A los fumadores de esta página un abrazo es solo un cuento, pero si deciden dejar de fumar permanezcan en su decisión.

EL CIGARRILLO HUMILLADO

En una casa cualquiera se llevó a cabo la venganza de un cigarrillo con filtro. Fue tan devastadora que afectó a otros fumadores. Todo empezó cuando la víctima decidió dejar el hábito y luchar contra la adicción. Durante meses desintoxicó su cuerpo. El tratamiento incluyó practicar yoga para bloquear el recuerdo de cómo fumar y donde comprarlo. Durante su abstinencia realizó toda clase de ejercicios y controló su presión arterial. Tuvo una dieta balanceada rica en carbohidratos, pocos lípidos, muchas proteínas y vitaminas. Su transformación fue impresionante, que el olor a cachimba desapareció de sus poros completamente. Entretanto, los últimos cigarrillos que quedaron en la cajetilla esperaron todo ese tiempo en su interior hasta que la oxidación los envejeció. El líder de estos sospechaba que tarde o temprano su dueño volvería al vicio. Planeó meticulosamente aumentar su veneno por descomposición y además que su envoltura de papel adquiriera bacterias y hongos. Estudió durante meses para realizar su plan macabro, perfeccionando su acción nociva contra la piel con envejecimiento prematuro, pigmentación amarilla, alteración de los niveles de colágeno y elastina, además de sintetizar muy bien los radicales libres que los caracterizaban para reducir la capacidad antioxidante. Lo que quería crear era un vejestorio con enfermedad coronaria, ya que las arrugas eran evidentes y el corazón estaría expuesto a la falla cardiaca. Día tras día esperaba para efectuar su venganza, su seguridad de victoria radicaba en que aún permanecían sobre la mesita de noche. Ni siquiera la cajetilla estaba llena de polvo, pues cada vez que efectuaba el aseo la limpiaban meticulosamente. El dueño a veces reía al ver la cajetilla y se jactaba de decir que había vencido al vicio, que era una persona renovada y que gozaba de una hermosa salud. El cigarrillo resentido lo miraba con desprecio, porque para él, era un mal agradecido y un hablón. Durante años sus parientes le sirvieron, para que quemara su estrés, su ansiedad e impotencia y tuviera en su boca su olor y la terrible halitosis –. La vas a pagar, ya lo verás –decía constantemente.
Cuando los cigarrillos alcanzaron su máximo nivel tóxico, hubo una fiesta en la casa y asistieron muchos fumadores para celebrar el cumpleaños. Durante las horas trascurridas participaron del festejo el etanol, la nicotina y el alquitrán recién comprados. Todo fue divertido y al entrar en la madrugada se había consumido todo y solo quedaban cajetillas y botellas vacías. Un vecino apareció con una fermentación de frutas y hielo para refrescar el hígado, pero las ganas de fumarse un cigarrillo aumentaban considerablemente. Recogieron las colillas y armaron un tabaco para repartirse la fumada durante algunos minutos. El cumplimentado que no había fumado se activó con los tragos y recordó que tenía una cajetilla con cigarrillos en su habitación, así que sin perder tiempo la trajo a sus amigos y pensó que un cigarrillo no lo iba a matar.

Pasó un año y diez ataúdes iban para el cementerio.

28/01/2024