La bruja

Todas saben que existe una bruja muy mala, pero que vende un producto que es
todo lo contrario. Esta contradicción la vuelve una bruja muy famosa y requerida por el pueblo.

—Señora bruja, déme una poción para el amor.
—¡Jajajaja! —se ríe la bruja—. Te daré esta pócima, la he tenido guardada en mi cueva.
Es la última que me queda. Disfruta del amor, ¡jajajaja!

—Bruja mayor, por favor, necesito una pócima para dejar de estar borracho los fines de semana. Me ha traído muchos problemas. Ayúdeme, por favor.
La bruja hace memoria y recuerda un viejo suero de color gracioso.
—Acá está, usted. Tómelo con cuidado. ¡Jajajaja!

—Señora bruja, mi horrenda curandera, estoy en la universidad y me va mal,
siento que soy bruto. Por favor, déme algo.
La bruja se preocupa y se le encoge su horrendo corazón.
—Este es el que mejor me ha tratado —piensa—. Le daré algo preciso.
—Mire, joven, estos caramelos de calabaza le ayudarán mucho.
Coma uno o dos caramelos de calabaza cada fin de semana.

La bruja acaba su día y cierra su tienda,
coge su escoba y se va riendo y volando entre el bosque
embrujado.

Para la bruja más bruja de la televisión,
mi querida Magaly Medina.