Como siempre, se tropezo y estuvo a punto de caerse. Paro, miro en todas direcciones para saber si alguien se habia dado cuenta de que casi hace un desastre... imaginate si se le hubiese caido esa caja llena de libros viejos en el medio del pasillo? Por suerte nadie lo habia notado. Apoyo la caja en el piso para atarse los cordones por decima vez en el dia. Levanto la caja del piso, y siguio como si nada hubiese pasado.
La seniorita Alicia lo esperaba en la biblioteca. El le sonrio, ella le dio los sobres y se fue.
Camino a su casa, paso por el correo, donde tuvo que abonar 10 pesos por el servicio de envio de los sobres.
No tomaba el tren, ni el bus, ni el tranvia: Pablo preferia caminar. Durante todo el camino se la pasaba mirando a la cara a todas las personas que, como el, caminaban. No queria que el amor de su vida le pasase por anlado sin que el nisiquiera se enterara.
Asique miraba. Y tambien esperaba. Y los dias se hacian semanas, las semanas no pasaban, los tropezones se hacian cotidianos, a veces los libros se caian, a veces no.
Habia dias en los que Alicia le sonreia a Pablo.