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EN CUERPO AJENO


EN CUERPO AJENO

Morí esta mañana en un accidente al salirme de la carretera mientras conducía de regreso a mi casa. Ahora mismo estoy en la morgue en la sala de necropsia, la cual parece más una sala de cirugía que otra cosa. El procedimiento toma de 2 a 4 horas, pero en mi caso la autopsia duró apenas hora y media. Justo al salir de esta sala ya había otro cadáver que iba a ser atendido. Pasé tan rápido por su lado que no pude saber de quién se trataba, pero su perfil se me hizo familiar. Sin duda era una mujer. Rato después, no logro precisar cuánto tiempo pasó (quizás por lo adormilado, mi espíritu aún no adquiere conciencia plena del hecho de que estoy muerto y que debo abandonar mi cuerpo), me hallaba ahora en una funeraria. En esta nueva instancia ya me vi afuera de mi cuerpo (es algo muy extraño contemplarme dormido, pero sin vida), mas no tenía ningún sentimiento de pesar, ni congoja. No obstante, no quería moverme de allí. Temía, sí, que mi cuerpo fuera acechado por otros espíritus que quisieran cogerlo para reencarnar en otro. De hecho, a pesar de que aún no había público, es decir, amigos y deudos, sentía la presencia de muchos espíritus caza-cuerpos. Yo mantenía mi mano tapando mi boca (bueno, la del cuerpo dentro del ataúd), porque de esa manera impedía que se colaran dentro y me (le) ocuparan. Muchos espíritus curiosos se acercaron a preguntar la edad y la causa de la muerte del occiso. A todos les decía: 30 años, accidente en automóvil. En esto llega el espíritu de una mujer que se queda mirando fijamente mi cuerpo y solloza. En medio de sus lágrimas pronuncia mi nombre: “Lucas, amor mío…”. "Perdón", le digo, “¿quién es usted?”. Ella voltea a mirarme y la reconozco y ella, también, a mí. “¿Sofia? ¿Sofia Maldonado?”, le pregunto. “Sí, soy yo, Lucas”. "Pero, no entiendo, ¿acaso estás muerta?”. “Sí”, respondió ella. “Ayer, después de que supe de tu accidente me dio un ataque fulminante al miocardio y fallecí”. “Entonces tú fuiste la mujer que yo vi esta mañana en la morgue”. Nos abrazamos eufóricos, pero compungidos. Sin embargo, me separé de ella y le dije; "¿Y tu cuerpo? “Estoy en esta misma funeraria en la sala 203 del segundo piso”, me dijo. “Cuida mi cuerpo. Tápame o tápale, mejor, la boca. Ya regreso”. En segundos astrales (el tiempo en el que se mueven los espíritus, a 3.3 veces la velocidad de la luz) volví con Sofia. “Te ves preciosa, amor, no quise dejarte, pero debía volver contigo. Ya visité las 35 salas funerarias en los seis pisos y sólo hay 13 féretros: 8 hombres y 5 mujeres. En tu sala sólo vi un caza-cuerpos. Era el mismo calvo que me estuvo rondando hace un rato. Busca el cuerpo de un hombre. En la sala 503, donde hay un niño, están la gran mayoría de ellos “, dije. "¿Y ahora qué vamos a hacer, Lucas? Esto es una locura. Sabes bien que debemos partir o, rápidamente, tomar otro cuerpo antes que entren en rigor mortis", dijo Sofía con angustia. "Sí, hay que actuar ya. No sabemos a dónde nos van a enviar los gendarmes del más allá (así les dicen a ellos por ser los que embarcan a los espíritus errantes, como nosotros, a sus destinos eternos), pero, primero escucha esto: ¿Sabías que hay siete cielos y siete infiernos?”, “No, cómo así”, preguntó Sofía, interrumpiéndome. “¿Quién te dijo eso?”, añadió incrédula. “Pues, al recorrer las salas me encontré con uno de los gendarmes y me habló de cada uno de los fallecidos. Justo empezó conmigo, pero ignorando quién era yo, me dijo: “El de la sala 105 es un tal Lucas Beltrán Perdomo, un joven arquitecto que falleció en un accidente. Estaba por casarse. En la sala 201 hay una abuelita de 85 años que murió de cáncer de colon”. (A ella la vi y me recordó a mi madre. Lucía angelical. Sin duda una linda y santa señora). Ahí fue cuando me habló de los 7 cielos y los 7 infiernos, y me aseguró que esa abuelita, doña Helena Madariaga, iba directo al séptimo cielo. “Los cielos no quedan en nuestra galaxia sino en la de Andrómeda”, empezó a explicarme con detalle. “Los infiernos sí están en la vía láctea, siendo el planeta Mercurio el séptimo infierno por ser el más caliente de todos. Allá se debe sentir bastante calorcito”, me dijo Gregorio en tono burlón. Después me contó de una joven de 25 años, sala 203, que sufrió un paro cardíaco. Era hija única, a punto de casarse. Recién se había graduado de socióloga. Una muy buena chica que va para el cuarto cielo. “Haga de cuenta un hotel 4 estrellas”, acotó con simpatía. Yo no le hice ninguna observación, ni le dije que yo era su novio. Después continúo con otros dos hombres, uno de 65 años que murió en un atraco al salir del banco, luego de retirar su pensión. “Él va para el segundo infierno por tacaño y usurero”, afirmó Gregorio. Después siguió con Daniel Felipe Roa, un abogado penalista de 48 años que había sido asesinado. “Al parecer trabajaba para la mafia”, me dijo. “A ese (el de la sala 301) le figura un cuarto infierno”. Y así prosiguió con cada uno de los espíritus errantes que andábamos sueltos por la funeraria como: Juanita Duarte, joven de 18 años, suicidio, infierno 3 (sala 303), Esteban Calle de 34 años, accidente en moto, infierno 1 (sala 304), Mario Pinilla, anciano de 90 años, muerte natural, cielo 1 (sala 401), Mariana Pardo, ama de casa de 32 años, por feminicidio, infierno 2 (sala 404), Danilo Mesa Murcia, 45 años, político, infierno 4 (sala 406), Luz Marina Mendieta, 23 años, murió al dar a luz, cielo 5 (sala 502), llegando así a la sala 605 donde estaba un niño de 5 años, Carlos Daniel Meneces Figueroa, que murió de bronquitis. “El niño viajará con la señora Helena. Era un angelito”, dijo. Luego me comentó que el cuerpo del chico estaba custodiado por dos gendarmes porque muchos espíritus errantes aspiraban usurpar su cuerpo para reencarnar como niños nuevamente y no lo vamos a permitir, pues no queremos niños contaminados por espíritus trajinados y llenos de vicios. Los espíritus errantes, en su mayoría, creen que reencarnando tendrán una mejor vida y al volver a la tierra llegan a un infierno. Nuestra filosofía al respecto es que, si quieren sufrir, pues allá ellos; además, tampoco van a recordar nada de su anterior vida ni su experiencia temporal como espíritus errantes.

