Una sed enorme lo despierta en la madrugada. Va a la cocina. La luz del refrigerador ilumina un plato. Allí, una cabeza con el mismo peinado que él. El mismo lunar en la mejilla. Una lengua larga y polvorienta.
«Tengo sed», le dice la voz.
Con violencia, se incorpora de la cama, con un nudo caliente en la garganta y el corazón desquiciado. Se queda inmóvil y masacrado, esperando la mañana.
Misma que ya no vería.
Texto agregado el 29-04-2025, y leído por 26
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A veces los sueños nos impactan de tal manera que puede suceder lo que expresas.
Tanto que no existe un mañana.*****
Un fuerte abrazo Rub querido
Victoria
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