Silencio
El silencio en el pequeño departamento le pareció mas profundo que lo habitual.
Sintió que ella despertaba y se vestía con la practicidad mecánica de siempre. Él se quedó en la cama unos momentos más.
Al rato, ya vestido, se acercó a la cocina y la observó con cariño. Ella percibió su mirada y le sonrió. Con un beso se dieron los buenos días.
Luego de un frugal desayuno el levantó los platos y ella se dispuso a lavarlos.
La mañana transcurrió tranquila. Ambos se dedicaron a la limpieza del departamento.
Al mediodía y todavía con un plumero en la mano, Él se apoyó en el marco de la puerta de la cocina y miró la miró con ternura mientras cocinaba. Los labios de ella se movían en silencio como murmurando una canción.
Se sentaron a la mesa y el comenzó a comer, los fideos parecían un poco más desabridos que lo habitual. Entonces percibió la mirada de ella y se detuvo a verla. Ella lo miraba con cariño y una sonrisa triste se dibujaba en sus labios. El estiró su mano y le sonrió.
Terminaron de comer y otra vez la rutina de levantar los platos y lavar. Todo quedo ordenado.
El, ya en su sillón, tomó el libro que estaba sobre la repisa y un tanto somnoliento se puso a leerlo. En un momento se asomó a verla. Ella tejía un sweater o algo parecido, otra vez sus labios parecían murmurar una canción. El retomó la lectura.
La noche cayó sobre el departamento.
El suspendió la lectura con la sensación de haber pasado las hojas sin recordar nada. Se levantó y se acercó a ella abrazándola por detrás. Ella marcó el punto en su tejido y lo observó momentáneamente con la sensación de no haber avanzado, luego cogió sus manos dejándose abrazar.
Se levantaron y se dirigieron a su dormitorio. Ambos se cambiaron en silencio y se metieron a la cama. Como todas las noches se dieron mutuamente la bendición y rezaron una oración en silencio que solo ellos conocían.
De pronto ella, incómoda, se levantó y trato de cerrar las cortinas del cuarto, pero luego de tres intentos no lo logró, estaban trabadas. Refunfuñando volvió a la cama y buscando la mano de El cerró los ojos. Al rato ambos dormían.
María le preguntó a Juan.
- ¿Qué haces?
- Nada- le contestó, - solo miraba al departamento del frente -.
- ¿Cual? – le preguntó ella.
Él le contestó apuntando con el dedo: “Ese, ayer el portero del edificio del frente me comentó que hace una semana murió un matrimonio de ancianos en su cama tomados de la mano. “Aparentemente monóxido” arriesgó el portero. Ahora, en este momento, el departamento está a oscuras pero lo que me sorprendió recién, es que acabo de ver moverse las cortinas del dormitorio”.
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