LA CAJITA MÁGICA
Dedicado a todas esas personas que amamos
y que poco a poco nos van dejando sin sus recuerdos,
sin sus vivencias y sin su voz…
Los recuerdos, como muchas de las cosas que más atesoramos, tienen sus horas contadas y no porque el olvido venga a llevárselos o a empañar impunemente sus vivencias, sino porque con el paso del tiempo van perdiendo su fuerza y ya no logran caminar erguidos, ni levantarse de buen ánimo. Se van envejeciendo a pesar de su excelente memoria y de su recia voluntad por mantenerse vigentes y con buena salud.
Un día cualquiera, a la hora menos pensada, se quedan dormidos o se niegan a hablar o dejan de beber y de comer o de tomar algunas medicinas para el reumatismo y la ciática. Otros usan muletas y cojean un poco o hablan bajito y en secreto o se quedan dormidos en medio de una conversación a pesar de ser libros abiertos de inagotable sabiduría y experiencia.
Los recuerdos y las personas mueren a destiempo. A unos los recuerdos los abandonan más tempranamente que a otros, y a algunos (muy afortunados ellos y sus familias) sus recuerdos les sobreviven hasta el último momento.
Qué buen invento sería guardar de algún modo seguro los recuerdos para no llegar nunca a perderlos, olvidarlos o refundirlos por ahí como normalmente llega o suele suceder. Que llegados a viejos tuviéramos una cajita mágica (una especie de aparato portátil con un programa de inteligencia artificial donde cupiera todo lo valioso y lo aprendido en la vida) para que cuando nos visiten los familiares y amigos tengamos tema de conversación y sea la IA, la que con base en todos nuestros conocimientos y memorias, hablara con ellos por nosotros sin que dejáramos de ser nosotros y sin tener que pasar por la pena de no recordar, ni de ya no tener tema animado y coherente de conversación.
Que los nietos nos dijeran: "Abuelito cuéntanos algunas historias", y el aparatico, que obviamente escucha e interpreta la voz humana, empezaría a narrar historias propias con nuestra voz (eso también lo saben hacer las IA), o que para cuando llegaran amigos, el aparatico conversara con ellos acerca de esos momentos maravillosos y todos nos riéramos y pasáramos un tiempo agradable como viejos amigos reviviendo anécdotas, cada uno usando su maquinita de los recuerdos, siempre dispuesta y a la mano: una especie de Alexa personal y de bolsillo.
Y para cuando nos hayamos ido, porque algún día nos tendremos que ir, que quede la cajita de recuerdos del abuelo por ahí para consultarle cosas, pedirle su consejo y saber cómo se resuelven algunos problemas de algebra o geometría o nos recite un poema romántico o nos hable de la importancia del perdón, del tiempo, del olvido, de cualquier cosa o del inagotable amor de Dios y sus designios.
Seguiríamos tan vivos que no nos echarían nunca de menos y, por el contrario, alguien podría decir a mitad de la noche: “Callen al abuelo que no nos deja dormir…”
Febrero 3 de 2025
Gerardo Cardona Velasco-Colombia. |