Después de que a Edmundo lo echaron de la editorial, nadie quería darle empleo, pues no estaba preparado para ningún trabajo. De carguero no servía, pues se doblaba con tres kilos de peso. Para detective menos, pues se hacia descubrir fácil y lo sacaban a punta de patadas de las instituciones en las que se infiltraba buscando información de narcotraficantes disfrazados de empresarios. De todo trabajo que conseguía lo echaban pronto, pues era muy menso, además de sapo. En el barrio donde vivía era el hazmerreir por bobo. Como su situación económica era tan precaria, le tocaba hacer mandados a los vecinos del barrio Las Mercedes. Lo mandaban a pagar los servicios púbicos y le pagaban con monedas, monedas que el guardaba para su sustento y el de la Terrecita, que cada día estaba más flaca y fea, pues con esa dieta cualquiera se enferma, a cualquiera se le bajan las defensas. La Terrecita, estaba pensando en traicionarlo, pero nadie le pelaba muela siquiera, pues era demasiado flaca y fea, apenas para Edmundo Rojas Riquelme, que solo era panza y ojos.
Un día, doña Rosa le pidió el favor de que le llevará un paquete de galletas al profesor de su hija. Edmundo, aceptó de inmediato, pues siempre se la pasaba pobre; se podría decir que sobrevivía de milagro y porque los vecinos le daban pan y pastas. El café lo compraba él, pues con lo poco que ganaba no le alcanzaba para más. Edmundo, se dirigió al colegio donde estudiaba la hija de Rosa; llevaba en el bolsillo de su chaqueta un paquetito pequeño que le había dado Rosa, para que entregara al profesor de Angelita. Él no sabía que en el paquetito iban cinco galletas en forma de estrellitas de cinco puntas.
Edmundo, no aguantó más la curiosidad y abrió el paquetito; al ver que eran chocolates en forma de estrellitas, sucumbió a la tentación de comérselas. De las cinco estrellas, se comió cuatro, pues el hambre lo devoraba. Luego siguió hacia el colegio donde estudiaba Angelita. Arregló el paquete de la mejor manera, de repente empezó a sentirse mal, de un momento a otro se puso pálido. Pese a ese malestar, logró llegar al colegio y entregar el encargo al portero del colegio, quién lo llevó pronto al profesor de Angelita. Este sin tardanza lo abrió y se comió el chocolate en forma de estrellita. La mamá de Angelita, tenía amores con el profesor de Angelita, aunque la relación venía un poco mal, pues el profesor no le había pagado un dinero que le adeudaba, desde hacia seis meses. La relación estaba a punto de terminar por el incumplimiento de él. Edmundo, después de entregar el encargo, se regresó para su casa. A los pocos metros de caminar, se sintió peor que hacia un momento, tan mal estaba que se desplomó sobre la calle, para su desgracia un motociclista lo arrolló y se dio a la fuga.
Los agentes de policía llegaron a ayudarlo, pronto llamaron a unos paramédicos, quienes llegaron pronto en una ambulancia y lo llevaron al hospital más próximo, pero Edmundo llegó muerto. El destino le dio la mano a Rosa, pues con cinco chocolates en forma de estrella y con un poquito de TTX, eliminó a Edmundo. El profesor ya estaba sentenciado y aceleró el viaje a las sombras, al rodarse por la escalera y golpearse la cabeza.
PEDRO MORENO MORA
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