Algo ha quedado aquí. No tengo dudas.
Algo inconcluso, es cierto, pero es algo
que flota en el ambiente de esta casa
entre las hordas grises de los ácaros...
Estás aquí, y no puedes responderme,
tu voz es el silencio articulado,
y me abrazas vestida de paredes
que hace mucho no pinta mi cansancio.

Algo quieres decir. No te preocupes.
Te puedo discernir hasta en el aire,
porque el amor conversa sin palabras,
y todo lo dijiste con amarme.
Tiende un blackout el cielo decidido,
pero algo de sol llega de la tarde,
como si algo de tu alma decidiera
entrar por la ventana y visitarme.

Algo que no se toca ni se mira,
algo que no se escucha te recrea,
como si de pronto algo le arrancara
una sonrisa al tiempo y la tragedia.
No mires demasiado este desorden
que colecciona latas de cerveza.
Hace poco encontré tu vieja escoba,
con ella barreré la noche entera.

Si lloro, no te asustes, porque hay algo
que tengo que llorar aunque no quiero,
tal vez sea un enfermo depresivo
que no sabe apreciar que no está enfermo.
Tengo algo que decirte: por la noche,
cuando acaba el ladrido de los perros,
mis pensamientos hallan en las sábanas
algo de la tibieza de tu cuerpo.

Algo que fue tan nuestro se mantiene
y me mantiene a salvo de mí mismo,
como en su propio tártaro impiadoso
el diablo no se quema ni es cautivo.
"Por ahora -diría un sacerdote-,
todo tiene su premio y su castigo."
El mío tal vez sea no tenerte
en esas tardes cuando no hay partido.

Y ya que gira ahora la pelota
en un canal cualquiera de Argentina,
me arrojaré de nuevo en el sillón
hasta escuchar callar las golondrinas.
Tal vez iré por algo a la heladera
y saltaré, al hacerlo, alguna silla.
O tal vez encargue algo por teléfono,
algo para los dos, como una birra.

L.G.C.