Ayer tuve la necesidad de ir al Registro Civil para sacar unas copias de mi acta de nacimiento, como el lugar se encuentra relativamente cerca me fui caminando. El trámite en el Registro fue breve, unos quince minutos y como las copias las pedí de libro, me indicaron que las entregarían en cinco días más. Emprendí el regreso con la idea de comprar un cortaúñas y un par de bolígrafos que había visto al pasar de ida, con un señor que tenía tendida sobre un lienzo en el piso, su mercancía. Cuando llegué, el hombre ya estaba recogiendo sus cosas.
-¿Ya se va? – dije.
-Ya es hora – respondió.
- Cuando pasé le vi unos cortaúñas.
-Sí, aquí están. Tengo de varios tamaños.
Me los mostró y escogí uno.
-¿Qué precio tienen sus bolígrafos?
-Uno, veinte. Dos por treinta pesos.
Los compré también.
Seguí caminando a paso lento hacia casa. No llevaba prisa alguna y nada me preocupaba. Iba disfrutando caminar. Entonces escuché la música de un cilindro. Las notas de Amorcito corazón entibiaban el aire de la tarde. Qué bonito la cantaba hace muchos años Pedro Infante, actor con un gran carisma. A todos encantaba.
Uno de los cilindreros se me acercó gorra en mano para inquirir si gustaba cooperar, así que saqué una moneda del bolsillo y se la di con mucho gusto, más cuando el que operaba el cilindro comenzó a tocar Cielito lindo, esa otra canción tan mexicana, que habla de nuestro país y creo que no hay ninguno de nosotros que no la conozca, la tararee o la cante.
Unos pasos adelante me encontré con la señora Santana, una vecina a la que le encanta el chisme y que estaba viendo a un camión enorme cargado con bultos de cemento, tratando de dar vuelta en una de las calles de la colonia que no son tan anchas. Le costó mucho trabajo al conductor del camión, dar la vuelta sin pegarle a algún auto estacionado.
-¿Ya vio cómo van dejando las coladeras nuevas que están instalando? Todas chuecas y además son de plástico, no metálicas. ¿Usted no va a las juntas de la colonia? Que la verdad es que en ellas no resuelven algo importante, puro chisme y palabrería. Nadie se pone de acuerdo.
La señora se notaba molesta, quizá con justa razón porque ya iniciaba el cambio de coladeras en otra calle y la vialidad iba a estar cerrada hasta que terminaran de instalarlas.
Con coladeras nuevas en las calles de la colonia y pasos peatonales marcados con pintura reciente, el gobierno municipal piense que ya cumplió, no es así. El pavimento de las diversas calles está lleno de hoyos y parches disparejos, sin contar los robos de autos y la inseguridad que no falta.
Al llegar a casa mi buen humor no había cambiado, pero debo reconocer todas las carencias que pasamos los que vivimos en un barrio popular.
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