslumbrados por un enorme destello que la dejó prácticamente ciega. Poco después, un viento cálido la envolvió por completo y sintió que todo su cuerpo ardía. Sin que ella lo supiera, había comenzado la Tercera Guerra Mundial, predicha por Pesimildo.

Texto agregado el 21-12-2023, y leído por 47 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
23-12-2023 Interesante; me gustó. Vuelvo después de mucho a esta web, con no poca nostalgia, por cierto. Qué tema y qué personajes, incluidos los utensilios, claro está. Sencillo, bien hilvanado. Con diálogos, que son es como deben ser todos los cuentos, según mi perspectiva. O si son solo diálogo, mucho mejor. Saludos. cvargas
 
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