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YIHAD

Erase una vez un lugar sagrado. Un jardín paradisiaco para el deleite y descanso eterno en la creación De Dios; el al-Yanna. Estaba lleno de palmeras, olivos, naranjales y distintos árboles frutales. Abundaba la Iris haynei con sus abultados pétalos lilas y su tallo verde claro creciendo silvestre frente al mar.

Hoy se llena de los más veraces y piadosos seres. Se ha arado la tierra para sembrar la inocencia y hacer florecer tan maravilloso jardín. Así pensaba Nazzir mientras recitaba el Corán durante la búsqueda del cuerpo de su hijo Yihad al que había dejado en el hospital Nasser de Jan Yunis.

Vagó por las asoladas calles de la ciudad preguntando entre los vecinos. No pudo preguntar a su esposa y sus hermanos porque se en contraban sepultados en los escombros que aún no se habían removido. Yihad tuvo la suerte de salir con vida de aquel bombardeo. Se encontraba frente a la casa jugando al fútbol con otros niños al reventar en pedazos el barrio. Nazzir lo encontró tirado en el suelo. Trasladó el cuerpo ensangrentado al hospital más cercano.

Regresó a casa para remover los escombros dejados aquel día durante el bombardeo. Las brigadas sacaron los cuerpos en pedazos sin poder identificar a ninguno de ellos. Los envolvieron en túnicas blancas como mártires. Regresó al hospital para acompañar a su hijo. Fue muy tarde.

Las tropas de seguridad habían entrado al Nasser y arrestado a pacientes y médicos por igual. Se produjo el esperado desalojo de pacientes bajo el pretexto de que se encontraban terroristas. Ya no quedaba nadie. Perturbado y desorientado caminó toda la ciudad. Intentó conversar con los soldados quienes lo arrestaron.

Los días de encarcelamiento no mitigaron su afán de encontrar a Yihad. Al salir del encierro escudriño casa por casa de aquel viejo barrio. La voz de Yihad se escuchaba en el susurro del viento, su rostro se veía en cada rostro de cada niño encontrado en el camino. Nasir lloraba en un llanto que se convertía en el himno de todo un pueblo. No se encontró solo, cientos de madres y padres buscaban sus pequeños, lloraban al unísono. Otros, clamaban por sus hermanos, padres, o vecinos….

Regresó al hospital donde lo había dejado. Desenterraban 200 cadáveres en fosas comunes. Permaneció en espera de nuevas noticias mientras cantó la azalá que el Corán recita a los mártires. De rodillas y con el rostro hacia el cielo gritó Al-lahu Akbar al sentir la suave mano de Yihad sobre su hombro izquierdo.

Texto agregado el 22-07-2025, y leído por 68 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
24-07-2025 El celular me cambio palabras,perdón ... 6236013
24-07-2025 Que triste que exista que sensación más el bien y el mal y que muchos se inclinen por el segundo En este caso es desgarrador que tantos mueran,pero el niño felizmente estaba con vida. Que sensación de tibieza me provocó ese final una manito suave que tocó su hombro. Te felicito Me encantó Un fuerte abrazo Victoria 6236013
23-07-2025 Excelente texto donde se observa una dualidad, así como todo lo que tiene que ver con el ser humano y la misma naturaleza. Saludos y estrellas. nelsonmore
22-07-2025 El primer párrafo y la mitad del segundo no ayudan nada al texto. Hacen que todo el horror que se describe pase ante el lector como la noticia impersonal sondeada en la mañana mientras se toma el café. Eso independiente del descuido en la redacción. Gatocteles
22-07-2025 La vida o mejor dicho, los seres humanos nacen con algo así como la maldad y la bondad en sus cuerpos, eso se trasluce luego en saber elegir que camino tomar, unos hacen el bien y otros las guerras en las que sufren todas las partes por igual. Quizá algún día prevalezca lo bueno y terminen de destruirse para volver a comenzar en un mundo nuevo. Saludos. ome
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