UNIDAD ESQUIVA
“De retazos de recuerdos
está hecho el corazón,
de trozos de momentos
está plagada nuestra memoria...”,
—G.C.V.
Releyendo este poema (FRAGMENTOS) se me ocurre la idea de tratar de juntar esos retazos y trozos para tener una pieza única que pueda mirar, lo más íntegra y completa posible; pero descubro que, aunque siendo pedazos sueltos de una misma entidad, no se pueden fusionar porque están hechos de distinta materia; algo así como el agua y el aceite, como si fueran segmentos escritos en distintos idiomas y con jeroglíficos difíciles de entender e interpretar. No tienen un lenguaje común. Un recuerdo en la piel no tiene un eco similar en la mente. Cada uno vibra en distintas resonancias y no se pueden compaginar para lograr una armonía única. Cada recuerdo se guarda en un multinivel distinto y en una multimedia de recursos que luego no se pueden unificar. Todo un caleidoscopio de pensamientos, sentimientos y emociones, aunados al espacio-tiempo en el que se desarrollan los hechos, motivo luego de apego y de ensoñación.
La memoria que atesora el corazón, sólo otro corazón la puede interpretar y comprender. Las huellas de la piel sólo otra piel puede detectarlas. La mente es racional, los sentidos, puramente sensoriales, intangibles. No hay modo de unificarlos ni de sintetizarlos. Tendremos que acostumbrarnos a seguir encontrando piezas sueltas de los recuerdos apareciendo en diferentes momentos y bajo formas distintas, y acostumbrarnos a rememorar de manera fraccionada sin lograr el todo, sin alcanzar la unidad completa, que se desvía en múltiples vertientes de un mismo río cuyo cauce nos desborda y nos supera constantemente. Esa es un poco la tragedia de los recuerdos: no lograr unir ni integrar todas las piezas de un rompecabezas multiforme y multidimensional que escapa a la percepción y al completo dominio de nuestros sentidos y la razón…
Abril 21 de 2025
2da. Parte.
Para complementar el ensayo anterior, pensé en utilizar un ejemplo "sencillo" como el del beso. ¿De cuántas formas y maneras se puede almacenar este recuerdo? ¿Cuántos niveles y dimensiones sensoriales, emocionales, mentales y temporo-espaciales intervienen? ¿Cómo y dónde se guarda cada sensación y percepción? ¿Cómo, luego, se pueden recuperar? ¿Acaso sería posible integrar todo después para disponer de un único y poderoso recuerdo amalgamado por el aporte de tantas, distintas y múltiples vertientes sensoriales y emocionales?
Es un gran misterio. No hay conciencia plena del acto en sí. ¿Cuántas cosas suceden que no logramos percibir en detalle, pero que —posiblemente— sí quedan grabadas en el subconsciente?
Cada sensación va mutando en formas distintas y cambiantes durante la propia experiencia que se vive. Todo es progresivo, acumulativo y dinámico. No hay tiempo para ir midiendo, ordenando, catalogando y codificando las emociones y sentimientos. Es un tsunami que no da tiempo para ni siquiera saber lo que pasa y cómo es que sucede. Es un algo envolvente, arrollador que te arrastra sin medida ni control.
¿Qué registra la mirada antes y durante el beso? Igual, ¿qué percibe el oído y qué experimenta la boca que se reseca mucho antes de llegar al beso? ¿Qué se siente en el corazón y en el alma? ¿Cómo y porqué palpitamos así? ¿Por qué tiemblan las manos, las piernas y se estremece el cuerpo entero? ¿Por qué sudas? ¿Por qué te excitas? ¿Por qué te alegras y por qué se te nubla la mirada y el aliento se entrecorta y sientes que no puedes hablar ni respirar?
Y eso que todavía no se juntan los labios y que la distancia aún parece un abismo infranqueable y hay temor, nervios y latente ansiedad. Hay certezas y dudas, y también preguntas, más el deseo es creciente y la temperatura del ambiente y del cuerpo aumentan más y más. El beso, de pronto, deja de ser beso y se convierte en caricias tiernas, dulces, asfixiantes, lacerantes... Hay un volcán en ebullición a punto de estallar.
Viendo estos pocos elementos (es imposible enunciarlos todos), considero que es demasiado complejo tratar de explicar toda la maquinaria física y sensorial y todos los engranajes que se ponen simultáneamente en acción y se mueven en planos distintos y con lenguajes desconocidos e inexplicables.
Tendríamos que estar conectados con cientos de terminales eléctricas que midan, segundo a segundo, las distintas emociones seriales y paralelas que se vayan dando, de instante en instante. Esa sencilla experiencia es todo un microcosmos vivo con millones de partículas y de células vibrantes en continuo y dinámico movimiento, chocando entre sí, generando ondas eléctricas y sensoriales en todos los niveles del cuerpo, la mente y el espíritu.
Es una misión imposible. Es humanamente inmensurable e inabarcable. Es una tarea desmedida desde donde se le quiera mirar y/o explicar. Desborda toda comprensión y aprensión cognitiva y razonable.
Es equivalente a estar dentro de un remolino que gira a velocidades trepidantes sin darte tiempo a comprender lo que pasa. No puedes luchar contra esa corriente avasallante que te eleva, te sacude y te estrella sin darte tiempo a entender lo que sucede ni cómo es que sucede.
A pesar de ser parte activa de la propia experiencia eres ajeno —en mucho— a los acontecimientos y es sólo el instinto primitivo y visceral el que te gobierna y te dirige.
Y al final de todo, cuando la calma retorna y se vuelve a tener conciencia plena de lo sucedido, viene el recuerdo encapsulado (no sé cómo) en apenas una o dos frases: Fue espectacular. Fue lindo, especial. Fue maravilloso, poético. Fue una locura inenarrable, etc.
¿Y la gama infinita y abigarrada de detalles? El qué paso, cuándo pasó y cómo paso son difícilmente recordables (además, por añadidura, cada miembro de la pareja ha sentido y experimentado cosas distintas que no se pueden llegar a explicar y —mucho menos— comparar). Tan sólo hay destellos, fragmentos, bocetos, luces y sombras, tips, flashes, trozos de recuerdos desperdigados en todo tu ser, en tu memoria, en tu conciencia, en tus entrañas, en el pasado de lo vivido, en lo que ya fue y que se irá olvidando y esfumando lentamente, porque no existe manera alguna de retener el río desbordante del amor, de los sueños y de la vida misma en todas sus múltiples y emocionantes dimensiones...
Abril 22 de 2025
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Gerardo Cardona Velasco. Bogotá-Colombia
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