El guerrero galáctico

El guerrero galáctico se quitó su traje y sus botas supersónicas, y al costado del río se dispuso a descansar.
Su piel era color caoba y su rostro mostraba satisfacción por las aventuras que todo guerrero galáctico vive.

Dio un recorrido por el lugar donde había aterrizado.
Era un sitio colorido: el cielo era crema,
los árboles, azules y blancos;
la tierra, celeste.

—Me parece haber estado aquí antes... pero no recuerdo bien. Qué lugar tan extraño.

Sacó su computadora y le dio instrucciones para analizar el entorno.
La computadora le respondió con voz sensual:

—Es la Tierra en la que usted nació, mi amo.

—Vaya, es cierto... Hace tiempo que salí por las galaxias y peleé contra tantos aliens,
que ya me había olvidado de que nací en algún lugar.

—Computadora, manda un mensaje interestelar, invitando a todos mis hermanos guerreros galácticos.
He vuelto a casa, y por eso haré una fiesta interestelar.

La computadora respondió con su voz sensual:

—Claro, amo. Lo que usted diga.

El guerrero galáctico fue a su nave y ordenó:

—Nave, me quedaré en este planeta, pues es mi hogar. Conviértete en mi búnker,
porque hoy recibiré a los guerreros galácticos que combatieron conmigo.

La nave respondió también con voz sensual:

—Sí, mi amo. —Y la nave se convirtió en un búnker.

Esa noche, los guerreros galácticos festejaron y recordaron sus batallas por el espacio interestelar.

Para uno de mis jugadores favoritos:
La Foca Farfán.