Clamor de pájaros volando bajo.
Cristales helados creando un nido para el ocaso.
Un manantial púrpura derramado en su rastro.
Templos de tiempo, rezan y registran los momentos.
Arco y cuerda tensos en la espera.
Hoja en la piel de la vena, pulsando hacia la verde hoguera.
Un fuego inquieto que busca y encuentra;
un tibio vaho empañando el aliento,
una circunferencia alada de pureza,
un bastón para el entendimiento,
algo para apoyar antes que se desvanezca,
tragado por el horizonte,
comido en su costumbre,
ingerido con la mirada sin tocar la cara,
degustado hasta el infinito de su mansedumbre.
Desnudo en sus rasgos,
indefenso,
carne de paloma y aposento.