LA RESURREECIÓN

Este ensayo está sujeto a una ampliación del estado necrótico.

Uno de los momentos más esperados en la vida de todo cristiano se centra en la resurrección. Este fenómeno se daría después de mantener una vida libre de pecados. Pero debemos pensar que después de años de muerto el cuerpo ya es inservible o está momificado o petrificado, entonces, ¿cómo sería la resurrección en este sentido? Menos complicado sin embargo es la resurrección después de cinco minutos de fallecido, porque en ese lapso aún se puede evitar el daño neuronal y por ende la muerte de la neurona. Un caso especial se llevó en Betania cerca de Jerusalén donde el poder de Dios se manifestó para fortalecer los cimientos de la nueva fe. Con este acontecimiento quedó claro que Cristo es portador de un gran conocimiento en materia de Tanatología y también de Hematología. En esa época la gente quedó estupefacta ante el suceso y si hablamos del presente las personas de hoy en día carían como Condorito ¡Plop!, porque Cristo se marchó en su nave espacial y sería el único según nuestro pensamiento capaz de hacer dicho milagro. Al referirnos a la resurrección leemos en el evangelio de que hay garantía de que se dé, por el levantamiento de Lázaro y la propia existencia de Cristo después de padecer martirio. Pero ¿Qué es en sí la resurrección?, esta es una pregunta que para responderla se debe razonar dentro de la muerte.
La putrefacción es la destrucción celular y en donde la necrosis avanza lentamente para desintegrar toda la arquitectura de los órganos. La resurrección es el proceso inverso donde el fallecido recupera el material genético del núcleo vertido en el citoplasma, después de que se rompe la membrana nuclear. En este licuado de organelos citoplasmáticos agonizantes los lisosomas rompen su membrana y segregan enzimas para acelerar el proceso de putrefacción. Es compleja la resurrección porque la regeneración debe de darse como en estado cataléptico, con esto quiero especificar que al paso del fenómeno irá apareciendo un leve flujo de sangre que irrigará una vez más los órganos y el cerebro. Se restablecerá el PH y la adesintrifosfato volverá a mantener los músculos en forma.
Pensemos en el levantamiento de Lázaro después de cuatro días de fallecido según San Juan cap 11, vers 43,44 y analicemos como fueron creados los cimientos de la fe cristiana. Desde el punto de vista de la observación la resurrección es imposible por la falta de oxígeno en la sangre, tanto los pulmones como el corazón no funcionan y han pasado por el estado cromático y enfisematoso. El cadáver tiene proliferación de bacterias en la flora intestinal con un alto porcentaje de ácido sulfhídrico, el cual ha dejado inservible la funcionalidad de la hemoglobina. Después de cuatro día de fallecido el gas corporal ha hinchado todo el cuerpo y hay desprendimientos de piel posterior a las ampollas enfisematosas o epidérmicas. La realidad nos muestra que el cuerpo sigue las etapas de la putrefacción hasta la reducción prolongada y solo las colonias de bacterias liberadas presentan rendimiento porque los leucocitos ya no las controlan.
Para que Lázaro volviera a la vida se tuvo que restablecer las células madre en la médula y la necrosis pasar a apoptosis. La respiración llenaría de aire los pulmones y tanto oxígeno como nitrógeno y argón serían el inició de la resurrección.
Ahora analicemos como el poder de Cristo hizo el milagro, para fortalecer su imagen como salvador. La oración sincera al padre y su fe absoluta crearon una radiación iónica que fue transportada en el aire hasta el cerebro sin vida de Lázaro. La activación de neurotransmisores por la fuerza mental de Cristo dio impulso al sistema nervioso del fallecido y una vez restablecida la vía aérea, el corazón bombeó sangre al cerebro llevando la oxigenación y la nutrición en glucosa. Hay que tener en cuenta que las lesiones en el cerebro fueron inmediatas después de la muerte y en estado de putrefacción no queda nada del cerebro anterior, por tal motivo la regeneración implicó aprovechar el potasio, el cloro, el sodio y el ATP para que las mitocondrias reorganizaran la membrana celular y volviera a funcionar la bomba iónica. Desaparece el alto porcentaje de ácido sulfhídrico y el gas presente en los intestinos es expulsado al exterior porque los leucocitos vuelven a controlar la flora. Desde el punto de vista científico es una locura pensar en la resurrección después de cuatro días de fallecido, pero desde la fe, la activación de estromas y la leve funcionalidad de la circulación medular abasteciendo el sistema central y periférico nos da la certeza de que Cristo es un gran Dios.

A manera de reflexión pienso en las palabras de Cristo, quién dijo: Lázaro solo duerme. En tal caso una vez éste falleció y antes de que pasaran cinco minutos, recibió una reanimación iónica o sinapsis eléctrica por parte de Cristo dejándolo en estado cataléptico o con un flujo mínimo de sangre para que sus neuronas no murieran.