EL CULTIVO DE TRIGO Y LA MOLINERÍA HIDRÁULICA EN SOCOTÁ
El paisaje de Socotá no recibe las caricias de mares, ni de ríos inmensos, ni por estos cielos aparecen grandes naves de la tal Avianca, ni de otros pájaros metálicos. Hace siglos de siglos habría en estas tierras de hoy Socotá algún mar que no tendría limite, y que sus aguas se fueran evaporando, por arte de no sé qué, no sin antes dejarlo empapado con las lágrimas de sus llantos.
Esta tierra no es desmerecedora de nada, ni de envidia de otras; la arquitectura del creador se conjuga con la laboriosidad de los hombres, su contextura bien definida por el barro de su suelo, y el arco iris bien colorido, combinado con los cultivos que se convierten en campos de despensa. Tierra fecunda que el campesino labra con el fado de su arado, doblegado por el ansia de satisfacer las necesidades propias y de extraños.
Bajo este gran cielo azul y aséptico aparece la gran cordillera de los Andes con sus Peñas Negras y montañas coronadas de nieve, en las jugosas colinas que parecen los senos de la madre naturaleza; las vegas de Comaita y Chusvitá cañaduzales, los bosques llenos de maderas y pájaros con estéticas sinfonías.
A través de su historia Socotá ha sobresalido entre los demás de la provincia como un pueblo agrícola y pastoril. Esta modalidad no ha cambiado con el paso del tiempo ni con el auge de la tecnología. Cuando el conquistador Hernán Pérez de Quezada llego a estas tierras, se encontró con hábiles agricultores que ya sabían sembrar y cosechar variedad de productos como la papa, la calabaza, y variedad de frutas.
Desde tiempos remotos la explotación agrícola se ha desarrollado con el mismo sistema primitivo, con las mismas semillas y prácticamente con el mismo rendimiento, aun cuando las tierras se han empobrecido debido al laboreo constante y sin mejora técnica, trayendo consigo, la deforestación y la erosión.
El trigo se produce en la totalidad de climas fríos y en algunas partes bajas del municipio. Su ciclo de producción es de aproximadamente de 7 meses. Su producción es beneficiada, casi en su totalidad en las industrias molineras, debido a su excelente calidad, aunque en los últimos años, la producción bajo, por la importación del mismo de otros países, los campesinos siembran solamente para el consumo familiar.
Otros productos importantes en la alimentación del pueblo Socotense que, se producen en clima frío y cultivados por los mismos campesinos son: el haba, el maíz, la papa, la cebada, la alverja, el frijol y otros.
Una vez cosechado el cultivo de trigo se procede a la trilla que, es una actividad que se hace, en esta región colombiana y consiste en separar la paja del grano, después de la cosecha y siega, con bueyes y yeguas, que pisan los racimos de trigo como ayuda. Estos animales, daban vueltas y vueltas sobre el trigo y la paja, y los destamadores, con una horqueta lo aventaban y lo apaleaban hasta que los separaban, luego los arrimos, con escobas hechas con ramas de monte, barrían y ayudaban a limpiar el grano, esto se hacía en una era. La era, consistía en un pedazo de tierra firme, en forma circular, que los campesinos adecuaban en sus fincas para trillar el trigo.
Esta tradición viene desde la época de los egipcios y romanos, pasando a España y trayéndola a América y Colombia, por los conquistadores, que no se adaptaron al consumo de la comida a base de maíz.
En Tunja, se sembró por primera vez y desde entonces, se dispersó por todo el departamento de Boyacá, siendo en Socotá uno de los lugares más agradecidos para el cultivo. Segar, es cortar el trigo con la hoz. La hoz es una herramienta utilizada para cortar el trigo, tiene forma de media luna, es de metal y tiene dientes como un serrucho, posee un mago de donde se coge.
La trilla, se convertía en una fiesta de la familia y amigos, ya que se divertían, y todos, tenían su recompensa por ayudar. Con la paja se hacían montones o mojones, compuesto por muchos ataos. El trigo es la base de la alimentación socotense, muchas comidas se pueden preparar, con este cereal: cuchuco de trigo, arepas de toda clase, pan, sopa de ruyas etc., de ahí que la región haya sido pionera en los molinos hidráulicos.
Las ollas rucas eran traídas de la Salina de Chita y la vajilla, con que se atendía a los parveros era de barro y fabricada en el Sochuelo. Actualmente las máquinas han reemplazado esta ceremonia campesina, pues, es más rápido y fácil y se emplean pocas personas, alrededor de la trilla.
Los paisajes de Socotá, en el Parque Nacional Natural de Pisba, llegan a alcanzar temperaturas inferiores a los cero grados centígrados, en él, se encuentran los frailejones y otras especies vegetales que guardan el agua, para después convertirlos en lagunas y ríos que, luego serán el sustento y supervivencia de muchos seres vivientes.
En su territorio se encuentran, los páramos de Pisba, Farasí, Las Lajas, Crisol, Cadillal y Almorzadero. La mayor altura del oriente es el páramo de Peña Negra, más conocido como Páramo de Pisba, de gran valor ecológico, es un ecosistema de los más hermosos del país.
