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SINCRONISMO


Fulgencio vivió de chico en una casa con fondo libre y enorme. No había cerco que separara los límites de la vivienda, después estaba el monte, inmenso, misterioso, se lo podía pisar y adentrarse en él. Allí fue feliz.
Cuando sus padres mueren, vende la casa y se compra un dúplex en la última planta de un edificio de diecisiete pisos. El diseño de la propiedad era raro. Tenía dos accesos. Se podía entrar por la terraza o bien por el piso 17. En la misma, estaba el comedor, la cocina y el baño; por una cómoda escalera curva de metal se accedía al piso superior, allí estaban, el dormitorio y un pequeño patio cubierto, vidriado a la terraza con una hermosa vista a las barrancas.
La esposa de Fulgencio había construido el atelier arriba del dormitorio, al que se accedía por una escalera marinera empotrada a la pared y una puerta corrediza que más parecía la de un placard, que la de una habitación.
La vida transcurría precisamente ordenada. Todas las mañanas la esposa trabajaba en el atelier. Por la terraza, ingresaba la amante, y pasaba la mañana con Fulgencio, en el dormitorio mirando películas. Exactamente a las doce, la esposa bajaba del atelier, dos niveles, a la cocina a preparar el almuerzo, y la amante aprovechaba, a subir al atelier. El hombre almorzaba con su esposa, dormía la siesta con ella, y la amante, se moría de celos, pensando que Fulgencio, hacía el amor con su esposa.
Así transcurrieron los años sin mayores complicaciones, hasta que Fulgencio se enferma. Lo internan y finalmente, luego de algunos días de convalecencia en el hospital, muere, tomado de la mano de su esposa. Cómo ya era de madrugada, despiden a la esposa para que vaya a su casa y le entregarían el cuerpo al día siguiente. Llevan el cuerpo a la morgue y lo dejan en la camilla para que el turno de la mañana lo meta en la heladera. Cuando llega el día siguiente, van las enfermeras para guardar el cuerpo que había quedado allí, pero, lo encuentran a Fulgencio bostezando. Lo llevan otra vez a su habitación, y llaman a la casa para avisar de lo que había sucedido. Atiende la amante, y lo va a ver al hospital. Pasa algunas horas con él, y Fulgencio, muere, de la mano de su amante. Era de madrugada así es que, lo llevan hasta la morgue, y lo dejan en la camilla. A la mañana siguiente, llegan las enfermeras, toman el cuerpo, y lo guardan en la heladera.

Texto agregado el 04-04-2024, y leído por 40 visitantes. (0 votos)


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04-04-2024 Te invito a leer este cuento: https://www.loscuentos.net/cuentos/link/618/618353 eRRe
 
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