Estar en la cresta de la ola
Mira… estar en la cresta de la ola es como esos surfistas que se lucen en la playa. Los ves allá, parados sobre la tabla, con esa postura que parece de postal, deslizándose como si fuera lo más fácil del mundo. Y cuando la ola se pone brava, se quiebran, se agachan, desaparecen entre la espuma… y salen del otro lado como si nada.
En la arena, la gente los mira de todas las formas posibles: unos de reojo, fingiendo que no les importa, pero con la envidia marcada en la cara; otros, bien parados, diciendo que ellos lo harían mejor —claro, desde la comodidad de la toalla—; y los veteranos, esos que ya están curtidos y con el bronceado que no se quita, contando que en su juventud también surfeaban… y para que la historia parezca más cierta, sueltan frases como: “La clave es elegir bien la ola” o “La posición perfecta es el pie izquierdo adelante”.
Pues bien, cuando nos juntamos con amigos y, por falta de temas, terminamos hablando de nuestros trabajos, pasa lo mismo. Cada uno cuenta sus hazañas como si estuviera ahí, sobre la ola más alta. Todo grandilocuente, lleno de gestos heroicos. Y, cómo no, siempre hay uno que, desde lo alto de su supuesta experiencia, te lanza: “Si hubieras hecho esto, te iría mejor”. Algunos pueden decirlo porque tienen buenos cargos; otros… bueno, se nota que están más cerca de chapotear en la orilla que de surcar olas.
Lo gracioso es que hasta para contar desgracias hay competencia. A ver quién ha capeado la peor tormenta: que si un despido esquivado por un pelo, que si una amonestación injusta, que si una pelea monumental con el jefe o un subalterno. Es como una competencia, pero al revés: gana el que salió flotando después de que la ola se le vino encima.
Del sueldo, ni hablar. No porque sea de mala educación, sino porque es fácil mentir y difícil de creer cuando alguien presume. Así que el ranking se mide en otras cosas: quien es más imprescindible en su trabajo, en viajes urgentes (más puntos si son al extranjero), fines de semana sacrificados, trasnochadas eternas “porque sin mí la empresa no rinde”. Esos son los que se coronan campeones de la cresta de la ola.
En informática, durante años nos creímos indispensables, sobre todo en cierres anuales e inventarios del último día hábil de diciembre. Era como un estado de guerra: prohibido enfermarse, prohibido faltar. “Si la empresa cierra, es porque todos estuvimos aquí, trabajando”.
Mis colegas de la banca tenían su propio campeonato: el feriado bancario. Ese día era su gran final, su momento de brillar. Cuadrar todo, correr contra el reloj, salvar el año… y luego contarlo como si hubieran rescatado la economía nacional.
Pero llegó la tecnología, y, bueno… la ola empezó a achicarse. Los cierres ya no eran batallas, sino trámites: ahora basta con ver que el informe cuadre y listo. Los bancos igual: la información concilia de un día para otro. El feriado bancario dejó de ser una necesidad y empezó a parecer un día libre de lujo. Tanto así, que ya se habla de eliminarlo.
En cualquier parte del mundo esto pasaría sin pena ni gloria. Pero aquí, en mi Chile lindo, somos especiales. Mientras en otros países la gente se esfuerza por ir en la cresta de la ola, aquí tenemos una corriente que celebra cada vez que la ola se achica. Reducción de horas laborales, nuevos feriados… y ahora, con la posible eliminación del feriado bancario, los empleados protestan, porque le están quitando un día que fue “ganado con luchas sindicales”.
Y no protestan porque pierdan algo esencial para su trabajo. No. Protestan porque les quitan un día libre que, siendo honestos, ya no sirve para nada. Y ahí están, firmes, reclamando, como si el mar estuviera en deuda con ellos y tuviera que mandarles una ola gigante, solo para que sigan diciendo que son surfistas.
Qué quieres que te diga… tal vez no tengamos a los mejores del mundo sobre la tabla, pero aquí en Chile sí sabemos surfear… incluso sobre olas que ya no existen. Y lo peor —o lo mejor, según se mire— es que lo hacemos con una sonrisa, como diciendo: “Sí, la ola ya se fue… pero el día libre, ese me lo dejas”.
|