Estos páramos dan origen a ríos como el Pauto, que nace en el alto de los Romeros a 3.700 metros de altura, con el nombre de Quebrada Cañaverales, el Río Cravosur y, otros ríos e innumerables quebradas y riachuelos que riegan el territorio de los llanos orientales, desembocan en el río Meta y van al Orinoco, bañando gran parte del territorio venezolano.
Otros que riegan el territorio socotense, como el Cómeza, que nace en la laguna del tablón y corre de sur a norte en un trayecto de 20 kilómetros, El Mausa nace en la laguna del oro, atraviesa el municipio de oriente a occidente y desemboca en el río Chicamocha en la vereda de Chusvitá; Las Pailas, nace en Pantano Hondo y desemboca en el río Còmeza, otras quebradas y ríos de menor caudal, que llevan sus aguas al vecino departamento de Santander a través del río Chicamocha y, a otros departamentos, por el río Sogamoso y río de la Magdalena.
Sobre los 3.000 metros de altura, encontramos hermosas lagunas, como la del soldado, los patos, las estrellas, la colorada, del oro, la del perro, laguna verde, la laguna grande, la batanera, la del loro etc.
También, hay animales de vida silvestre que estaban en extinción, pero con el cuidado de la Comunidad de Benítez y las normas ambientales aún podemos ver osos, leones, tinajos, conejo silvestre, curí sabanero, venado blanco, mediano o locho y mono de cacho cachipeinado, gallinetas y otra diversidad de aves.
Este parque se constituye en legado histórico y cultural para la nación. Simón Bolívar y su ejército atravesó el páramo de Pisba, el 5 de julio de 1819 y en Quebradas las matronas de esa época, en cabeza de doña Cleotilde Escobar de Niño y del alcalde de Socotá, alojaron a la tropa, que venía muerta de frío y hambre, en la casa de los molinos, reanimándolos, para que pudieran seguir su ruta libertadora. La totalidad del área del complejo de Pisba se encuentra en jurisdicción de Corpoboyacá (94%) y Corporinoquia (6%).
Aprovechando el agua que desciende del Parque Nacional Natural de Pisba, los socotenses se idearon los canales de irrigación cuya función es llevar las aguas desde la bocatoma, hasta los predios o fincas donde serán utilizados, para regadío consumo o para hacer funcionar los molinos hidráulicos. En Socotá, este sistema, ha conducido miles de litros de agua, a través de muchos kilómetros de distancia, durante años, para regar las cosechas.
El agua es llevada por unas zanjas o acequias, más conocidas como tomas, que van, desde un río o quebrada, a través de unos canales abiertos que no dañan el medio ambiente y que siguen un recorrido con desniveles, que le permiten al agua fluir naturalmente, posibilitándole, a las veredas más lejanas y escazas de agua, obtener este precioso líquido.
Por eso, es que los paisajes socotenses, están adornados, con estas tomas a lo largo y ancho del municipio. Entre las acequias más conocidas o de mayor impacto, por su construcción y diseño, está, la del periquito, cerca al puente de Mausa; las de la Vega, Comaita, Guarchita, Coscativá y Aposentos entre otras.
Con este sistema, se alimentan los molinos, cayendo un caudal de agua en una pendiente canalizada, con un declive de unos 45 grados.
Los molinos hidráulicos, se conocen desde 1807, según comentarios de algunos residentes de las veredas donde están ubicados, los pocos molinos que sobreviven.
Para su funcionamiento se requiere de una casa en tapia pisada construida exclusivamente para el molino. Adentro, unidas por un eje hay dos piedras talladas, entrecruzadas que muelen los granos, y en la parte externa, por el centro y por debajo de la casa, está diseñado en una media luna, unas aspas de madera que giran al hacer contacto con un chorro de agua que es llevado a través de una zanja, proveniente de las quebradas o ríos que descienden del páramo. La harina se recogía en unas artesas. La maquila por moler una arroba de grano era una totumada de harina.
Durante muchos años, por estas tierras se vieron romerías de todos los pueblos vecinos en pro de conseguir harina para el sustento. En la actualidad hay muy pocos molinos hidráulicos, solo quedan algunos funcionando a medias en Socotá, en las veredas de La Vega, Fraylejonal, Guatatamo, Cómeza y en la vereda vecina de El Curital, muy cerca de los ríos Cómeza y las Pailas, y otros qué, en décadas anteriores, tuvieron su esplendor, por la cantidad de granos que llegaban al molino para procesar, como maíz, trigo y cebada; solo quedan las ruinas, como el de doña Soledad en La Vega.
Estos molinos fueron muy importantes, porque allí, los que llevaban los granos a moler y que venían de diferentes veredas y pueblos de Boyacá, establecían ciertas relaciones sociales, de donde provenían los encuentros con los amigos y los noviazgos, que más tarde emparentaban y sellaban con las fiestas de dos o tres días de matrimonio.
