El aire se tiñó de sangre
y la sangre, de ponzoña
cuando murió aquel amor
que como inmortal ignora
el morir y el transitar
e impregna de sordo dolor
la realidad que lo aloja.
¡Qué harás, traviesa,
del corazón que te dí...!
Aun con él fuera de mí
siento una pena aviesa.
¡Qué curioso resultado
siempre acordarme de ti
pese a que no estés aquí
y no amar ni ser amado!
Pues ese amor que me arrasa
es un amor del pasado
como de alguien que, parado,
llora ruinas de su casa.
¿Qué ha de crecer de las ruinas
de un sueño que no fue imperio?
¡Líbrame del vituperio
de existir sin existir!
Dejadme ya fenecer,
apagarme, dormir: morir.
Y si he de renacer
que sea sin rastro de mí.
Texto agregado el 25-04-2025, y leído por 40
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Lectores Opinan
25-04-2025
Es muy triste;pero es un amor que se niega a morir...
Me gustó*****
Saludos.
Victoria 6236013