Había una vez un conejito llamado Lolo de ocho años de edad que vivía con mamá coneja y papá conejo.
Durante muchos años vivieron muy felices compartiendo buenos momentos juntos.
Mamá coneja siempre le leía un cuento antes de irse a dormir y le preparaba su comida preferida y sobre todo sus galletas con chispas de chocolate que tanto le gustaban.
Con papá conejo siempre juega a la pelota en el parque, también lo llevaba a manejar bicicleta, veían la televisión juntos y a veces visitaban a los abuelos donde se diviertan mucho.
Pero de un momento a otro papá conejo ha cambiado mucho, ahora solo para muy irritado y molesto que ya no quiere jugar conmigo. Dijo Lolo…
- Y mamá coneja está muy triste y llora mucho, yo no entiendo qué le está pasando. Dijo Lolo…
- Y lo peor de todo, escuche a papá conejo decir que se va de la casa.
-Yo no quiero que mi papá conejo se vaya de casa, yo quiero que se quede conmigo y con mamá. Dijo Lolo…
Su mamá coneja le dijo:
- Lolo, no te preocupes porque papá y yo te amamos mucho, y tu papá te vendrá a visitar todos los fines de semana.
Y así lo hizo todos los viernes, sábados y domingos. Llegaba mi padre a visitarme y me decía: Que no quería verme triste, que él siempre sería mi padre y que me amaba mucho y que jugaríamos y pasearíamos como antes lo hacíamos.
Finalmente, Lolo pudo entender que sus padres no podían estar juntos, pero sí ser buenos amigos y sobre todo ambos eran felices, viviendo esos momentos especiales con su hijo Lolo.

FIN