Había una vez, una pequeña niña llamada Rocío, que después de haber tenido un día muy largo haciendo sus tareas, viendo la televisión y jugar mucho con sus muñecas, se quedó dormida de tanto cansancio y empezó a soñar.
Roció soñaba con que era una linda mariposa, que volaba por verdes y florecidos campos.
Y en uno de sus viajes conoció a una linda mariposa llamada Sara.
Sara empezó a mostrarle lugares hermosos, jugaban juntas y se hicieron muy buenas amigas.
Hasta que un día su amiga Sara se quedó atrapada en una enorme tela de araña.
- ¡Auxilio! —¡Auxilio! —gritaba.
—¡No te preocupes, amiga, yo te salvaré! – dijo Rocío.
Pero ella revoloteaba sin saber qué hacer. Sara lloraba porque no podía salir.
La señora Araña estaba durmiendo junto a ella; era muy negra y peluda. Era muy aterrador ver de cerca a la señora Araña.
Rocío y Sara tenían mucho miedo, pero Rocío se llenó de mucha valentía y decidió despertar a la señora araña. No, no lo hagas, me comerá —dijo Sara.
No, no te preocupes, dijo Rocío y con su voz muy temblorosa empezó a decir:
- ¡Señora, señora, araña, despierte, por favor!
Y la señora Araña no hacía caso y seguía durmiendo, ella volvió a repetir. "Señora, señora araña".
Y por fin la señora araña empezó a despertar, y se levantó: muy soñolienta, Hum…
- ¿Quién eres tú? ¿Y qué buscas aquí? Justo que me levante con mucha hambre, serías un rico bocado, no, por favor, no lo haga, dijo Rocío.
Señora, yo soy Rocío. Mi amiga Sara cayó en su tela. Mírela, por favor. Ella está muy asustada, por favor. Déjela salir, no le haga daño, ella es mi amiga, sé lo le suplicó, por favor.
Suplicó: tanto una y otra vez, que a la señora Araña no le quedó otra cosa que liberar a su amiga y les dijo: Tengan más cuidado la próxima vez, que ya no las perdonaré.
Y ellas estuvieron muy agradecidas, estuvieron con la señora Araña, que cada vez que regresaban a visitarla siempre le llevaban trocitos de azúcar de agradecimiento.
Y así continuaron sus viajes, por hermosos campos de lindas flores de múltiples colores y sobre todo muy felices.
De repente roció, despertó asustada, pero muy feliz, y de mediato: fue corriendo a verse en el espejo y vio que todo había sido un lindo sueño.
FIN
|