EL TECLADO

En un escritorio dormía plácidamente un teclado alfanumérico. Este tenía el trabajo de cuidar mucha información y bajo gran responsabilidad ocultaba entre sus teclas un pulso eléctrico que caracterizaba al usuario. Imaginemos que este hardware es una comunidad de personas que desempeñan un oficio, de esta forma cada quien representa a un producto que dará como resultado un trabajo.
Un día el teclado se dio cuenta de que su uso era mal encaminado, porque de su funcionamiento solo salía un conjunto de palabras ofensivas, odio e infamia. Entonces, se reunieron las letras y los números a puertas cerradas, bloqueando su propio acceso. Durante el debate unos a favor y otro en contra del usuario decidieron cambiar de funcionalidad, para que todo fuera un desorden como en la torre de Babel donde se confundieron las lenguas. El dueño mal humorado lo archivó y lo remplazó por otro más moderno. El viejo teclado pasó de rincón en rincón hasta que fue a dar a las manos del hijo menor del dueño. Éste con apenas tres añitos tomó el teclado como abecedario. Cada día deletreaba y contaba en éste con gran pasión, hasta que un día en un papel escribió algunas palabras y se las dio a su padre las cuales decían “Papi yo te amo”

17/01/2023