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Celeste y los lunes con su abuela

¿Alguna vez han conocido a una niña que guarda en su memoria los lunes más mágicos de su infancia? Esa niña se llama Celeste. Empezó a quedarse los lunes por la tarde en casa de su abuela, una casa donde la rutina no existía y cada rincón parecía tener una historia que contar.
A los cinco años, Celeste soñaba con ser: veterinaria, ingeniera, modelo... incluso casarse con Ronaldo y viajar en su Lamborghini. Tenía una imaginación desbordante, y su mejor compañero era un amigo imaginario con quien compartía cada pequeña aventura.
El primer lunes que llegó a casa de su abuela, una tormenta cayó con fuerza. Celeste se asomó a la ventana con los ojos muy abiertos y le habló a su amigo invisible:
—Así es divertido… ¡mira! Las flores bajan con la corriente. Cada vez que llueve más fuerte, bajan mangos pequeñitos. Mire cómo ruedan. Las hojas secas se quedan atascadas cuando caen los chorros de agua. Y esos pajaritos se están mojando y pelean… ¿por qué pelearán? ¡Uy! Esos carros salpican por los dos lados…
—Abuela, quiero salir a la calle y meter los pies en el agua que corre, ¡es un hermoso río!
—No, Celeste, no puedes salir. Te puedes enfermar.
—Bueno, la próxima vez me dejas meter los pies…
Y así fue su primer lunes.
El segundo, Celeste llegó con su gato blanco llamado Libertad y con un hámster que le había regalado su papá. Esa noche, su abuela no le permitió dormir con el gato. A la medianoche, un olor desagradable llenó la sala: Libertad se había orinado. Y Aureliano, el hámster, estaba arrinconado, temblando. Al día siguiente, Celeste lo sacó de su jaula. El pequeño roedor vio un balde con comida… y en un instante, aparecieron ratones de todos lados. Libertad se lanzó y se comió al hámster antes de que los otros ratones escaparan. La abuela pegó un grito cuando el gato se le abalanzó encima.
El tercer lunes, Celeste quiso un dulce. Salió con su abuela a visitar a Milena, la vecina de la tienda.
—Abuela, la reja parece un laberinto. No quiero entrar…
Pero justo entonces cayó un palo de agua, y tuvieron que refugiarse junto a una cruz de madera que Milena tenía en su vitrina. Al rato pasó “Monedas”, el personaje del pueblo que siempre estaba en el bar Cuatro Esquinas. Se detuvo, miró a Celeste y dijo:
—La niña es adorable… ¡es un terremoto!
—No es un terremoto —respondió la abuela con una sonrisa—, es un terremotico, por lo tremenda que es.
El cuarto lunes, salieron al parque a comprar juguetes que la abuela donaría a los niños de la Fundación Crecer. Luego entraron a una panadería. La abuela pidió panchocha con chocolate, y Celeste, un Milo frío con almojábana.
De vuelta en casa, la abuela vio que el agua entraba por el patio y un olor a cañería lo invadía todo. Le pidió ayuda a Celeste, y la niña contestó con picardía:
—¡Yo no nací para hacer oficio!
Pero cinco minutos después ya estaba ayudando, riendo entre trapos y baldes. Ese fue el último lunes que Celeste pasó con su abuela.
Los años pasaron. Celeste terminó el bachillerato y fue admitida en la Universidad de Antioquia para estudiar Veterinaria. Una mañana, recibió una llamada. Su madre le dijo que su abuela estaba delicada.
Volvió al pueblo. Escuchó los gallos cantar, vio gallinazos rompiendo bolsas negras en las esquinas y sintió el olor a estiércol fresco. En ese instante, los recuerdos la golpearon y las lágrimas comenzaron a caer.
En el hospital, su abuela —extremadamente delgada, — parecía desvanecerse entre las sábanas. Pero al escuchar la voz de su nieta, abrió los ojos. Una sombra de luz la iluminó. Pasaron un par de días, hasta que, un siete de diciembre, en su casa, la abuela falleció. Su cuerpo reposaba en la cama, y a su lado, en el suelo, estaban los libros donde había escrito todas sus historias.
Celeste se marchó del pueblo arrojando una rosa blanca desde el cementerio hasta la salida. Y antes de irse, prometió continuar con el legado de su abuela Liliana.

Texto agregado el 02-07-2025, y leído por 25 visitantes. (3 votos)


Lectores Opinan
03-07-2025 Bellísimo…Esa unión entre nieta y abuela es mágica. MujerDiosa_siempre
02-07-2025 Que hermoso cuento y que gran amor y cotidianeidad compartieron abuela y nieta,ese lazo irrompible que siempre vivirá en el alma...Saludos Victoria 6236013
02-07-2025 Los legados y promesas son importantes como los lazos de cariño y amor. La buena siembra fructifica y lo bueno crece con amor desde el corazón. spirits
 
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