A continuación, me mostró las naves para los viajes a la eternidad: una azul y otra roja. Son naves invisibles para los humanos y están listas para salir a las 8 a.m. a recorrer otras funerarias y al mediodía inician los respectivos viajes siderales. En ese momento me despedí de él (si bien con muchas inquietudes) y vine a contarte todo, amor. ¿Cómo te parece?”. “No sé qué decirte, Lucas. Es todo un cambio de paradigmas en muchos sentidos acerca de nuestras creencias más arraigadas”, dijo Sofía, confundida. Luego le dije: “Y nada nos asegura que viajaremos juntos a ninguno de esos planetas y, además, desconocemos la suerte que vayan a correr nuestras almas, aunque tú, como dijo Gregorio, vas para el cuarto cielo, pero yo no sé qué será de mi", dije algo abatido. “No se lo pregunté al gendarme”. "Lucas, tranquilo, esto es lo que vamos a hacer", complementó Sofía con clarividente certeza. "Vamos a desertar y como no podemos retornar a nuestros propios cuerpos, tú tomarás el mío y yo el tuyo”. “¿Y después qué haremos?”, le pregunté escéptico. “Pues, seguiremos juntos con nuestras vidas, cariño. Nos veremos este domingo en la iglesia como lo teníamos planeado: tendremos una gran boda…”


P.D:
La idea del anterior cuento nació de este microcuento:

CUERPO DESHABITADO


Mi cuerpo está deshabitado. Sin corazón y sin alma soy un cascarón vacío, un cuerpo asediado por fantasmas, una caverna de murciélagos y vampiros, una pesada carga que no puedo levantar ni llevar conmigo. Ayer, mi vehículo más preciado, hoy un fardo que debo por siempre, a su suerte, abandonar...




GerCardona. Cajicá-Colombia, mayo 1 de 2025

Texto agregado el 01-05-2025, y leído por 39 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
09-05-2025 Se que es un cuento,pero he pensado que puede ser que los muertos sepan que murieron;pero en ningún momento hablan de un familiar querido,solo se refieren a los fallecidos que están ahí junto a sus cuerpos. Ahora esa pareja,logro reconocerse y aunque queden con los cuerpos cambiados,seguirán juntos. Mi deseo sería estar sin vida;pero cercana a los que fueron los míos. Me ha gustado leerte Un abrazo Victoria 6236013
02-05-2025 Me gusto, ojalá puedan seguir juntos estos espíritus enamorados. tete
01-05-2025 Tenebroso y a la vez Otilia no. Binito
01-05-2025 Una historia de espíritus. Muy entretenido leerte. Miriades
01-05-2025 Sabes? Me he quedado pensando luego de leer tus dos cuentos si... podrás dormir esta noche! Jajaja, perdón, es que la muerte me espanta. Saludos. ' Sabes ome
 
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