"Déjame en el monte, déjame en el risco,
déjame existir en mi libertad,
vete a tu convento, hermano Francisco,
sigue tu camino y tu santidad."
- Rubén Darío, Los Motivos del Lobo
A los doce años, en un país que apenas emergía de un férreo ateísmo, mi padre me entregó un poema de Rubén Darío: Los Motivos del Lobo.Desde ese instante nació una fascinación que se convirtió en la brújula de mi existencia.
Durante años, mi mente infantil abrazó el ideal inalcanzable de ser como Francisco de Asís: esa figura que, con su sencillez casi milagrosa, parecía tener la llave de la santidad. Mi niño interior lo sigue haciendo. Corre a abrazarle.
Con el tiempo, empecé a pensar más en el lobo. No como la bestia condenada a su naturaleza,sino como quien ha aprendido a ver el mundo sin ilusiones.El lobo observa, ama a Francisco,
pero también entiende lo que es ser parte de un sistema corrupto.Francisco, en cambio, era un fuera de serie, un ser extraordinario,una señal viva de lo que significa la verdadera santidad.
Me llevó años asimilarlo, pero algo quedó grabado en mí:
Francisco me llama a la santidad. El lobo me dice: si no puedes, sé digno. |