UNA CARTA DEL PASADO
El sobre llegó un día cualquiera. Estaba dirigido a Emilia, y el remitente era “Alex", un nombre que ella no recordaba. Emilia se preguntó quién podría ser y como obtuvo su nombre y dirección.
Dentro del sobre encontró una carta escrita a mano, con letra elegante. Era breve, pero sus palabras resonaron profundamente en su corazón. Alejandro le escribía para decirle que había encontrado su dirección en el viejo baúl de sus recuerdos, y que quería saber si ella vivía aun en el país.
Ella se sintió intrigada. ¿Quién era Alex y qué relación habían tenido en el pasado? Releyó la carta, y esta vez se percató de que Alejandro mencionaba un verano en particular, donde ella, siendo una adolescente había pasado unos días de playa con su familia.
De repente, los recuerdos comenzaron a fluir. Emilia recordó al joven que había conocido en la playa llamado Alejandro, que había sido su primer amor. Pasaron horas jugando en la arena y compartieron secretos y sueños.
La carta despertó en Emilia una mezcla de emociones. Se sintió nostálgica y curiosa, y se preguntó qué habría pasado con Alejandro en todos estos años.
Decidió responderle, y le preguntó que había sido de su vida después de aquel verano. Alejandro respondió con una carta larga y detallada, contándole sobre sus logros y desafíos, sus amores y pérdidas.
Emilia se sintió conmovida con la historia de Alejandro, y se dio cuenta de que había estado viviendo en un mundo paralelo al suyo. Intercambiaban cartas regularmente, y Emilia se sintió cada vez más conectada a él.
Un día, Alejandro le propuso que viajaría para que se encontraran. Emilia aceptó, y se preparó para el encuentro, preguntándose qué pasaría cuando se vieran frente a frente después de tantos años.
El día del encuentro llegó, y ella estaba nerviosa y emocionada. Se puso su vestido favorito y se maquilló ligeramente, intentando parecer natural. Se miró en el espejo y se sintió satisfecha con su apariencia. Luego, se dirigió al punto de encuentro, una heladería.
Al llegar, lo vio sentado en una mesa, mirando su teléfono. Él se levantó y sonrió, y ella sintió un vuelco en el corazón al comprobar que seguía siendo el mismo chico, aunque con unas arrugas y algunas canas que lo hacían parecer más maduro.
Se abrazaron cálidamente, y Emilia recordó aquellos días felices. Comenzaron a hablar, y pronto descubrieron que tenían muchos temas para ponerse al día.
A medida que pasaba el tiempo, la joven se dio cuenta de que la conexión seguía siendo fuerte. Compartieron recuerdos entre risas y ambos se sentían cada vez más cómodos.
Al salir, Alejandro le propuso caminar por el cercano malecón. La conversación fluía, y ella empezó a pensar que había reencontrado con el amor de su vida.
De repente, como si hubiera una comunicación telepática, Alejandro se volvió hacia ella y la miró a los ojos.
—Emilia, —dijo— pensé mucho en ti todos estos años y soñaba con este momento. Me pregunto si podríamos intentarlo de nuevo.
Ella se sintió el corazón en la garganta. ¿Qué debería responder? ¿arriesgarse a retomar el amor del pasado, o mantener las cosas como estaban?
No lo pensó mucho, lo miró, sonrió, y mientras caminaban en silencio sintiendo en sus rostros el aire yodado del mar, aceptó su propuesta.
Fue el inicio de una relación madura y definitiva que los iba a unir para siempre.
Años después se preguntarían qué habría sido de sus vidas si Alex no hubiera reencontrado la dirección para enviar aquella primera carta, gracias a la cual hoy disfrutaban su amor con la certeza de un futuro feliz.
Alberto Vásquez.
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