Harto de esta selva, 
de bestias hambrientas, 
siempre al acecho, 
listas para devorar. 
Cansado, siempre alerta, 
arriba, abajo— 
no sé de dónde vendrán. 
 
Persigo al débil 
para cazarlo, 
engañarlo, 
ponerle trampas, 
alimentarme de su miedo. 
 
Todo el tiempo, 
en cada rincón, 
el peligro acecha: 
colateral, furtivo, 
de reojo. 
 
Me ahogo en carroña, 
en esta selva que engulle. 
La carroña crece, 
una masa informe 
que devora lo que toca. 
 
Grandes, pequeñas, 
presas insaciables 
se escurren, 
muerden, 
furtivas, 
voraces, 
en su danza inestable. 
 
Es una lucha infinita: 
todos contra todos, 
unos contra otros, 
ellos, nosotros. 
 
Estoy harto. 
Me rindo. 
Rendición sublime. 
Hasta aquí. 
Punto final. 
  |