Todo este ensamblaje de moler granos se vino decayendo, por las políticas gubernamentales, de no apoyar a los campesinos en la producción agrícola, como por ejemplo la importación de cebada; lo cual conllevó, a qué con el auge del carbón, las parcelas fueran abandonadas, y solo en ellas quedaran los ancianos, sin ninguna posibilidad de producción.
Seguramente las nuevas generaciones no conozcan de esta forma de moler los granos que, fueron durante muchos años, el sustento de las familias campesinas Socotenses, y eran quienes abastecían el mercado de harinas y cereales en la región.
Con la harina que sale de la molienda del trigo, son muchas las comidas, que el campesino socotense prepara, especialmente utilizando el horno de leña o preparando las deliciosas arepas.
El horno de leña, por definición, es un aparato, que genera calor dentro de un espacio y es capaz de mantenerlo durante algún tiempo, lo que permite cocinar alimentos.
En Socotá, era tradicional el horno de leña, llamado así, porque su combustible es la leña. En la mayoría de las casas del campo, sobresalía de la casa, un turupe en forma de bola, lo que indicaba, que ese era el horno. El horno era hecho con adobes y tapia pisada, el piso y el cielo de los hornos en la mayoría de los casos va en ladrillo, para mantener más tiempo el calor; formando una bóveda, dispuesto sobre algo plano, generalmente a un metro de altura, con una abertura, que era la entrada del combustible y de lo que se quería cocinar allí.
El piso del horno donde se hace la combustión se llena de cenizas, lo que hay que limpiar, con una pala de madera y una escoba de ramas, para dar espacio a los productos que se van a cocinar allí.
El orificio de entrada de la leña y de los productos a preparar, estaba dentro de la casa; su consumo energético es el menos eficiente y es el que más emisiones de dióxido de carbono tiene, pero las comidas quedan con un sabor delicioso.
La mayoría de la gente en este territorio, lo usaba para el amasijo, especialmente en semana santa o cuando empezaban las siembras, que debían tener muchos obreros.
En él, se preparaba el pan, la mantecada, los roscones y otros productos, que hoy son típicos de las panaderías. En el siglo pasado, inclusive, llegando al año 2000, era difícil, que, en Socotá, encontramos una panadería, el pan que vendían en las tiendas lo traían de Socha o de Paz de Río.
Es insólito si, recordamos que Socotá fue pionero con los molinos de agua y gente de todas partes de Colombia, venía con sus cargamentos de maíz, trigo y cebada, a que se los molieran.
Ahora, ya casi no se usa, porque, los hornos se modernizaron y en el mercado, encontramos hornos de toda clase, para las familias y para todo gusto; como hornos de gas, eléctricos, microondas y para la industria, conforme a sus necesidades, hasta hornos crematorios que usa la iglesia.
De la misma forma otro producto de la región que se prepara a base de la harina de trigo es la arepa.
La arepa es un alimento imprescindible en la gastronomía socotense, se conoce en la alimentación diaria, desde la época de los chibchas, cuya base fundamental era el maíz y del que también, una vez fermentado se obtenía la chicha, bebida tradicional en la vida diaria.
La arepa es una masa redonda, que se hace con harina de maíz, y se cocina en una laja o se puede fritar, al igual que la zarapa qué, no, es más, que la misma arepa, pero hecha con masa de maíz fresco o mejor conocido como mazorca. Aunque en esta región, el terminó zarapa o sarapa, es lo mismo que mecato, es decir, el avió o la comida que el campesino lleva a su trabajo.
La base de la alimentación de los indígenas era el maíz, pero cuando llegaron los españoles, no se adaptaron a esta alimentación y entonces fue cuando, la nobleza española añorando consumir el pan blanco de su tierra, manda traer las semillas de trigo, que por primera vez fueron sembradas, en el sector de la calleja, en la ciudad de Tunja.
El trigo, junto con el maíz y el arroz, son los granos más producidos y consumidos por el hombre. En Socotá, aunque se consume arroz, no se cultiva, por eso el trigo y el maíz, fueron los que se impusieron, en la base de la alimentación con la preparación de la arepa.
El trigo, y el maíz se lleva a los molinos hidráulicos o movidos por agua, del que sacan la harina, elemento fundamental para fabricar las arepas. Los socotenses, desde entonces, incluyeron, en sus costumbres alimenticias, la arepa hecha de harina de trigo, por eso encontramos arepa liuda, arepa frita y la muy famosa, hecha en la vereda de Parpa, la arepa tiesa, que se acompaña con una tasa de café negro.
La forma de la arepa tiesa parece ser, que viene de Nápoles, Italia, ciudad donde algunos autores afirman, que la pizza, tal y como se conoce en la actualidad, procede de este lugar. La base de la pizza, es una masa redonda gruesa, es decir, una arepa tiesa socotense.
Ojalá volvamos a ver los campos cubiertos de un color dorado, con los cultivos de trigo, a ver las trillas en las eras, a escuchar la caída del agua por las canales para mover las aspas, a ver las casas que se convertían en sede social mientras molían los cargamentos de granos, y volvamos a comer arepa, con la harina de trigo que sale de los molinos hidráulicos. |